Trabajo de revisión
Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias Médicas de Holguín.
Relación médico-niño.
Doctor-child relation
María Antonieta Rodríguez Arce
Psicóloga. Profesora asistente. Facultad de Ciencias Médicas de Holguín.
RESUMEN
La relación médico-paciente es una interrelación muy especial entre un participante con una preparación científico-tecnológica para dar asistencia a los que lo necesitan y otro participante, el necesitado, el que sufre, el que está enfermo.
Así encontramos a lo largo de la historia que el pensamiento médico respecto a lo tratado se ha pronunciado en dos direcciones fundamentales: la de quienes como Hipócrates han considerado que estos aspectos son de primer orden, y la de los médicos que los han considerado secundarios.
Si tenemos en cuenta todo lo anteriormente expresado es la edad infantil de suma importancia al abordar la relación médico- paciente siendo el niño un ser humano en formación, con muchas potencialidades y al cual no se debe ignorar como persona, como individualidad.
La salud es una de las riquezas más importantes para el hombre. Enseñar a cuidarla desde pequeño es asegurarla, es promover un estilo de vida adecuado desde edades tempranas que propicie una calidad de vida presente y futura donde desempeñe un papel activo y decisivo el individuo.
El médico u otro personal de salud al relacionarse con el pequeño debe tener en cuenta su edad y desarrollo psicológico alcanzado de acuerdo a la misma, para decidir el lenguaje que utilizará, tipo de información que solicitará, tipo de información que ofrecerá, exigencias de su participación en su tratamiento, así cómo dosificarlas.
Palabras clave: relación médico-paciente niño.
ABSTRACT
Doctor-patient relation is a very special relationship between a partipant with a scientific-technological preparation for give assistance to those that are needing and other participant, person in need, that is suffering that is sick.
So, we find thorough history that medical thought is related to this has two mean directions: Hippocrates hypothesis have considered that these aspects are of first order and doctors that have considered this aspects as secundaries.
If we take a thing into consideration all previously cited, is the infantile age of great importance to approach the doctor-patient relation being the child a human being information with very potentialities and to whom should be not ignorant as person as individuality.
The health is of paramount importance for man. The teaching of health care since childhood is secure it, is promote a life style since warly ages that gives a present and future life quality where perform an active and decisive role the individual.
The doctor and other health providers that have a relation with the infant, should take a thing into consideration, their age and psychological development obtained according to the same, for decide the language that he will use, type of information that he will search, type of information that he will offer, requirements of their participation in their treatment as well as dosages.
Key word: doctor-child patient relation.
INTRODUCCIÓN
La relación médico-paciente es una modalidad de las múltiples relaciones interpersonales que realiza el hombre, con un carácter muy especial para él. Esta interrelación permite al sujeto satisfacer su deseo y necesidad de salud, y al médico, cumplir con una de sus funciones sociales más importantes.
La historia de la relación médico-paciente es más antigua que la medicina misma. Cuando la medicina se encontraba aún en su prehistoria, ya se establecía una relación entre el hombre enfermo y aquel otro responsabilizado por un imperativo social, con el restablecimiento de la salud del que se enfermaba (chamán, sacerdote y otros). Es posible descubrir referencias sobre la relación médico-paciente en casi todas las civilizaciones antiguas con las concepciones místicas dominantes, que veían al médico como un representante de los dioses. Consideraban que dicha relación había sido engendrada en el cielo y que era tan antigua como los dioses mismos.
La relación entre el médico y el paciente era ya entonces un formidable agente terapéutico utilizado con todo el empirismo y la ausencia de conocimientos científicos que es posible imaginar en los hombres de tan remota época.
El reconocimiento del valor de la relación médico-paciente y de su valor psicológico está entroncado gnoseológicamente con el reconocimiento del valor de la visión integral del hombre. Por eso que la escuela hipocrática, con su insistencia en que el hombre no es sólo físico, sino un conjunto inseparable con lo psíquico y su énfasis en la importancia del medio ambiente y de la relación médico-paciente, constituye un hito decisivo en el desarrollo científico de la medicina.
