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Correo Científico Médico de Holguín 2003;7(1)

 

Hospital provincial docente V. I. Lenin, Unidad de Cuidados Intensivos Coronarios. Holguín

 

El Infarto Agudo del Miocardio en el paciente geriátrico.

Acute Myocardial Infarction in the Older.

Idaer M. Batista Ojeda1, Fabian Fernández Chelala2, Ernesto Medrano Montero3, Jorge Terrero de la Cruz4

 

1Especialista de Primer Grado en Medicina Interna. Intensivista. Profesor Instructor.

2Especialista de Primer Grado en Cardiología. Intensivista. Jefe Servicio Cardiología.

3Especialista de Primer Grado en Medicina Interna.Intensivista.

4Especialista de Primer Grado en Medicina Interna. Intensivista. Profesor Instructor.

RESUMEN

Se realiza una revisión de aspectos esenciales en el manejo y comportamiento del infarto agudo del miocardio en los pacientes geriátricos. Se analizan datos estadísticos demográficos nacionales e internacionales que demuestran el envejecimiento poblacional y por tanto el incremento potencial de los episodios coronarios agudos y de la mortalidad. Resulta evidente que estos enfermos sufren un mayor número de complicaciones al infartarse, sobre todo arritmias y complicaciones hemodinámicas que incrementan la mortalidad. Existe una necesidad de incluir más frecuentemente en los estudios aleatorizados a estos enfermos. El uso de betabloquedores puede ser beneficioso al igual que la trombolisis. La angioplastia ha demostrado ser el mejor proceder en estos enfermos.


Descriptores: infarto agudo del miocardio, anciano, mortalidad.

 

ABSTRACT

 

A review about essential issues in clinics and management of acute myocardial infarction in older patients is carried on. National and international  demographic statistical data showing  poblational aging and the potential augmentation of acute coronary episodes and mortality are analysed. Older people complain a greater number of complications after acute myocardial infarction, specially arrythmias and hemodynamic complications that elevate mortality. It is necessary to include this kind of patients in randomised trials more frequently. Use of betablockers and thrombolysis may be useful. Angioplasty has shown to be the best procedure for this population.

Key-words: acute myocardial infarction, older people, mortality.

 

INTRODUCCIÓN

 

Los pacientes ancianos constituyen un grupo mayoritario en el total de pacientes atendidos en la especialidad de Cardiología. El incremento de la edad es una característica demográfica actual de los países desarrollados en los que la expectativa de vida es muy superior y por tanto el envejecimiento de su población es significativo, lo que trae por consecuencia que las enfermedades del sistema cardiocirculatorio constituyan una de las primeras causas de consulta y desempeñen un papel preponderante en la mortalidad en estas edades avanzadas de la vida.

 

Para tener una idea, en los Estados Unidos de América, el 60% de los pacientes ingresados por Infarto Agudo del Miocardio y casi el 80% de los que se atienden por Insuficiencia Cardíaca son mayores de 65 años.

 

 Otro país donde la población envejece a ritmo acelerado es España, donde se calcula que la pirámide poblacional se habrá invertido en los próximos 50 años y las personas mayores de 65 años son el grupo de edad más frecuente. En este país se calcula que para el año 2010 algo más del 35% de la población tendrá más de 75 años y  para el año 2050 España será el país europeo con más pacientes ancianos. Según resultados del estudio PRÍAMO aproximadamente la mitad de todos los pacientes que ingresan en las unidades coronarias por Infarto Agudo del Miocardio tienen una edad mayor de 65 años y, de ellos, un 15% son mayores de 75 años.

 

En general, el paciente anciano padece más enfermedades, es mucho más vulnerable a todo tipo de agresión, sus mecanismos de defensa son más limitados, en él es menor la reserva fisiológica, las patologías se imbrican unas sobre otras en mayor medida que en otras edades, se manifiestan, diagnostican y tratan en muchos casos de otra forma, y tienen una mayor implicación social.

 

ÍNDICES DE ENVEJECIMIENTO DE ALGUNOS PAÍSES.

País

    1980

     1990

      2000

     2020

Alemania

     15,5

     15,5

     17,1

    21,7

Australia

       9,6

     11,3

     11,7

    15,4

Canadá

       9,5

     11,4

     12,8

    18,6

España

     11,0

     12,7

     15,1

    17,3

Estados Unidos

     11,3

     12,2

     12,5

    16,2

Francia

     14,0

     13,8

     15,3

    19,5

Italia

     13,5

     13,8

     15,3

    19,4

Suiza

     13,8

     14,8

     16,7

    24,4

Suecia

     16,3

     17,7

     16,6

    20,8

Datos de OCDE (Tomados de Arbelo et al. Demografía sanitaria de la ancianidad. Ministerio de Sanidad de Madrid).

