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Correo Científico Médico de Holguín 2003;7(3)

 

 

Trabajo de revisión

 

Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias Médicas de Holguín.

 

Relación médico-niño.

 

Doctor-child relation

 

María Antonieta Rodríguez Arce

 

Psicóloga. Profesora asistente. Facultad de Ciencias Médicas de Holguín.

 

RESUMEN

 

La relación médico-paciente es una interrelación muy especial entre un participante con una preparación científico-tecnológica para dar asistencia a los que lo necesitan y otro participante, el necesitado, el que sufre, el que está enfermo.

Así encontramos a lo largo de la historia que el pensamiento médico respecto a lo tratado se ha pronunciado en dos direcciones fundamentales: la de quienes como Hipócrates han considerado que estos aspectos son de primer orden, y la de los médicos que los han considerado secundarios.

Si tenemos en cuenta todo lo anteriormente expresado es la edad infantil de suma importancia al abordar la relación médico- paciente siendo el niño un ser humano en formación, con muchas potencialidades y al cual no se debe ignorar como persona, como individualidad.

La  salud es una de las riquezas más importantes para el  hombre. Enseñar  a cuidarla desde pequeño es asegurarla, es  promover  un estilo  de vida adecuado desde edades tempranas que propicie  una calidad de vida presente y futura donde desempeñe un papel activo  y decisivo el individuo.

El médico u otro personal de salud al relacionarse con el pequeño debe  tener en cuenta su edad y desarrollo psicológico  alcanzado de acuerdo a la misma, para decidir el lenguaje que utilizará,  tipo de  información  que solicitará,  tipo  de  información que ofrecerá, exigencias  de  su participación en su  tratamiento,  así  cómo dosificarlas.

 

Palabras clave: relación médico-paciente niño.

 

ABSTRACT

 

Doctor-patient relation is a very special relationship between a partipant with a scientific-technological preparation for give assistance to those that are needing and other participant, person in need, that is suffering that is sick.

So, we find thorough history that medical thought is related to this has two mean directions: Hippocrates hypothesis have considered that these aspects are of first order and doctors that have considered this aspects as secundaries.

If we take a thing into consideration all previously cited, is the infantile age of great importance to approach the doctor-patient relation being the child a human being information with very potentialities and to whom should be not ignorant as person as individuality.

The health is of paramount importance for man. The teaching of health care since childhood is secure it, is promote a life style since warly ages that gives a present and future life quality where perform an active and decisive role the individual.

The doctor and other health providers that have a relation with the infant, should take a thing into consideration, their age and psychological development obtained according to the same, for decide the language that he will use, type of information that he will search, type of information that he will offer, requirements of their participation in their treatment as well as dosages.

 

Key word: doctor-child patient relation.

 

INTRODUCCIÓN

 

La relación médico-paciente es una modalidad de las múltiples relaciones interpersonales que realiza el hombre, con un carácter muy especial para él. Esta interrelación permite al sujeto satisfacer su deseo y necesidad de salud, y al médico, cumplir con una de sus funciones sociales más importantes.

La historia de la relación médico-paciente es más antigua que la medicina misma. Cuando la  medicina se encontraba aún  en su prehistoria, ya se establecía una relación  entre el  hombre enfermo y aquel otro responsabilizado por un imperativo social, con el restablecimiento de la salud del que se enfermaba (chamán, sacerdote y otros). Es posible descubrir referencias sobre la relación médico-paciente en casi todas las civilizaciones antiguas con las concepciones místicas dominantes, que veían al médico como un representante de los dioses. Consideraban que dicha relación había sido engendrada en el cielo y que era tan antigua como los dioses mismos.

La relación entre el médico y el paciente era ya entonces un formidable agente terapéutico utilizado con todo el empirismo y la ausencia de conocimientos científicos que es posible imaginar  en los hombres de tan remota época.

El  reconocimiento del valor de la relación médico-paciente y de su valor psicológico está entroncado gnoseológicamente con el reconocimiento del valor de la visión integral del hombre. Por eso que la escuela hipocrática, con su insistencia en que el hombre no es sólo  físico, sino un  conjunto inseparable con lo psíquico y su énfasis en la importancia del medio ambiente y de la relación médico-paciente, constituye un hito decisivo en el desarrollo científico de la medicina.