Así encontramos a lo largo de la historia que el pensamiento médico respecto a lo tratado se ha pronunciado en dos direcciones fundamentales: la de quienes como Hipócrates han considerado que estos aspectos son de primer orden, y la de los médicos que los han considerado secundarios.
En este sentido la Revolución científico-tecnológica en nuestros tiempos ha reforzado aún más estas direcciones e incluso, ha creado nuevas expectativas, posibilidades y contradicciones.
Otro aspecto que se debe considerar en la comprensión de dicha relación es su condicionamiento sociohistórico, ya que ella depende de manera decisiva de la ideología y las normas éticas dominantes en la formación socioeconómica históricamente determinada en que se encuentra enmarcada, pues toda relación interpersonal es social en su esencia y refleja el conjunto de las relaciones sociales que la determinan.
como personalidad, forma parte de su individualidad.
En la práctica médica la tendencia más frecuente es biologizar la atención a los sujetos, por las características del proceso de formación de los médicos, donde está profundamente arraigado sólo el objetivo de curar al paciente atendiendo el órgano o los órganos afectados, sin valorar otros aspectos. Lo correcto es considerar al individuo como una unidad biopsicosocial. La comprensión correcta de esta relación tiene gran importancia teórica y práctica en el ejercicio de la medicina.
Si tenemos en cuenta todo lo anteriormente expresado es la edad infantil de suma importancia al abordar la relación médico- paciente siendo el niño un ser humano en formación, con muchas potencialidades y al cual no se debe ignorar como persona, como individualidad.
La atención a los niños tanto por otros como por mí ha sido una de las razones de mi vida profesional y esto me llevó a que en el año 1990 hiciera una investigación en el municipio Holguín visitando la labor asistencial a niños en el hospital, el policlínico y los consultorios médicos para conocer el manejo psicosocial que se hacía a los pequeños por parte del médico, con el objetivo de identificar posibles problemas y de ahí derivar acciones al respecto. En esta investigación entre los problemas que encontramos fue el prácticamente nulo protagonismo del niño en su consulta, es decir, una inadecuada relación médico-niño.
Por supuesto, de este trabajo se derivaron otros de carácter investigativo, docente y asistencial y la decisión de escribir un libro y este artículo.
DESARROLLO
El derecho a la dignidad personal se extiende también lógicamente, al niño. Aunque en la antigüedad el niño no fue considerado como sujeto de derechos, actualmente se ha empezado a reconocer que es una persona y como tal tiene sus derechos.
En nuestro país nada es más importante que un niño, sin embargo, existe una tendencia generalizada, al verlo muy pequeño, con pobres conocimientos y posibilidades de enfrentar situaciones y mucho menos su enfermedad, lo que provoca que en consulta el pequeño sea solo utilizado generalmente para el examen físico, privándolo de su derecho de participar como sujeto de su problema y de tomar decisiones y posiciones activas al respecto.
Esto, por supuesto, a la larga propiciará, además, que sean adolescentes, jóvenes, adultos y hasta adultos mayores dependientes y poco responsables de su estado de salud. Los familiares pueden ofrecer una información complementaria que resulte importante para el diagnóstico y para que el enfermo cumpla las medidas terapéuticas. No quiere decir que el pequeño se sienta desplazado como fuente de atención hay que dejar que se exprese libremente.
Es importante evitar comentar con los familiares las confidencias que el paciente haya relatado, salvo que obtenga permiso del mismo. Siempre es preferible, desde el punto de vista ético, que la entrevista con los familiares se lleve a cabo en presencia del paciente, así se evita que el enfermo se intranquilice por la posibilidad de que éstos suministren una información errónea que perjudique el tratamiento, que él perciba que no se tienen en cuenta o que exista la posibilidad de que lo engañen u oculten algo.