 

 Como vemos la tendencia general es el envejecimiento acelerado de la población en los países desarrollados, lo que por tanto traerá como consecuencia un incremento de consultas e ingresos por enfermedades propias de la ancianidad entre las que se encuentra con sello relevante la cardiopatía isquémica y por tanto su expresión más grave el infarto agudo del miocardio.

 

Nuestro país con patrones de salud comparables con países desarrollados y con una edad promedio de vida alrededor de 75 años, muestra similares características. Se calcula que en nuestro país una de cada 4 muertes se produce por enfermedades cardiovasculares, siendo la cardiopatía isquémica su principal causa, sobre todo en pacientes mayores de 60 años.

 

ENVEJECIMIENTO DEL APARATO CARDIOCIRCULATORIO

 

El proceso de envejecimiento multiorgánico propio de la edad produce en la pared arterial cambios que dañan la capacidad de los vasos sanguíneos para aportar sangre a los distintos territorios, con independencia de la enfermedad arteriosclerótica que, en su mayor o menor medida y con un tiempo variable pero que se inicia muy precozmente, suele afectar a todos los individuos en las sociedades desarrolladas. Entre los cambios merece destacar un aumento en la íntima de los contenidos de ésteres de colesterol y fosfolípidos, de manera que se calcula que entre la segunda y sexta década de la vida la íntima acumula aproximadamente 10 mg de colesterol por cada gramo de tejido. Este depósito es homogéneo y constante, distinto del depósito en parches , más extenso e irregular, que caracteriza la arteriosclerosis. Ello, unido a la tendencia a aumentar los depósitos de calcio y a la pérdida de las propiedades elásticas que se produce en la arteria, origina un aumento en la rigidez y, en determinadas áreas, una disminución de la luz.

 

En el aspecto circulatorio se producen cambios como el alargamiento de la sístole mecánica a expensa de un enlentecimiento en la fase de relajación. Desde el punto de vista funcional lo más importante es la pérdida de la capacidad de respuesta de los receptores adrenérgicos con limitación para alcanzar altas frecuencias durante el ejercicio, y el mantenimiento de un volumen minuto adecuado merced a un aumento en el volumen de eyección, facilitado por el recurso al mecanismo de Frank-Starling. En la circulación  perisférica destacan la mala respuesta de los baroreceptores a los cambios posturales y el engrosamiento de la pared arterial con mayor rigidez del vaso, así como la pérdida de la elasticidad y el aumento de la postcarga.

 

Por supuesto todos estos cambios propios del envejecimiento son los causantes de estenosis y oclusiones arteriales, dilataciones aneurismáticas e incluso rotura de paredes arteriales. Estos fenómenos afectan de forma significativa los vasos coronarios y por ende son los responsables de anginas e infartos cardíacos, entre otras complicaciones.

 

EDAD, SEXO Y MORTALIDAD

 

Hay razones para pensar que existen importantes diferencias relacionadas con la edad y la salud de las personas. En la práctica clínica se sabe que la edad del paciente puede ser determinante en el pronóstico de su enfermedad. El aumento de la edad condiciona una mayor frecuencia de complicaciones que incrementan la mortalidad.

 

La distribución por sexo varía con la edad. El estado de salud y los resultados que se pueden esperar varían con la edad. Por estas consideraciones es necesario centrarnos en esta población y no intentar extrapolar las necesidades o características de los pacientes más jóvenes a los mayores.

 

Al aumentar la edad encontramos una diferente proporción de los sexos, de manera que muchas más mujeres presentan los procesos patológicos que tienen lugar en los intervalos de edad superiores. Mientras que de los pacientes menores de 55 años que  presentan infarto agudo del miocardio solo el 20% está constituido por mujeres, en los que superan los 85 años las mujeres representan más de un 60%. Lo anteriormente expresado es el resultado quizás de dos factores importantes: primero, las mujeres tienen un promedio de vida superior al hombre y por ello padecen de cardiopatía isquémica en edades más tardías, y en segundo lugar la protección estrogénica en la mujer retrasa la aparición de arteriosclerosis, y por tanto, de enfermedad coronaria.

 

 

Está demostrado que la morbilidad en la cardiopatía isquémica aumenta proporcionalmente al incremento de la edad. El Registro Nacional de pacientes con Infarto Agudo del Miocardio en los Estados Unidos de América (año 1990 al 94) demostró cifras significativas de diferencias en la morbilidad de esta enfermedad entre la población menor de 60 años y los pacientes de edades más avanzadas.