Así encontramos a lo largo de la historia que el pensamiento médico respecto a lo tratado se ha pronunciado en dos direcciones fundamentales: la de quienes como Hipócrates han considerado que estos aspectos son de primer orden, y la de los médicos que los han considerado secundarios.

En este sentido la Revolución científico-tecnológica  en nuestros tiempos ha reforzado aún más estas direcciones e incluso, ha creado nuevas expectativas, posibilidades y contradicciones.

Otro aspecto que se debe considerar en la comprensión de dicha relación es su condicionamiento sociohistórico, ya que ella depende  de manera decisiva de la ideología y las normas éticas dominantes  en la formación socioeconómica históricamente determinada en que se encuentra enmarcada, pues toda relación interpersonal  es social  en su esencia y refleja el conjunto de las relaciones sociales que la determinan.

como personalidad, forma parte de su individualidad.

En la práctica médica  la tendencia más frecuente es biologizar la atención a los sujetos, por las características del proceso de formación de los médicos, donde está profundamente arraigado  sólo el objetivo de curar al paciente atendiendo el órgano o los órganos afectados, sin valorar otros aspectos. Lo correcto es considerar al individuo como una unidad biopsicosocial. La comprensión correcta de esta relación  tiene gran importancia teórica y práctica  en el ejercicio  de la medicina.

Si tenemos en cuenta todo lo anteriormente expresado es la edad infantil de suma importancia al abordar la relación médico- paciente siendo el niño un ser humano en formación, con muchas potencialidades y al cual no se debe ignorar como persona, como individualidad.

La atención a los niños tanto por otros como por mí ha sido una de las razones de mi vida profesional y esto me llevó a que en el año 1990 hiciera una investigación en el municipio Holguín visitando la labor asistencial a niños en el hospital, el policlínico y los consultorios médicos para conocer el manejo psicosocial que se hacía a los pequeños por parte del médico, con el objetivo de identificar posibles problemas y de ahí derivar acciones al respecto. En esta investigación entre los problemas que encontramos fue el prácticamente nulo protagonismo del niño en su consulta, es decir, una inadecuada relación médico-niño.

Por supuesto, de este trabajo se derivaron otros de carácter investigativo, docente y asistencial y la decisión de escribir un libro y este artículo.

 

DESARROLLO

 

El derecho a la dignidad personal se extiende también lógicamente, al niño. Aunque en la antigüedad el niño no fue considerado como sujeto de derechos, actualmente  se ha empezado a reconocer que es una persona y como tal tiene sus derechos.

En nuestro país nada es más importante que un niño, sin embargo, existe una tendencia generalizada, al verlo muy pequeño, con pobres conocimientos y posibilidades de enfrentar situaciones y mucho menos su enfermedad, lo que provoca que en consulta  el pequeño  sea solo utilizado generalmente para el  examen  físico, privándolo de su derecho de participar como sujeto de su problema y de tomar decisiones y posiciones activas al respecto.

Esto, por supuesto, a la larga propiciará, además, que sean adolescentes, jóvenes, adultos y hasta adultos mayores dependientes y poco responsables de su estado de salud. Los familiares pueden ofrecer una información complementaria que resulte importante para el diagnóstico y para que el enfermo cumpla  las  medidas terapéuticas. No quiere decir que el pequeño se sienta desplazado como fuente de atención hay que dejar  que se exprese libremente.

Es importante evitar comentar con los familiares las confidencias que el paciente haya relatado, salvo que obtenga permiso del mismo. Siempre es preferible, desde el punto de vista ético, que la entrevista con los familiares se lleve a cabo en  presencia  del paciente,  así  se evita que el enfermo se intranquilice  por  la posibilidad de que éstos suministren una información errónea  que perjudique  el  tratamiento, que él perciba que no se  tienen  en cuenta  o que exista la posibilidad de que lo engañen  u  oculten algo.

Si  el paciente está presente pueden discrepar de que los familiares refieren, matizar ciertos detalles y no dudar de los demás y el médico.