Si el paciente está presente pueden discrepar de que los familiares refieren, matizar ciertos detalles y no dudar de los demás y el médico.
Si se niega hablar delante o con sus familiares, el médico debe persuadirlo de ello. Si persiste debe ser respetado a no ser que se trate de personas incapacitadas y no se les pueda considerar mínimamente responsables.
Una vez esbozados los aspectos esenciales de los cuales debe partir una adecuada relación médico-paciente con el niño enfermo, se hace necesario precisar algunos criterios para llevarlos a cabo y que se obtenga el éxito terapéutico.
A nuestro entender las acciones más importantes que debe desarrollar un médico es saber oír, saber comprender y saber enseñar en cualquier tipo de paciente y esto es imprescindible en los niños. Los pequeños deben ser oídos con detenimiento, pero aunque parezca que su edad no les permite ofrecer datos de importancia, su información verbal y extraverbal puede ser valiosa en el diagnóstico y el tratamiento.
Asimismo, el hecho de comprenderlos, de aceptarlos como son, de saber que no se pueden comportar en la consulta o cuando están hospitalizados como adultos les hace sentir que son considerados como persona, que se les respeta y se les tiene en cuenta, lo cual contribuirá a confiar en su médico u otro personal que los asista y favorecerá a la colaboración en la entrevista, en el tratamiento, continuar asistiendo a las consultas y a buscar ayuda cuando consideren que la necesitan.
Por otra parte, se abrirán las puertas al médico para enseñarlo. ¿A quién mejor se podrá enseñar que a un niño que está tan ávido de conocimientos, que está en toda plenitud de apropiarse de toda la experiencia social que puedan aportarle?
La salud es una de las riquezas más importante para el hombre. Enseñar a cuidarla desde pequeño es asegurarla, es promover un estilo de vida adecuado desde edades tempranas que propicie una calidad de vida presente y futura donde desempeñe un papel activo y decisivo el individuo.
El médico u otro personal de salud al relacionarse con el pequeño debe tener en cuenta su edad y desarrollo psicológico alcanzado de acuerdo a la misma, para decidir el lenguaje que utilizará, tipo de información que solicitará, tipo de información que ofrecerá, exigencias de su participación en su tratamiento, así cómo dosificarlas.
De ello se desprende que tendrá en cuenta sus intereses de acuerdo con su edad y características individuales.
Los más pequeños se interesan por los objetos, los preescolares y escolares menores por los juegos, los mayorcitos por la escuela y los adolescentes por su independencia e identidad.
El carácter de la enfermedad y cómo la percibe debe tenerse en cuenta. Si el problema de salud es agudo el niño puede sólo sentir molestia y valorar que los síntomas limitan sus actividades de juego habituales y las relaciones con niños; otros, fingir que no hay síntomas para poder continuar satisfaciéndolos y percibir la visita del médico como un obstáculo o alguien que le pueda provocar nuevas molestias como exámenes complementarios y tratamientos dolorosos. Otros, sin embargo, pueden simular los síntomas o demostrar que son más agudos para obtener ganancias secundarias.
Lógicamente, el médico deberá conocer estas reacciones para que su diagnóstico, manejo y establecimiento del plan sean eficaces.
Si la enfermedad es crónica deberá valorar también cómo la percibe, pero, además, cómo se relaciona con ella y cómo la perciben sus familiares. Esta relación puede ser subvalorada, adecuada, de negación, nosofóbica o sobrevalorada y nosofílica o por ganancias secundarias.
En estas enfermedades con frecuencia se encuentra la relación sobrevalorada, provocada por las actitudes de los padres que se sienten incapaces de enfrentarla y por las molestias que la misma ocasiona reiteradamente en el niño, adicionando tensiones que agudizan y hacen más frecuentes las crisis, lo cual se agrava con la tendencia de los familiares a la sobreprotección por temor a que ocurran, provocando que el niño se perciba como enfermo, como inútil y diferente a los demás.