 

La tasa de mortalidad  se incrementa en relación proporcional a la edad, esta progresión es rápida y pasa de ser de un 5% en pacientes que se encuentran entre los 55 a 64 años de edad a superar el 25% en pacientes mayores de 85 años, independientemente de las intervenciones que se practiquen.

 

El estudio de Mahon Niall y colaboradores incluyó 1059 pacientes mayores de 65 años con infarto agudo del miocardio. La mortalidad se incrementó hasta el 28% en pacientes mayores de 65 años, mientras fue significativamente menor en pacientes menores de 65 años.

 

La American Heart Association considera el incremento de la edad como un importante factor predictor de muerte  en los pacientes con infarto agudo del miocardio, existiendo un aumento proporcional entre esta y las tasas de mortalidad reportadas. El riesgo de morir se incrementa 1,49 veces por cada 10 años de incremento de la edad.

 

Los estudios de Sumita y colaboradores incluyeron 655 pacientes geriátricos infartados encontrando un incremento significativo y proporcional de la mortalidad con la edad, siendo la mortalidad en los pacientes ancianos 4 veces mayor a la de los pacientes más jóvenes.

 

White y colaboradores en su estudio GUSTO-1 incluyeron 733 pacientes. La edad avanzada constituyó un factor de mal pronóstico, siendo la mortalidad de un 3% en pacientes menores de 65 años, un 9% en edades entre 66 y 74 años y de un 30,3% en pacientes mayores de 85 años.

 

COMPLICACIONES

 

Las complicaciones en el infarto agudo del miocardio constituyen el eje central de la mortalidad por esta entidad. Los ancianos  infartados son más prospensos a estas.

 

Las arritmias y sobre todo aquellas graves y letales como la taquicardia ventricular, la fibrilación ventricular, los bloqueos AV de II o III grados y los fluter o fibrilación auriculares son más frecuentes en este grupo de pacientes y constituyen factores de mal pronóstico.

 

El deterioro de la masa contráctil miocárdica propio de la edad predispone a la aparición de graves complicaciones mecánicas como la insuficiencia cardiaca grave (edema agudo pulmonar o shock cardiogénico), las que incrementan la mortalidad de forma significativa. Para ofrecer un dato significativo diremos que la insuficiencia cardíaca en el infarto aparece en el 25% de los pacientes de 65 a 69 años, sin embargo, en pacientes mayores de 85 años esta complicación se presenta en más del 50% de los casos.

 

Por otra parte los ancianos son más lábiles a padecer desequilibrios hidroeléctrolíticos y la insuficiencia renal aguda se presenta  aproximadamente 3 veces más frecuente en los pacientes mayores de 85 años que en edades comprendidas entre 65 y 69 años, estas influyen negativamente en el trabajo cardíaco y aumentan por tanto el riesgo de fallecer.

 

 

ASPECTOS DEL TRATAMIENTO

 

TROMBOLISIS

 

En el paciente anciano con infarto agudo del miocardio los beneficios y riesgos de la terapia trombolítica no están bien definidos, debido principalmente a la ausencia de estudios aleatorizados. Pabón y colaboradores en su estudio PRIAMHO estudiaron 733 pacientes. Los resultados sugieren que en el anciano con infarto agudo del miocardio, la trombolisis se asocia con un curso evolutivo menos complicado y con una menor mortalidad a los 28 días.

 

Resulta interesante que si bien es cierto que la población con infarto agudo del miocardio que supera los 75 años representa más del 30% del total de los enfermos, su inclusión en los amplios ensayos clínicos de terapia trombolítica alcanza solo el 10%.

 

El estudio Fibrinolytic Therapy Trialists Collaborative Group incluyó 1000 pacientes  de todas las edades. En todos los grupos de edad existió una disminución significativa de la mortalidad en los pacientes que usaron terapia trombolítica, con una tendencia decreciente en su eficacia a medida que aumentaba la edad. Pero incluso en mayores de 74 años existió una diferencia absoluta de un 1%. En los Estados Unidos , a diferencia de Europa, una variabilidad del 1% en la efectividad de un tratamiento se considera importante.  Cabría preguntarse:  ¿ Se considera eficaz el tratamiento en el paciente senil ?

 

BETABLOQUEADORES

 

Está plenamente demostrado que los betabloquedores tienen varios efectos beneficiosos en los pacientes infartados. Estos efectos son el alivio del dolor, su capacidad de reducir la necesidad de uso de analgésico, y de reducir el área isquémica, controlan la tensión arterial, disminuyen la frecuencia cardíaca por lo que reducen el consumo de oxígeno del miocardio, protegen contra las arritmias ventriculares graves y reducen el riesgo de muerte súbita y la mortalidad a corto y largo plazo.

