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Correo Científico Médico de Holguín 2007;11(2)

 

Trabajo de revisión


Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias Médicas “Mariana Grajales Coello” Holguín.

 

¿Por qué un niño normal no tiene los resultados escolares que se esperan?

 

Why a normal boy does not have the school results that are expected? 

 

María Antonieta Rodríguez Arce.

 

Psicóloga.

 

RESUMEN

 

Ningún niño es igual a otro y por lo tanto, cada uno tiene su propio ritmo de asimilación de conocimientos, hábitos y habilidades, incluso, unos pueden destacarse en determinadas actividades y en otras no, por sus aptitudes, intereses, gustos y características muy particulares. Sin embargo, en ocasiones algunos pequeños no tienen los resultados esperados y son variadas las causas que los pueden provocar, generalmente combinadas, así como diferentes los manejos que se lleven a cabo.

 

Entre las causas más frecuentes que he encontrado están las situaciones familiares inadecuadas, incorrectos manejos familiares y pedagógicos donde no se tienen en cuenta las características del niño, no se le prepara para su entrada a la escuela, ni se preparan los padres para ello. También, pueden ocurrir hechos inesperados que afecten transitoriamente al pequeño.

 

El hogar debe ser la continuación de la escuela y viceversa. Estos dos factores no deben nunca contraponerse, al contrario, deben complementarse. La maestra debe comunicar a los padres las dificultades, pero no como queja o para responsabilizarlos y trasladarlas a ellos. Debe hacerlo para ponerse de acuerdo, para orientarlos. Recuerden que la pedagoga es la maestra y los padres deben buscar orientación y ayuda en ella. Los padres no deben dejar la educación de su hijo a la escuela, deben enriquecerla.

 

Palabras clave: educación / niño.

 

ABSTRACT

 

No child is similar to another and therefore, each one has his/her own rhythm of assimilation of knowledge, habits and abilities, even, some can stand out in certain and not in others for his/her aptitudes, interests, likes and very particular characteristics. However, in occasions some children do not have the expected results and the causes that provoke them are varied, generally combined, as well as the different handlings that are carried out.

 

Among the most frequent causes that I have found are inadequate family situations, incorrect family and pedagogic handlings where the child’s characteristics are not taken into account and the child is not prepared for his/her entrance to the school, not do the parents get ready for it. Also, unexpected facts that affect transitorily the child can happen.

 

The home should be the continuation of the school and vice versa. These two factors should never be opposed; on the contrary, they should be supplemented. The teacher should communicate the parents the difficulties, but not as a complaintor to make the parents responsible and to transfer them to them. He/she should do it to come to an agreement, to guide them.

 

Remember that the pedagogue is the teacher and the parents should look for orientation and help in her. The parents should not leave the education or their child to the school, they should enrich it.

 

Key words: education / child.

 

DESARROLLO

 

Con frecuencia he atendido niños y niñas normales que en un período de su vida escolar no tienen los resultados académicos esperados, lo cual constituye una preocupación para sus padres, familiares, maestros y que infelizmente no siempre saben manejar de manera adecuada complicándose la situación.

 

En este tema, no pretendo abordar diferentes problemas en el aprendizaje, el cual es muy amplio, es decir, retraso mental, retardo en el desarrollo psíquico, déficit de la atención, deficiencias sensoriales, problemas en campos concretos como la lectura, las matemáticas y otros.

 

Mi interés reside en aquellos niños y niñas que siendo totalmente normales tienen dificultades para vencer determinados objetivos escolares y no aprenden siempre con la misma rapidez que otros de su grupo.

 

Debo partir, de que ningún niño o niña es igual a otro y por lo tanto, cada uno tiene su propio ritmo de asimilación de conocimientos, hábitos y habilidades, incluso, unos pueden destacarse en determinadas actividades y en otras no, por sus aptitudes, intereses, gustos y características muy particulares. Sin embargo, en ocasiones algunos pequeños no tienen los resultados esperados y son variadas las causas que los pueden provocar, generalmente combinadas, así como diferentes manejos que se llevan a cabo. Paulatinamente, procederé a las reflexiones correspondientes al respecto.

 

El primer grado de la enseñanza primaria es de gran complejidad para el pequeño y hasta para los padres, sobre todo, para aquellos que sus hijos permanecieron en los hogares en su etapa preescolar y que por desconocimiento no los prepararon para su entrada en la escuela. Ya escribí un tema acerca de la preparación de los pequeños al respecto. No obstante, considero que ésta es una causa frecuente del problema en cuestión, especialmente, en ese inicio, si está vinculado a experiencias desagradables y que de manejarse inadecuadamente, puede prolongarse por más tiempo e incluso, a otros años de estudio.

