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Correo Científico Médico de Holguín 2007;11(4 Suppl. 1)

Trabajo de revisión

 

Servicio de Geriatría. Hospital Provincial Docente V. I. Lenin.

 

La capacidad y percepción de auto-cuidado, una estrategia de elección para alcanzar  una longevidad satisfactoria.

 

Self-Care Capacity and  Perception, a   Strategy  for a Satisfactory Longevity.

 

Israel Millán Méndez1, Armando Carlos Roca Socarrás2, Kleydis Blanco Torres3.

 

1 Especialista de 1er Grado en Enfermería Comunitaria. Profesor Asistente de Enfermería. Master en Atención Primaria de Salud. Filial de Ciencias Médicas Arides Estévez. Holguín.

2 Especialista de 1er Grado en Gerontología y Geriatría. Profesor Asistente de Geriatría. Master en Longevidad Satisfactoria.  Hospital Provincial Docente V. I. Lenin. Holguín.

3 Licenciada en Enfermería. Diplomada en Gerontología Comunitaria. Hospital Provincial Docente V. I. Lenin. Holguín.

  

RESUMEN

 

La salud de los ancianos dentro de las sociedades envejecidas, depende en gran medida de la capacidad de auto-cuidados. El auto-cuidado como sistema de acción incrementa la calidad de la asistencia geriátrica sectorizada en la comunidad. Su nivel de medición del estado de salud del anciano es cualitativo y cuantitativamente superior a otros instrumentos utilizados habitualmente.  El desarrollo de capacidad y percepción de auto-cuidados en la persona de edad es una alternativa real y eficaz en su atención integral, que nos conduce a una longevidad satisfactoria. En el  presente trabajo de revisión se analizan los aspectos fundamentales del autocuidado en el escenario de la atención primaria dirigido a la atención multidisciplinaria y exhaustiva del anciano.

 

Palabras clave: auto-cuidados, adultos mayores, atención primaria

 

ABSTRACT

 

The elderly health within the aged societies depends on   self-care capacity. The self -care as an action system increases the quality of the diverse geriatric care assessment in the community. The measurement level related with the aged  people´s  health is qualitative and quantitatively superior to other instruments habitually used.  The development of self-care capacity and perception in the aged persons is a real and effective alternative in their integral attention that leads us to a satisfactory longevity.

 

Key words: self- care, elderly, primary care.

 

INTRODUCCIÓN

 

Desde mediados del siglo XX el crecimiento de la población mundial está condicionando un considerable cambio en la configuración demográfica actual. Esta expansión poblacional no ocurre por igual en todos los países, ni en todos los grupos de edad. En los países desarrollados y en vías de desarrollo se está produciendo un progresivo incremento de la población anciana en relación con otros grupos de edad. La disminución de la natalidad y la fecundidad parece ser la causa más importante, mientras que la disminución de la mortalidad aparece como un factor de envejecimiento o no, en dependencia de cual es el grupo de edad donde se produce esa disminución. Las migraciones son el tercer factor que influye.1, 2,3

 

Con el correr de la década de los noventa, las continuas tendencias mundiales hacia una menor fecundidad y la mayor esperanza de vida, han elevado el fenómeno del envejecimiento de la población a una capacidad de prominencia jamás alcanzado. El Caribe es hoy la región en desarrollo “más vieja“del mundo, pues más del 10% de su población total tiene 60 años y más. Este sector de la población está aumentando a una tasa anual de 3%.4

 

Cuba, país en vías de desarrollo, no está exento de este proceso, de hecho, constituye el principal problema demográfico actual y perspectivo, ya que se encuentra en la última etapa de su desarrollo demográfico, su población, al igual que la de los países desarrollados ha envejecido de forma ostensible, así, en 1950 había aproximadamente 40 mil personas de 60 años y más, representando el 6.7% de la población total, en 1985, ese grupo etáreo alcanzaba 1 151 146 personas  para el 11. 3%, en 1999 se registraron 1 442 288 ancianos lo que representó el 12. 9%, y actualmente hay más de 1 600 000, que representa el 15%, y se espera que para el 2025 este grupo ocupe más del 20% de la población total de Cuba, siendo uno de los países más envejecidos de América Latina.5, 6

 

Hoy, siete de cada diez cubanos logran vivir más de 60 años y los que cumplen los 60, viven como promedio 20 años más, mientras que cada anciano al llegar a los 80 años puede vivir potencialmente 7.6 años más.7       

 

DESARROLLO

 

Envejecimiento y salud.