El médico deberá profundizar al respecto para enseñar al niño y sus familiares las características de la enfermedad, sus causas, sus consecuencias y cómo enfrentarla de la forma más adecuada, que asegure dentro de las limitaciones que ofrezca el estado de salud la calidad de vida y, por lo tanto, un pleno desarrollo de la personalidad.
Entonces, enseñar al niño y a los familiares a vivir con la enfermedad es la misión más importante del médico, estableciendo una relación de participación mutua con el paciente que lo asegure.
Si la enfermedad es grave de acuerdo con la edad, estado de conciencia y características del niño, el médico decidirá qué informará al pequeño, cómo dosificará la información y cómo irá solicitando de él su colaboración.
Asimismo, preparará a los familiares manejando sus individualidades acerca del tipo de enfermedad, sus causas, consecuencias y cómo enfrentarla.
Recordar que para los padres lo más querido son sus hijos. El tacto, la serenidad, la veracidad y la confianza que inspire el médico los ayudará a sobrellevar la situación penosa a la que están sometidos.
En la relación que establecerá el médico con el pequeño, sobre todo si su actuación puede provocar dolor o molestias, deberá explicarle paulatinamente qué hará y por qué, qué podrá pasar, cómo podrá ayudar. Este manejo proporcionará gran seguridad y confianza en el médico y favorecerá su colaboración y éxito.
En el de cursar de la relación el niño no deberá compararse con otro. En ocasiones se acostumbra a utilizar frases como: “mira qué bien se porta ese niño", "fíjate, a él no le duele", "qué pensará el médico de ti" y otros. Recordemos que el dolor es una experiencia muy individual donde intervienen elementos cognoscitivos, afectivos y conductuales, por lo que cada niño lo siente muy diferente. Compararlo, ridiculizarlo, exigirle más de lo que pueda dar, menoscaba su autoestima, le hará sentirse humillado, inferior a otros que soportan más que él y puede perder la confianza en el que le dijo que no le dolería, que no le pasaría algo molesto.
A la larga podrá convertirlo en un mal paciente que evite asistir al médico aunque lo necesite.
Es importante que el médico indague con el niño en el conocimiento de su asistencia a la consulta, por qué y su interés en hacerlo. Muchos niños son llevados a ella como un objeto sin ser consultados y tenidos en cuenta por sus padres. Esto es especialmente de cuidado en los adolescentes donde las características de la edad requieren de no ignorarlos, ya que pueden sentir que son tratados como niños.
Otro aspecto que se debe para iniciar una relación con el paciente es cuando éste ha sido remitido. Muchas veces no sabe por qué y puede provocar que no asista o lo haga con recelo. El médico deberá cerciorarse de cómo percibe esto y disminuir o eliminar su incertidumbre o desconfianza, sobre todo con algunas especialidades con determinada connotación social. Entre ellas: Psicología, Psiquiatría, Oncología, Cirugía y otras.
Son importantes las circunstancias que rodean la enfermedad y cómo las percibe. Al relacionarse con el niño deberá considerarse la aceptación que hace de la consulta y del médico, la enfermera y otro personal, para decidir la prolongación de la recepción, si es necesario trasladarse de local o hacerlo en un espacio libre, pues en ocasiones el niño llora, se resiste y es porque estuvo enfermo recientemente, puede haber estado ingresado, o sometido a un tratamiento doloroso, o no haber estado preparado adecuadamente por los padres, e incluso, algunos padres usan con frecuencia amenazas respecto a manejos médicos para disciplinarlos o lograr algo que no desea él.
No es la misma relación rica en comprensión, tacto y apoyo con el niño que es atendido en consulta, al que está hospitalizado, y dentro de ello, el tipo de consulta y de sala de ingreso.
No es la misma relación la que se establecerá con el niño y sus familiares si antes no había estado ingresado.