 

Para un niño o niña que comienza su primer grado y no está acostumbrado a ser independiente, a defenderse, a sentarse a ejecutar tareas como dibujar, recortar, pegar, ver láminas y libros acordes a su edad y otras, que no está acostumbrado a relacionarse con niños y niñas con frecuencia, a un niño o niña que es el centro de la atención en su hogar y que en la escuela es uno más, a un niño o niña que es tímido o a un niño o niña que no sabe de normas le es más difícil que a otros, adaptarse a esa nueva etapa de su vida.

 

Los estados emocionales negativos y ambivalentes que ocurren ante esta situación pueden incidir en que no aprenda con la facilidad que sus posibilidades le permiten.

 

Esto puede agravarse con la propia adaptación de los padres a la entrada de su hijo o hija a la escuela. Con frecuencia, observo a padres que sufren esta separación y están muy preocupados por la atención que desean que su pequeño reciba de la maestra y otro personal de la escuela. Esto les ocasiona mucha tensión, ansiedad y hasta irritabilidad, lo cual incide en comportamientos de exagerada preocupación, lenguajes verbales y extraverbales inadecuados, hipercrítica, exagerada vigilancia, hasta desconfianza y otros, que lógicamente, no lo ayudan, todo lo contrario, aumentan sus expectativas, su tensión.

 

Otra causa, no sólo en el primer grado, que favorece a estados emocionales negativos, que el niño o niña esté tenso y que ello genere ansiedad, tristeza, irritabilidad, distractibilidad, intranquilidad, apatía, anorexia, problemas con el sueño y otros síntomas de alteración psicológica y por tanto, favorecen a dificultades en el rendimiento escolar son las situaciones familiares inadecuadas, los incorrectos manejos familiares en los cuales me detendré para hacerlos reflexionar por su frecuencia.

 

Un hogar sobreprotector limita las actividades del niño o niña y éste no aprende a resolver las situaciones que se le presentan, no tiene confianza en sí mismo, no tiene validismo, no tiene tolerancia a las frustraciones porque los adultos le limitaron a probar sus fuerzas, le quitaron los obstáculos que debía resolver por sí solo. Sufre entonces, al verse en un lugar nuevo, lleno de nuevas exigencias y costumbres sin la protección de su familia. ¿Imaginan cómo puede sentirse?

 

Un hogar donde no se hayan establecido adecuadas normas de conducta porque sus familiares no se pongan de acuerdo y lo que hoy es “sí”, mañana es “no” o lo que para una persona debe hacerse de una manera, para otra no lo es, incluso, con discusiones en su presencia. Un hogar donde las normas, las exigencias no están acordes con la edad y sus características pueden provocar, que al llegar a la escuela no sepa de normas y le cueste mucho esfuerzo asimilarlas, lo cual en muchas ocasiones interfiere en su ajuste a ese medio y a su rendimiento escolar.

 

Un hogar donde la agresividad prima en las relaciones interpersonales tampoco favorece el rendimiento escolar. Esta agresividad puede tener muchas manifestaciones. Los padres discuten frecuentemente por problemas entre la pareja que no resuelven y que los altera, llevando estos estados emocionales negativos al manejo del niño o niña y a crear un ambiente desagradable en la familia.

 

Los familiares discuten por problemas en la convivencia y/o desacuerdos en la propia educación del niño o niña. Esto es agresividad. También lo es el silencio, es decir, miembros del hogar que no se hablan y hasta usan gestos de rechazo entre ellos, aunque las palabras no se digan.

 

Un pequeño que viva en hogares con estas características, no es feliz y ello, lo puede hacer mostrarse tenso, agresivo, desconfiado, irritable, desobediente, intranquilo, ansioso, inseguro, dependiente, temeroso y otras conductas que no propician que se sienta bien en la escuela y asimile lo que allí le enseñan.

 

He abordado causas generales, pero dentro de ellas o como manejos familiares concretos les ofreceré algunas reflexiones…

 

Hay niños y niñas que son normales en todos los sentidos, pero por tener padres perfeccionistas, tienen una exigencia grande sobre ellos, que en algunos casos provoca que se formen hijos también perfeccionistas y aunque son propensos a las tensiones, por su afán de hacer las cosas bien, son buenos alumnos, sin embargo, con similar forma de educar pueden formarse hijos rebeldes, que hacen todo lo contrario y pueden tener malos resultados docentes y conductas desordenadas.