 

El rápido envejecimiento de la población en los países en desarrollo, la identificación de necesidades específicas en la población anciana, ciertas circunstancias desestabilizadoras de la vida actual y futura, las limitaciones en el crecimiento económico constituyen poderosas razones  para que los gobiernos y las organizaciones nacionales e internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, relacionadas con el bienestar y la salud de las sociedades, se interesen y trabajen entusiasta y coordinadamente a favor de las personas de edad avanzada.8

 

El crecimiento acelerado de la población senescente en América Latina y el Caribe sorprendió tanto a los políticos como a los administradores de programas sociales. Inicialmente las sociedades de la región definen el problema de los ancianos como una cuestión que no compromete la acción directa del estado. El cuidado del anciano y la satisfacción de sus necesidades en situaciones de crisis o riesgo se definen como responsabilidades propias del individuo (autocuidado), o en su defecto de su familia.9

 

El envejecimiento poblacional conlleva a una serie de consecuencias que están determinando las relaciones entre los diferentes grupos humanos que han de compartir unos recursos limitados. Las evidencias demográficas apuntan hacia la necesidad de que los gobiernos aseguren unos recursos que proporcionen atención a este creciente colectivo. Este fenómeno, además, entraña importantes repercusiones en la estructura sociosanitaria de un país. El paciente anciano, por su mayor morbimortalidad, es el principal consumidor de recursos sociosanitarios, camas hospitalarias, estancias más prolongadas y mayor número de reingresos, también es el principal usuario de los servicios de atención primaria de salud y primer consumidor de fármacos. Las políticas sanitarias han de ir orientadas a la creación y aplicación de programas destinados a satisfacer las demandas derivadas del envejecimiento.3

 

El envejecimiento de la población constituye uno de los acontecimientos sociales y demográficos relevantes de las últimas décadas. La creciente población de adultos mayores debe ser integrada al desarrollo y a la modernidad, lo que depende en parte importante del estado, pero también, de los propios adultos mayores (y de los individuos que se aproximan a esa etapa de la vida).10

 

El envejecimiento se define como la serie de modificaciones morfológicas, fisiológicas, funcionales y bioquímicas que origina el paso del tiempo sobre los seres vivos. Se caracteriza por la pérdida progresiva de la capacidad de reserva del organismo ante los cambios, la mayoría son cambios involutivos que tienen una repercusión indudable sobre la fisiología del organismo, pero su principal efecto está en la capacidad de adaptación del individuo a las exigencias del medio. Es un proceso dinámico que se inicia en el momento del nacimiento y se desarrolla a lo largo de nuestra vida, de forma irreversible, que opera con el paso del tiempo y se manifiesta en diferentes aspectos funcionales.

 

Pero envejecer no es lo mismo que enfermarse y los cambios que se producen en los órganos y sistemas tienen una repercusión directa en la valoración semiológica y fisiopatológica, la actitud diagnóstica y las necesidades terapéuticas.2 Sin embargo acercar la mayor cantidad de personas a los promedios de vida que hoy son accesibles a una parte importante de la humanidad y que éstos  vivan de forma saludable (longevidad satisfactoria con calidad de vida), es una tarea titánica pero posible, definiéndose la longevidad satisfactoria como la condición de máxima expansión posible de la vida en condiciones de salud y bienestar, que permita a las personas mayores satisfacer sus expectativas personales y lograr su plena adaptación al medio ecológico y social en que se desenvuelven.1