 

Se han llevado a cabo varios estudios con amplios ensayos clínicos. Los tres más importantes estudios que han analizado el uso de los betabloqueadores son el estudio BHT, el Goteborg Metoprolol Trial y el Norwegian Multicenter Study Group. Llama poderosamente la atención que en estos estudios se incluyeron pacientes con edades de 30 a 69 años (edad media 55 años), 40 a 74 años (edad media de 60 años) y 20 a 75 años (edad media 61 años), quedando excluidos pacientes con edad avanzada lo que no permite valorar y comparar la eficacia del tratamiento con betabloqueadores en pacientes seniles.

 

En este sentido es  importante mencionar el Proyecto Cardiovascular Cooperativo de los Estados Unidos de América basado en lograr la mejoría de la atención médica de los pacientes seniles que sufren infarto agudo del miocardio. Una de las intervenciones de este proyecto es la utilización del tratamiento con betabloqueadores en pacientes mayores de 65 años que han sufrido infarto cardíaco, considerándolos ideales para esta terapéutica. Se ha comprobado  que estos pacientes existe un beneficio significativo con el uso de estos fármacos. El análisis por subgrupos (65 a 74 años, de 75 a 84 años y mayores de 84) ha demostrado que aunque  el beneficio del tratamiento es mayor para pacientes más jóvenes, existe en todas las edades.

 

 

ANGIOPLASTIA Y REVASCULARIZACIÓN

 

La angioplastia y la revascularización son aspectos polémicos en el tratamiento del paciente anciano con infarto agudo del miocardio. Los estudios internacionales llevados a cabo adolecen de no incluir habitualmente a estos pacientes, o sea están infrarrepresentados en los ensayos clínicos. Ejemplo de esto es el estudio publicado por la New England Journal of Medicine en 1999, el que investigó el impacto de la revascularización en pacientes con shock cardiogénico. Según sus resultados este proceder fue beneficioso en pacientes menores de 75 años, pero el grupo de enfermos mayores de esta edad fue muy escaso y además hay que considerar que el shock es más frecuente en pacientes ancianos infartados, por lo que los resultados del estudio no son del todo convincentes.

 

El estudio PPRIMM75 ( Pronóstico del Primer Infarto del Miocardio en Mayores de 75 años) realizado en Madrid, España, dió seguimiento a largo plazo a pacientes que recibieron angioplastia, trombolisis y tratamiento conservador. Los resultados demostraron que los pacientes que recibieron angioplastia tienen un mejor pronóstico y no existieron diferencias en el pronóstico entre los enfermos que recibieron tratamiento trombolítico o tratamiento conservador.

 

En los Estados Unidos de América se estudiaron 37 983 pacientes de 65 años o más infartados. Solo el 4,2% de los pacientes recibieron angioplastia primaria. Se analizaron los resultados a corto y largo plazo. Los pacientes que recibieron tratamiento con angioplastia primaria tuvieron tasas de supervivencia mejores a los 30 días y a un año de seguimiento respecto a los que no fueron tratados.

 

Una vez más nos encontramos ante la incertidumbre de cuál es la estrategia más adecuada para enfrentarnos a pacientes mayores de 75 años con infarto agudo del miocardio. En nuestra opinión la angioplastia primaria es la mejor opción cuando se disponga de los medios para llevarla a cabo. En caso contrario, la elección entre terapia trombolítica o terapia médica de soporte debe basarse en el establecimiento de un balance cuidadoso entre los riesgos y beneficios que cada una de ellas puede aportar. Mientras la terapia trombolítica proporciona un beneficio neto entre los pacientes jóvenes, aumenta el riesgo de enfermedad cerebrovascular en los ancianos, de manera que se producen alrededor de 8 accidentes cerebrovasculares por cada 1000 pacientes tratados.

 

CONCLUSIONES

 

En los pacientes geriátricos se incrementa el riesgo de fallecer por infarto agudo del miocardio, sin embargo, todavía existe una pobre inclusión de estos en estudios aleatorizados por lo que se hace difícil decidir aún la estrategia terapéutica más adecuada en estos casos. Al parecer la angioplastia primaria constituye el proceder que ha aportado mayores beneficios en estos enfermos.

 

 

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Correspondencia: Dr  Idaer M Batista Ojeda.  E_mail: idaer@cristal.hlg.sld.cu

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