 

Con similar forma de educar pueden formarse hijos sumisos, sin confianza en sí mismos y que fracasan a menudo por su inseguridad. Estos padres con frecuencia son hipercríticos, generalmente, no se sienten satisfechos con los  resultados de su hijo o hija y su comunicación va acompañada con frases como: “Siempre te equivocas”, “Eres torpe”, “Lo haré yo porque tú no sabes” y otras.

 

Por supuesto, estas frases y otras parecidas no sólo son utilizadas por padres perfeccionistas. En realidad, para mi pesar, son bastante oídas en los hogares y tienen una repercusión muy importante en la formación de la autoconciencia del niño y con ella, en la autovaloración y en la autoestima.

 

En mi experiencia, una de las formaciones de la personalidad más dañadas en las personas que he atendido es la autovaloración, es decir, la valoración de uno mismo y ella está estrechamente vinculada a las aspiraciones. Si una persona se autovalora por debajo de sus posibilidades reales, aspira a muy poco y se conforma con poco. Si una persona se sobrevalora, aspira a mucho y quiere más. Tanto un tipo, como otro genera frustraciones en las personas, las cuales complican negativamente el comportamiento con desagradables consecuencias y una de ellas, es el bajo rendimiento académico.

 

Esto lo he observado con mucha frecuencia en mis alumnos a lo largo de mi labor docente. Cuando se trabaja con ellos mejorando su autoestima, su seguridad en sí mismos, los resultados cambian de forma favorable.

 

La autovaloración se forma y en ello tiene un papel primordial, sobre todo, en la niñez, lo que dicen los demás de uno. Cuidado con las palabras, cuidado con los gestos.

 

Por el contrario, se observan padres y familiares que consideran que el pequeño es muy aventajado y hablan constantemente delante de éste de sus resultados, de lo que sabe y hasta lo comparan con otros para favorecerlo más. Se oyen frases como: “Mi hijo es un talento”, “Mi hijo es el mejor del aula”, “Mi hijo tuvo la mejor calificación”. Esas frases las oyen desde pequeño y es posible que haya aprendido a sobrevalorarse. Si esto ocurre, ese niño puede ser poco tolerante a una baja calificación, así como a otros resultados no esperados. Al comprobar que no es el mejor, que se equivoca, puede perder la confianza en sí mismo y el interés, y seguir cosechando resultados no deseados que deberían ser superiores.

 

Para continuar en esta línea, he observado a familias que sin ser perfeccionistas, sí lo son con el niño o niña. Generalmente, ocurre cuando es el único pequeño del hogar y cada uno de los miembros desea para él lo mejor, muchas veces pretenden lograr que éste sea perfecto, que haga todo aquello, que tal vez esos adultos quisieron ser. ¿Qué ocurre entonces? Las exigencias son mayores que sus posibilidades o si las puede resolver, lo atormentan tanto, que puede ignorarlas e ignorarlos, actúa con más lentitud, se distrae, hace acciones contrarias a las que se le pide y muchas más formas de comportamiento en las que “desconecta” a las tensiones a que se le somete.

 

Otro aspecto a tener en cuenta es el relacionado con el temperamento. Considero que abordar el temperamento es un tema en sí, pero por su incidencia en éste, reflexionaré brevemente al respecto.

 

Hay diferentes tipos de temperamento y con frecuencia, combinados. Los adultos saben que el mismo existe, mas no saben en qué consiste, cómo se manifiesta, qué incidencia tiene en la regulación de la conducta y mucho menos manejarlo.

 

He atendido niños y niñas con un temperamento flemático, para citar un ejemplo de uno de sus tipos, que son tildados de incapaces, manejados como tales, provocando que tengan una imagen de sí mismos inadecuada y por tanto, con una regulación de su comportamiento hacia resultados inferiores a los que podrían obtener.

 

Voy a detenerme en dar una explicación de este tipo de temperamento para que puedan entenderme mejor.

 

El temperamento flemático tiene como base un sistema nervioso fuerte, equilibrado y lento. Estas características están determinadas por la dinámica que ocurre en los dos procesos nerviosos: excitación e inhibición. Estas características propician las propiedades psicológicas del temperamento flemático: baja sensibilidad, baja reactividad, alta actividad, predominio de la actividad respecto a la reactividad, ritmo lento, baja adaptabilidad e introversión.