Cuando se debe ingresar a un niño, el médico lo informará con tacto, sin alarma, pero con seguridad y objetividad. Un ingreso de un niño tiene una fuerte connotación para los padres y una repercusión psicológica y social.
Además, en la relación con el paciente hospitalizado hay que tener en cuenta qué familiar lo cuidará, cómo es y cómo se comporta, especialmente cómo lo percibe el niño, pues tal vez necesita más apoyo del médico y del personal de enfermería de acuerdo con ello.
Las condiciones sociales del niño son importantes con la valoración: la forma de manejarlo, precisar si es hijo único, si hay otros hijos, si la madre es soltera, si los padres están casados, si están divorciados. Al respecto, en ocasiones se pueden presentar situaciones difíciles por disputa entre los padres que pueden convertirse en obstáculos para la evolución del niño y el médico debe orientarlos con tacto y discreción.
El nivel de escolaridad de los padres, su situación económica, condiciones de vida, lugar de procedencia son importantes para determinar la solicitud de información, el ofrecer información, determinar el establecimiento del plan médico y el manejo adecuado.
Es importante, además, tener en cuenta la privacidad y condiciones en que se atiende al pequeño, ya sea en consulta o si está hospitalizado, sobre todo en dependencia de las características de los padres, el carácter de la enfermedad y su pronóstico.
Si el pequeño estuviera ingresado, sus familiares deben ser atendidos, informados, aceptados y enseñados sistemáticamente, no sólo deben ser utilizados para recoger información y que atiendan al niño. Deben sentirse personas, nunca ignorados. Recordar que la situación que atraviesan es más difícil para ellos que para el propio paciente por su condición de padres.
Siempre que sea posible, en los salones de espera para pasar a la consulta debe cuidarse de la decoración, la iluminación, la ventilación y el confort en general, ya que los niños se agotan con facilidad, su atención es poco duradera, son inquietos, mucho más ante la expectativa de lo que ocurrirá.
Para resumir, creo importante ofrecer algunas recomendaciones:
- El niño es el principal protagonista como paciente, por lo que la entrevista, con todas sus etapas es con él y no con sus padres. Por supuesto, el familiar es necesario para enriquecer la información y guiar el tratamiento.
- Es preciso enseñar al niño qué hacer ante su problema de salud. En primer lugar, porque debe hacerse responsable del mismo y en segundo lugar, hay que prepararlo para asumir actitudes adecuadas hacia el mantenimiento de su salud y responsable en el caso que enferme, no sólo en la niñez, sino en etapas posteriores de la vida.
- Lo primero que debe hacer el médico en la relación es ganarse la confianza del niño. Debe tener cuidado en no sobreactuar o exagerar en el proceso de comunicación, los niños son muy sensibles y desconfían con facilidad, sobre todo si han tenido experiencias desagradables. La naturalidad, la suavidad y la veracidad en el trato abrirán rápidamente las puertas a una relación satisfactoria.
- Se deben tener en la consulta algunos juguetes, libros adecuados para los niños, hojas de papel y lápices que puedan ser facilitadores de la comunicación, despertando en ellos la fantasía para ganar su confianza.
- El niño cooperará en la medida que sepa qué se hará, qué sentirá, qué ocurrirá y cómo puede ayudar. Se reforzará esto con halagos a sus conductas adecuadas. El conocimiento verídico y paulatino de lo que irá sucediendo le da confianza en el médico y en él mismo.
- Nunca se debe sujetar con fuerza, mentirle ni compararlo, de hacerlo el pequeño puede perder toda la confianza en los procederes médicos y paramédicos. Si es necesario inmovilizarlo en alguna ocasión, es importante explicarle por qué y lo que se hará para que pueda ayudar a su realización.
Correspondencia: María Antonieta Rodríguez Arce, Coliseo Edificio 1 Apartamento 2 entre Narciso López y Morales Lemus, Holguín, Cuba. Correo electrónico: marian@cristal.hlg.sld.cu