Si  se niega hablar delante o con sus familiares, el médico  debe persuadirlo  de ello. Si persiste debe ser respetado a no ser que se trate de personas incapacitadas y no se les pueda considerar mínimamente responsables.

Una  vez  esbozados los aspectos esenciales de  los  cuales  debe partir una adecuada relación médico-paciente con el niño enfermo, se  hace  necesario precisar algunos criterios para  llevarlos  a cabo y que se obtenga el éxito terapéutico.

A  nuestro  entender  las  acciones  más  importantes  que  debe desarrollar  un  médico es saber oír, saber  comprender  y  saber enseñar  en cualquier tipo de paciente y esto es  imprescindible en  los  niños. Los pequeños deben ser  oídos  con   detenimiento, pero  aunque parezca que su edad no les permite ofrecer datos  de importancia,  su  información  verbal y  extraverbal  puede  ser valiosa en el diagnóstico y el tratamiento.

Asimismo,  el hecho de comprenderlos, de aceptarlos como son,  de saber  que no se pueden comportar en la consulta o  cuando  están hospitalizados como adultos les hace sentir que son  considerados como  persona,  que se les respeta y se les tiene en  cuenta,  lo cual contribuirá a confiar en su médico u otro personal que los asista  y  favorecerá a la colaboración en la entrevista,  en  el tratamiento, continuar asistiendo a las consultas y a buscar ayuda cuando consideren que la necesitan.

Por  otra parte, se abrirán las  puertas  al médico  para enseñarlo. ¿A quién mejor se podrá enseñar que a  un niño que está tan ávido de conocimientos, que está en toda plenitud de apropiarse de toda la experiencia social que puedan  aportarle?

La  salud es una de las riquezas más importante para el  hombre. Enseñar  a cuidarla desde pequeño es asegurarla, es  promover  un estilo  de vida adecuado desde edades tempranas que propicie  una calidad de vida presente y futura donde desempeñe un papel activo  y decisivo el individuo.

El médico u otro personal de salud al relacionarse con el pequeño debe  tener en cuenta su edad y desarrollo psicológico  alcanzado de acuerdo a la misma, para decidir el lenguaje que utilizará,  tipo de  información  que solicitará,  tipo  de  información que ofrecerá, exigencias  de  su participación en su  tratamiento,  así  cómo dosificarlas.

De ello se desprende que tendrá en cuenta sus intereses de acuerdo con su edad y características individuales.

Los más pequeños se interesan por los objetos, los preescolares y escolares  menores por los juegos, los mayorcitos  por  la escuela  y los  adolescentes  por  su independencia e identidad.

El  carácter de la enfermedad y cómo la percibe debe  tenerse  en cuenta. Si el problema de salud es agudo el niño puede  sólo sentir molestia y valorar que los síntomas limitan sus actividades de juego habituales y las relaciones con  niños; otros, fingir que no hay síntomas para poder continuar satisfaciéndolos y percibir  la  visita del médico como un obstáculo o  alguien  que  le pueda provocar nuevas molestias como exámenes complementarios  y tratamientos  dolorosos.  Otros, sin embargo, pueden  simular  los síntomas  o demostrar que son más agudos para  obtener  ganancias secundarias.

Lógicamente, el médico deberá conocer estas reacciones para que su diagnóstico, manejo y establecimiento del plan sean eficaces.

Si la enfermedad es crónica deberá valorar también cómo la percibe, pero, además, cómo se relaciona con ella y cómo la  perciben sus familiares. Esta relación puede ser subvalorada, adecuada, de negación, nosofóbica  o sobrevalorada y nosofílica o por  ganancias secundarias.

En  estas  enfermedades con frecuencia se encuentra  la  relación sobrevalorada,  provocada por las actitudes de los padres que  se sienten incapaces de enfrentarla y por las molestias que la misma ocasiona  reiteradamente  en el niño, adicionando  tensiones  que agudizan y hacen más frecuentes las crisis, lo cual se agrava con la  tendencia de los familiares a la sobreprotección por temor  a que ocurran, provocando que el niño se perciba como enfermo, como inútil y diferente a los demás.