 

El temperamento le da dinamismo a la actividad del individuo a nivel de sistema nervioso. Si ese temperamento es lento porque tarda más que otros en pasar de la excitación a la inhibición y viceversa, entonces, el niño o niña que tenga esta característica necesita más tiempo para obtener un resultado, no por sus capacidades, sino por su actividad nerviosa. Para acelerar ésta, debe provocarse en el pequeño motivación por la actividad que se requiera. ¿Qué sucede con frecuencia? Se le trata como incapaz  y hasta he observado que se le abandona pedagógicamente, porque “es lento”, “tiene dificultades para aprender”, “no tengo paciencia con él” y no se atiende su individualidad. Consecuencias: una autovaloración inadecuada, frustración, desinterés, tensiones y bajos resultados docentes y en otras actividades.

 

Otra causa del problema que abordo es la conducta de los padres respecto “a la preparación de su hijo o hija para la escuela”. Hay padres que se ocupan tanto de prepararlo para esa etapa, que se pasan.

 

Me refiero a que le enseñan muchos contenidos y habilidades no propios con su edad y sin embargo, por desconocimiento, no lo preparan en otros aspectos que sí son necesarios. Ese niño o niña llega a la escuela y lo que imparte el maestro no le es interesante, se distrae, se mueve por el aula perturbando la clase a los demás niños y niñas y puede perder el hilo de su aprendizaje. Es frecuente que al pasar los días comience a obtener resultados inferiores a sus posibilidades.

 

Otra causa aparentemente parecida, pero que no es igual, es cuando hay niños y niñas muy estimulados por sus padres y familiares, que tienen muchas expectativas con la escuela y cuando llegan a ella, el maestro, las condiciones y otros hechos, no responden a esas expectativas, se decepciona, pierde el interés y hasta puede hacer rechazo a la escuela.

 

El rechazo escolar puede también contribuir al bajo rendimiento. Éste puede ser provocado por una inadecuada preparación del niño o niña para su entrada a la escuela, mal manejo de el maestro y otras personas de la institución, experiencias negativas con otros niños, mal manejo de los padres, combinación de estas causas y otras. Si no quiere estar en la escuela, la rechaza, su tensión, ansiedad y aversión pueden favorecer a los resultados no esperados.

 

Por la importancia del tema, abordaré el rechazo escolar en otro momento.

 

Hay hogares que por desconocimiento de los padres, por poco tiempo disponible para el hijo, por pocas actividades en familia y otras causas; no propician acciones, no tratan de descubrir y estimular sus aptitudes y no tienen en cuenta las características de su edad e individuales, dando lugar a la pobreza de intereses y/o a actividades no propias de su etapa de desarrollo.

 

La escuela, entonces, puede no constituir un lugar agradable donde permanecer gran parte del día y hasta ser un obstáculo que le impide hacer otras actividades. ¿Le interesará aprender? Cuando son más pequeños, por evitar problemas con los padres “sufren el sacrificio”, pero ya mayorcitos pueden faltar a la escuela engañando a los padres y hasta fugarse.

 

Otra situación de interés en este tema, son los niños y niñas con algún problema motor, que puede ir desde un déficit en el control de las manos hasta algún otro impedimento físico. De base, es muy importante el manejo anterior que hayan hecho los padres al prepararlo para la vida, sin limitaciones subjetivas y aceptando sus características sin complejos y con una adecuada incorporación a la sociedad.

 

No siempre esto ocurre así. Muchos padres con estos hijos, los limitan, los sobreprotegen y les hacen percibirse diferentes a los demás, lo cual como en otras situaciones expliqué, redunda en una inadecuada autovaloración, inseguridad, pobreza de intereses y a una elevada tendencia a sobrevalorar a los otros, que en ocasiones propician a resultados escolares deficientes, sin tener  ningún problema intelectual. He visto hasta maestros tratar a estos niños y niñas como “problemas” y realmente de esta manera, sí se crea el problema.

 

Existen casos de niños y niñas con una trayectoria escolar normal e incluso, excelente, que comienzan a transitar por una etapa de fracasos y malos resultados o al menos no los esperados. Es importante precisar qué hechos en su vida han antecedido a esos cambios para conocer qué está sucediendo y saber cómo manejarlo.

 

Ante esta situación he encontrado que las causas más frecuentes son el nacimiento de un hermano o hermana , el divorcio de los padres, sobre todo si es mal conducido; el cambio de domicilio; el cambio de escuela, la muerte de un familiar allegado, ausencia prolongada a la escuela por enfermedad u otra causa.