 

Todos estos datos justifican por una parte, el interés por el estudio de los fenómenos del envejecimiento (Gerontología) y por otra, la preocupación de la medicina preventiva y social por la profilaxis y tratamiento de las situaciones y enfermedades que acosan a las personas de edad avanzada (Geriatría).1,11

 

El progresivo incremento de la población geriátrica está obligando a los sistemas sociosanitarios de todos los países, a diseñar estrategias que respondan a las crecientes demandas de este colectivo. Las personas mayores son los principales consumidores de recursos sanitarios y más del 95% permanecen en sus hogares. La atención primaria de salud (APS) es el primer y principal eslabón de la asistencia sociosanitaria a los adultos mayores. El propio envejecimiento y las circunstancias sociales, económicas y culturales que le rodean, confieren al anciano una problemática específica.

 

La valoración gerontólogica ha demostrado ser una herramienta efectiva en la detección y evaluación de los problemas que padecen los ancianos. La asistencia geriátrica sectorizada por áreas sanitarias (consultorio del médico de familia), integrada y coordinada con el resto de los servicios comunitarios es la respuesta más eficaz para asegurar la atención integral a las personas mayores. Los programas de salud para el anciano, desde la APS, han de asegurar la permanencia de los mayores en su medio ambiente, en unas condiciones de máxima dignidad, independencia y calidad de vida.

 

El personal de enfermería ocupa un lugar primordial en el cuidado al anciano en la comunidad, su actuación en la detección de problemas, exámenes de salud, vacunación, educación sanitaria, control de los pacientes con enfermedades crónicas y la visita al hogar constituyen el soporte de todo programa de salud para el anciano.3     

 

El tránsito recorrido en el sistema de atención al anciano y las características actuales de este grupo de la población demandan de una etapa cualitativamente superior que se corresponda con sus exigencias y estado de salud, por lo que en 1996 se elaboró un nuevo programa de atención al adulto mayor, que abarca todas las capacidades de atención y la participación de tres pilares fundamentales: la estructura sociopolítica local, el sistema de salud, seguridad y asistencia social y las personas de edad y sus organizaciones, actualmente se encuentran dentro de los cuatros programas priorizados por el ministerio de salud pública.7

 

Este programa además de promover la mejoría en el manejo del anciano en todos los ámbitos de atención en salud, crea un sistema paralelo de atención geriátrica en todos los niveles, lo que complementa y perfecciona el mismo. Pero es en el primer nivel o escalón (APS) donde cobra mayor importancia, ya que se trabaja en los aspectos de promoción y prevención de salud al anciano y es el  equipo básico de salud (EBS) de atención comunitaria el que debe evaluar integralmente al anciano aplicando los instrumentos o escalas establecidas.5, 7

 

Medir salud en el paciente anciano resulta complejo, pues es medir la resultante de diversas variables de carácter biológico, psicológico y social, es por eso que la salud del anciano debe medirse en correspondencia con su funcionabilidad. Las  mediciones del estado funcional evaluarán el funcionamiento de las personas con respecto al desempeño en las actividades de la vida diaria, con las exigencias del medio que las rodea, y por tanto, el grado de dependencia o no conque puedan asumir la adaptación a ese medio, y constituyen un indicador resumen del estado de salud del individuo y por ende de su calidad de vida.2, 12

 

Auto-cuidados y nivel de salud en adultos mayores

 

Hace ya largo tiempo quienes se ocupan de los crecientes problemas de los ancianos y enfermos crónicos  advierten la necesidad de disponer de mejores métodos para medir la capacidad funcional de esas personas. Los investigadores y quienes cuidan de los pacientes necesitan disponer de medios que les permitan evaluar los resultados de la atención de salud, así como de información cuantitativa sobre los cambios que se producen naturalmente en la capacidad funcional de las personas enfermas y sanas.