El  médico deberá profundizar al respecto para enseñar al niño  y sus familiares las características de la enfermedad, sus  causas, sus  consecuencias y cómo enfrentarla  de la forma más  adecuada, que  asegure dentro de las limitaciones que ofrezca el estado  de salud  la calidad de vida y, por lo tanto, un pleno desarrollo  de la personalidad.

Entonces,  enseñar  al  niño y a los familiares a  vivir  con  la enfermedad es la misión más importante del médico,  estableciendo una  relación  de  participación mutua con el  paciente  que  lo asegure.

Si  la enfermedad es grave de acuerdo con la edad, estado de  conciencia y características del niño, el médico decidirá qué informará al pequeño, cómo dosificará la información y cómo irá  solicitando de él su colaboración.

Asimismo, preparará a los familiares manejando sus individualidades acerca del tipo de enfermedad, sus causas,  consecuencias y cómo enfrentarla.

Recordar  que para los padres lo más querido son sus hijos. El tacto,  la serenidad, la veracidad y la confianza que inspire  el médico  los ayudará  a sobrellevar la situación penosa a  la  que están sometidos.

En la relación que establecerá el médico con el pequeño,  sobre todo  si su actuación puede provocar dolor o  molestias,  deberá explicarle  paulatinamente qué hará y por qué, qué  podrá  pasar, cómo  podrá  ayudar. Este manejo proporcionará gran  seguridad  y confianza en el médico y favorecerá su colaboración y éxito.

En  el de cursar de la relación el niño no deberá compararse  con otro.  En ocasiones se acostumbra a utilizar frases  como: “mira qué  bien  se porta ese niño", "fíjate, a él no le  duele",  "qué pensará el médico de ti" y otros. Recordemos que el dolor es  una experiencia muy individual donde intervienen elementos cognoscitivos,  afectivos y conductuales, por lo que cada niño lo  siente muy  diferente. Compararlo, ridiculizarlo, exigirle más de lo  que pueda  dar, menoscaba su autoestima, le hará sentirse  humillado, inferior a otros que soportan más que él y puede perder la confianza  en el que le dijo que no le dolería, que no le  pasaría algo molesto.

A la larga podrá convertirlo en un mal paciente que evite asistir al médico aunque lo necesite.

Es importante que el médico indague con el niño en el  conocimiento  de su asistencia a la consulta, por qué y su  interés  en hacerlo. Muchos niños son llevados a ella como un objeto sin  ser consultados y tenidos en cuenta por sus padres. Esto es especialmente de cuidado en los adolescentes donde las características de la edad requieren de no ignorarlos, ya que pueden sentir que  son tratados como niños.

Otro aspecto que se debe para iniciar una relación con el  paciente es  cuando éste ha sido remitido. Muchas veces no sabe por qué  y puede  provocar  que no asista o lo haga con  recelo.  El  médico deberá cerciorarse de cómo percibe esto y disminuir o eliminar su incertidumbre o desconfianza, sobre todo con algunas especialidades con determinada  connotación social. Entre ellas: Psicología, Psiquiatría, Oncología, Cirugía y otras.

Son importantes las circunstancias que rodean la enfermedad y cómo las percibe. Al relacionarse con el niño deberá considerarse la aceptación que hace  de la consulta y del médico, la enfermera y  otro  personal, para  decidir  la prolongación de la recepción, si  es  necesario  trasladarse  de  local  o hacerlo en un espacio  libre,  pues  en ocasiones  el niño llora, se resiste y es porque  estuvo  enfermo recientemente,  puede haber estado ingresado, o sometido  a  un  tratamiento  doloroso, o no  haber  estado preparado adecuadamente por los padres, e incluso, algunos padres usan  con  frecuencia amenazas respecto a  manejos  médicos  para disciplinarlos o lograr algo que no desea él.

No es la misma relación rica en comprensión, tacto y apoyo con el niño  que  es atendido en consulta, al que está  hospitalizado, y dentro de ello, el tipo de consulta y  de sala de ingreso.

No  es  la misma relación la que se establecerá con el  niño  y  sus familiares si antes no había estado ingresado.