 

Esta problemática en ocasiones acarrea que el escolar pierda el hilo de su aprendizaje y comience a tener lagunas en el mismo, lo que dificulta la asimilación de otros contenidos y habilidades más complejos. En estos casos en ocasiones, además, de las recomendaciones que ofreceré posteriormente, sería conveniente su análisis por un especialista para determinar la conducta acertada a seguir.

 

Pueden existir otras causas determinadas fundamentalmente por el manejo pedagógico. Por suerte, en nuestro país se ha hecho una labor intensa para que en cada aula no hayan más de 20 niños y en algunas mucho menos, en dependencia del tipo de enseñanza, no obstante, por desconocimiento de las características de los niños en esa etapa, por inadecuado manejo de sus diferencias individuales o por no mantener un trabajo sistemático no sólo en las dificultades que van presentando, sino también en propiciar la motivación requerida a cada paso, en ocasiones los escolares no obtienen los resultados esperados.

 

La etapa escolar tiene dos subetapas. En la inicial, que abarca los dos primeros grados, los niños mantienen similares características de la edad preescolar propiamente dicha, es decir, su pensamiento es en imágenes, sus procesos cognitivos y la atención son involuntarios, no se ha desarrollado la voluntad que permite al individuo trazarse objetivos y regularse conscientemente para lograrlos, los sentimientos están en formación, el juego de roles es su actividad fundamental con la incorporación del estudio y otras.

 

En la segunda parte de la etapa escolar, el estudio se convierte en su actividad más importante y ello juega un papel primordial en su desarrollo intelectual, sobre todo en el pensamiento lógico y en el desarrollo de la voluntad.

 

Todo esto permite observar a los niños y niñas en el aula parándose con frecuencia, conversando, jugando entre ellos, distraídos y hasta corriendo. Ante esta situación, no siempre el maestro es consecuente y abusa del regaño e incluso utiliza frases que menoscaban el interés, la motivación, la seguridad y la autoestima de sus alumnos, sobre todo a aquellos más vulnerables, por lo que abordé anteriormente.

 

Por otra parte, esto se agrava cuando el maestro ofrece quejas del niño o niña a sus padres delante de él o ella, cuando lo recogen y entonces, los padres van requiriéndolo por la calle y usando castigos al llegar al hogar. ¿Favorece este manejo a su comportamiento y a sus resultados? ¿Favorece este manejo a la comunicación hogar-escuela? ¿Favorece este manejo a la aceptación de la escuela?

 

Evidentemente, las reflexiones hechas acerca de diferentes causas que pueden incidir en que los escolares no obtengan los resultados esperados, permiten valorar las variadas conductas a seguir al respecto, sin embargo, considero, que es necesario precisar algunas de ellas, pero antes de exponerlas, quiero recalcar, que siempre es mejor prevenir que lamentar después, que es más fácil educar, que reeducar.

 

¿Qué recomendaciones puedo ofrecerles?

 

-“Todo comienza por el principio”. El principio es el amor. Un niño o niña con las características que he abordado necesita mucho amor de sus padres, familiares y especialmente, de la maestra y otras personas que laboran en la escuela. Con el cariño se sentirá apoyado, aceptado como es, sentirá que no importan sus resultados, lo esencial es él, esto lo ayudará a crecerse y resolver su situación. El amor debe demostrarse en la escuela al recibirlo, al despedirlo, en el trato amable, en el tacto para analizar las dificultades, en aceptarlo y comprenderlo.

 

-No se deben hacer comentarios negativos acerca de su conducta y características, incluso, aunque no esté presente. Comentar con otros puede crear un precedente no favorable para la imagen que se formen de él o ella, que propician comportamientos y frases que pueden no ser favorables. Tanto padres como maestros ofrecen criterios creyendo no los oye porque está alejado. Recuerde, que cuando se percibe que alguien comenta sobre nosotros, nuestros oídos agudizan su recepción. Cuidado con las palabras.

 

-Es importante que el maestro precise las dificultades, qué hacer ante ellas y cómo ejercitar para resolverlas. En ocasiones se oyen expresiones: “El niño no sabe leer”, “”El niño no sabe calcular”, “El niño no sabe nada”. ¿Cuáles son realmente los problemas? ¿Por qué? ¿Qué se debe hacer? Esto debe estar muy claro para el maestro, para los padres que deben ofrecer ayuda y para el propio niño. El conocer con precisión una dificultad proporciona la posibilidad de la autorregulación para resolverla.