 

Los administradores pueden utilizar las mediciones de la capacidad funcional para evaluar las necesidades de atención en los servicios comunitarios como hospitales, centros de rehabilitación, hogares de ancianos y programas de atención de salud en el hogar. Uno de esos métodos es el índice de actividades de la vida diaria (AVD) o índice de Katz, el cual se basa en una evaluación de la independencia o dependencia funcional de los individuos para bañarse, vestirse, usar el servicio sanitario, movilizarse, ser continente y alimentarse sin ayuda.13  

 

Como instrumento en la práctica de la medicina, la enfermería y la rehabilitación, el índice constituye un elemento de medición de valiosa objetividad, por las aplicaciones que tiene en relación con los problemas del paciente. Sin embargo teniendo en cuenta que la mayoría de las personas mayores que pertenecen a un área de salud son un grupo heterogéneo que incluye desde personas con buen estado de salud, hasta personas enfermas, pero con autonomía funcional, los instrumentos que evalúan funcionabilidad se ven limitados a detectar las personas que realmente tienen algún grado de dependencia (que hacen y que no hacen)  y no miden la calidad de la independencia o lo que es lo mismo la capacidad y percepción de autocuidado en los independientes o en los que realizan los agentes de cuidados dependientes con las personas  sin capacidad para realizarlos por ellos mismos (como hacen lo  que hacen).   

 

Aunque se han diseñado numerosos instrumentos de investigación  para medir la aplicación del auto-cuidado, la investigación con personas mayores suele utilizar las herramientas Appraisal of Self-Care Agency (ASA), para medir la estimación de la actividad de autocuidado.14 y el Excercise of Self-Care Agency (ESCA) de Kearney y Fleisher, para valorar la actividad  y la capacidad de autocuidado.15

 

El auto-cuidado es una función humana reguladora que debe aplicar cada individuo, de forma deliberada, para sí mismo, con el fin de mantener su vida y su estado de salud, de desarrollo y bienestar. El auto-cuidado es por tanto un sistema de acción.16

 

Este término es desarrollado por la enfermera norteamericana Dorotea Oren en la segunda mitad del Siglo XX, la cual construye una teoría de enfermería conocida como déficit de auto-cuidado, considerada como una gran teoría, la cual está integrada a su vez por tres teorías: la teoría del auto-cuidado, la del déficit de auto-cuidado y la de los sistemas de enfermería, y que tiene entre sus componentes; la demanda, los requisitos  y la actividad de auto-cuidado y se dimensiona en: déficit de auto-cuidado total, déficit de auto-cuidado parcial y  déficit de auto-.cuidado cognoscitivo perceptivo.17

 

La agencia de auto-cuidado es un concepto descrito por Orem en su teoría general, que es una conducta humana, un comportamiento aprendido que tiene las características de acción intencionada, se produce a medida que los individuos se ocupan en acciones para cuidar de sí mismos influyendo en los factores internos y externos para regular su propio funcionamiento y desarrollo interno. El auto-cuidado está intercalado en las actividades de la vida diaria y no es en sí una actividad de la vida diaria y no constituye un centro de atención importante. Es un fenómeno activo, que requiere que las personas sean capaces de usar la razón para comprender su estado de salud y sus habilidades en la toma de decisiones para elegir el curso de acción apropiado.18

 

Las actividades necesarias para mantener la salud se aprenden y están condicionadas por muchos factores como la edad, la maduración y la cultura, formándose las capacidades de autocuidado (CAC).18

 

Es importante señalar que teóricamente, las capacidades de auto-cuidado pueden estar desarrolladas, pero no operar; es decir que por alguna razón la persona tiene habilidades para cuidar de su salud pero no hace uso de ellas. Esta situación puede estar relacionada con la forma en que las personas perciben su estado de salud, lo que a su vez afecta en sus CAC, en otras palabras, cuando las personas se perciben sanas, aparentemente no se preocupan por su salud hasta que reconocen o perciben que su salud puede estar en peligro.19

 