Cuando  se  debe ingresar a un niño, el médico  lo  informará  con tacto,  sin alarma, pero con seguridad y objetividad. Un  ingreso de  un  niño tiene una fuerte connotación para los padres  y  una repercusión psicológica y social.

Además, en la relación con el paciente hospitalizado hay que tener en  cuenta qué familiar lo cuidará, cómo es y cómo se  comporta, especialmente cómo lo percibe el niño, pues tal vez necesita más apoyo del médico y del personal de enfermería de acuerdo con ello.

Las  condiciones sociales del niño son importantes con la  valoración: la forma  de  manejarlo,  precisar si es hijo único,  si  hay  otros hijos,  si la madre es soltera, si los padres están  casados,  si están divorciados. Al respecto, en ocasiones se pueden  presentar situaciones   difíciles  por disputa entre los padres  que  pueden convertirse en obstáculos para la evolución del niño y el  médico debe orientarlos con tacto y discreción.

El  nivel de escolaridad de los padres, su  situación  económica, condiciones  de vida, lugar de procedencia son  importantes  para determinar la solicitud de información, el ofrecer información, determinar el establecimiento del plan médico y el manejo adecuado.

Es importante, además, tener en cuenta la privacidad y condiciones   en que se atiende al pequeño, ya sea en consulta o  si  está hospitalizado,  sobre todo en dependencia de las  características de los padres, el carácter de la enfermedad y su pronóstico.

Si  el pequeño estuviera ingresado, sus familiares  deben  ser atendidos, informados, aceptados y enseñados sistemáticamente, no sólo deben ser utilizados para recoger información  y  que atiendan al niño.  Deben sentirse personas, nunca ignorados. Recordar que  la situación  que atraviesan es más difícil para ellos que  para  el propio paciente por su condición de padres.

Siempre que sea posible, en los salones de espera para pasar  a la  consulta  debe  cuidarse  de  la  decoración, la iluminación, la ventilación y el confort en general, ya que los niños se agotan  con facilidad, su atención es poco duradera, son inquietos, mucho más ante la expectativa de lo que ocurrirá.

Para resumir, creo importante ofrecer algunas recomendaciones:

-         El niño es el principal protagonista como paciente, por lo que la entrevista, con todas sus etapas es con él y no con sus padres. Por supuesto, el familiar es necesario para enriquecer la información y guiar el tratamiento.

-         Es preciso enseñar al niño qué hacer ante su problema de salud. En primer lugar, porque debe hacerse responsable del mismo y en segundo lugar, hay que prepararlo para asumir actitudes adecuadas hacia el mantenimiento de su salud y responsable en el caso que enferme, no sólo en la niñez, sino en etapas posteriores de la vida.

-         Lo primero que debe hacer el médico en la relación es ganarse la confianza del niño. Debe tener cuidado en no sobreactuar o exagerar en el proceso de comunicación, los niños son muy sensibles y desconfían con facilidad, sobre todo si han tenido experiencias desagradables. La naturalidad, la suavidad y la veracidad en el trato abrirán rápidamente las puertas a una relación satisfactoria.

-         Se deben tener en la consulta algunos juguetes, libros adecuados para los niños, hojas de papel y lápices que puedan ser facilitadores de la comunicación, despertando en ellos la fantasía para ganar su confianza.

-         El niño cooperará en la medida que sepa qué se hará, qué sentirá, qué ocurrirá y cómo puede ayudar. Se reforzará esto con halagos a sus conductas adecuadas. El conocimiento verídico y paulatino de lo que irá sucediendo le da confianza en el médico y en él mismo.

-    Nunca se debe sujetar con fuerza, mentirle ni compararlo, de hacerlo el pequeño puede perder toda la confianza en los procederes médicos y paramédicos. Si es necesario inmovilizarlo en alguna ocasión, es importante explicarle por qué y lo que se hará para que pueda ayudar a su realización.

 
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Correspondencia: María Antonieta Rodríguez Arce, Coliseo Edificio 1 Apartamento 2 entre Narciso López y Morales Lemus, Holguín, Cuba. Correo electrónico: marian@cristal.hlg.sld.cu

 

 

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