 

-El hogar debe ser la continuación de la escuela y viceversa. Estos dos factores no deben nunca contraponerse, al contrario, deben complementarse. El maestro debe comunicar a los padres las dificultades, pero no como queja o para responsabilizarlos y trasladarlas a ellos. Debe hacerlo para ponerse de acuerdo, para orientarlos. Recuerden que el pedagogo es el maestro y los padres deben buscar orientación y ayuda en él. Los padres no deben dejar la educación de su hijo o hija a la escuela, deben enriquecerla.

 

-Cada niño y niña es irrepetible, ninguno es igual, por lo que cada uno lleva su manera de tratarlo, de exigirle, de enseñarlo. Unos necesitan de más estímulo que otros, unos necesitan de mayor repetición y ejercitación que otros. Por ejemplo: el niño con temperamento flemático que es lento, debe ser el primero en comenzar cualquier actividad para no estar tan presionado a terminarla igual que los demás.

 

-Por lo anteriormente expuesto, cuidado con las comparaciones. No son efectivas, todo lo contrario, con ellas, puede sentirse incapaz respecto a los demás y sobrevalorarlos, puede sentirse tenso al no poder cumplir las expectativas, puede sentirse humillado.

 

-Evitar regaños innecesarios y mucho menos, en presencia de otros. La comunicación respetuosa, objetiva y comprensiva es más favorable al resultado deseado.

 

-Utilizar frases estimulantes como: “Lo lograrás”, “Si lo haces así, lo aprenderás mejor” y otras.

 

-Proponer tareas sencillas de acuerdo con sus posibilidades, que irán ganando en complejidad en la medida que venza las dificultades. Este manejo provocará que gane confianza en sí mismo y aprenda a valorar cómo debe autorregularse.

 

-Sugerirle encomiendas, responsabilidades que vayan ganando en complejidad. Además, de sentirse seguro, se sentirá útil.

 

-Basar todo el manejo en su individualidad y dentro de ella, en sus éxitos, sus intereses, en aquellas actividades donde se destaque.

 

-Elogiar sus éxitos, aunque sean mínimos.

 

-Propiciar situaciones donde comparta con sus compañeros y éstos le permitan sentirse querido, aceptado, aprender a perder, a ganar, aprender a defenderse, a ceder, esperar, negociar.

 

-Practicar ejercicios físicos o algún deporte que le gusten y/o tenga aptitudes para ellos.

 

-Estimular nuevos intereses de acuerdo con sus posibilidades y aptitudes.

 

Para resumir, todo niño o niña debe ser educado en un ambiente agradable, lleno de amor y estímulos adecuados con su edad y características, donde pueda desarrollar todas sus potencialidades y seguridad en sí mismo.

 

El pequeño debe estar preparado para su entrada en la escuela y ésta debe cumplir sus expectativas. La escuela constituye el lugar más adecuado y confortable donde saciará sus ansias de saber, de pertenecer a un grupo, de sentirse seguro de sí mismo y de probarse constantemente.

 

El hogar debe ser la continuación de la escuela y viceversa. Estos dos factores no deben nunca contraponerse, al contrario, deben complementarse. El maestro debe comunicar a los padres las dificultades, pero no como queja o para responsabilizarlos y trasladarlas a ellos. Debe hacerlo para ponerse de acuerdo, para orientarlos. Recuerden que el pedagogo es el maestro y los padres deben buscar orientación y ayuda en él. Los padres no deben dejar la educación de su hijo a la escuela, deben enriquecerla.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Cardona Arenas OM. Deporte y su incidencia en las dificultades del aprendizaje. [Documento en línea]. 2005. <http://perso.wanadoo.es/cgargan/dificul.htm>. [Consulta: 15 de abril 2005].
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  4. González-Pumariega S, Núñez Pérez JC, González-Pienda A, Alvarez Pérez L. Estrategias de intervención en niños con dificultades de aprendizaje. [Documento en línea]. <http://copsa.es/congresoiberoa/base/educati/a9.htm>. [Consulta: 15 de abril 2005].

Correspondencia: Lic. María Antonieta Rodríguez Arce. Departamento de Salud Pública. Dirección particular: Coliseo edificio 1 apartamento 2 / Narciso López y Morales Lemus, Holguín. Teléfono: 461819. E-mail: marian@cristal.hlg.sld.cu

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