Según Coppard, el auto-cuidado comprende todas las acciones y decisiones que toma una persona para prevenir, diagnosticar y tratar su enfermedad, todas las actividades individuales dirigidas a mantener y mejorar la salud, y las decisiones de utilizar tanto los sistemas de apoyo formales de la salud(cuidados formales) como los informales(cuidados informales). Desde esta perspectiva se consideran actividades de auto-cuidado, entre otras, el control personal de la temperatura, el pulso o la presión arterial, la realización de actividades físicas con regularidad, el examen periódico de mamas, la asistencia a los centros de salud, la ingestión de medicamentos de acuerdo con la prescripción médica, el abandono de los hábitos tóxicos, el control de la glucosuria y el cumplimiento de dietas especiales.20

 

Orem y Coppard comparten la opinión de que una persona puede convertirse por sí misma, o con la ayuda de otros, en su propio agente de auto-cuidado; en tal sentido, los integrantes del equipo de salud en razón de su preparación y responsabilidad profesional, están llamados a convertirse en agentes facilitadores de ese proceso.20

 

El auto-cuidado como concepto educativo ha cobrado auge en los últimos años a raíz de la prioridad asignada a la atención primaria como estrategia de elección para alcanzar la meta de salud para todos en el siglo XXI. La adopción del auto-cuidado como estrategia para ser utilizada durante la vejez armoniza con las actividades que se  proponen para hacer efectiva la promoción y prevención de la salud en términos del desarrollo de aptitudes personales, y de la adquisición de habilidades y conocimientos que permitan adoptar conductas favorables para la salud.20

 

Tanto la promoción como la prevención de la salud descansan en la educación para la salud, disciplina que se ocupa de iniciar, orientar y organizar los procesos que han de promover experiencias educativas, capaces de influir favorablemente en los conocimientos, actitudes y prácticas del individuo y de la comunidad con relación a la salud.21 A través del proceso educativo  las personas de edad pueden incorporar a su vida diaria, conductas para la salud física, social, mental y espiritual que favorecerán su calidad de vida, tendiendo a abandonar los estilos y conductas que le son perjudiciales.22

 

Estamos convencidos del potencial ilimitado de aprendizaje del hombre, independientemente de su edad, y de que mediante el proceso educativo, los ancianos logran incorporar a su vida diaria conductas de salud física, social, mental y espiritual que favorecen su estado de bienestar. La mayoría de los ancianos no sólo tienen la capacidad  física y cognoscitiva para aprender técnicas de auto-cuidado y practicarlas, sino también para trasmitirlas a otros.

 

No obstante, para que el auto-cuidado se convierta en una alternativa real y eficaz de la atención integral de los ancianos es necesario que los miembros del equipo de salud que trabajan con ellos reconozcan, en primer término, los cambios que se producen a causa del envejecimiento normal y patológico y sus consecuencias en relación con los efectos del aprendizaje. Si bien la acción conjunta de los esfuerzos sanitarios y sociales incrementan la calidad y efectividad de la atención comunitaria al anciano, el apoyo y aseguramiento para la realización del auto-cuidado y el cuidado informal es una labor fundamental de la enfermera.20, 22

 

CONCLUSIONES

 

El auto-cuidado es una función humana reguladora que debe aplicar cada individuo, de forma deliberada, para sí mismo, con el fin de mantener su vida y su estado de salud, de desarrollo y bienestar. Una persona puede convertirse por sí misma, o con la ayuda de otros, en su propio agente de auto-cuidado; en tal sentido, los integrantes del equipo de salud en razón de su preparación y responsabilidad profesional, están llamados a convertirse en agentes facilitadores de ese proceso. El auto-cuidado como concepto educativo es una estrategia de elección para alcanzar la meta de salud para todos en el siglo XXI con una longevidad satisfactoria.

 

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Correspondencia: Dr. Armando Carlos Roca Socarrás. Calle Peralta # 25 entre Constitución e Independencia, reparto Santiesteban, Holguín. Correo electrónico: aroca@cristal.hlg.sld.cu

 

 

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