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Correo Científico Médico de Holguín 2005;9(4)

 

Trabajo de revisión

Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias Médicas “Mariana Grajales Coello”.

 

Causas y manejos de la timidez.

 

Causes and management of shyness.

 

María Antonieta Rodríguez Arce.

 

Psicóloga. Profesora asistente de Psicología. Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias Médicas.

 

RESUMEN

 

Con frecuencia los niños tímidos pasan inadvertidos. Las personas no nacen tímidas y los primeros años de su vida juegan el papel más importante en ello, sin embargo, los padres y educadores en general no siempre saben manejar adecuadamente la timidez y lejos de ayudar, la refuerzan. En el niño tímido las manifestaciones más frecuentes son: no se cree capaz de ejecutar conductas de otros niños de su edad, se mantiene fuera de los grupos de niños que juegan. Prefiere estar solo y se aparta de los demás, como le cuesta trabajo jugar con otros niños, se crea un mundo imaginario, lleno de fantasías, por eso siempre se le ve pensativo y aislado, habla poco, aunque tenga un desarrollo del lenguaje adecuado, a no ser con personas con las cuales se siente seguro, tiene miedo a las personas, lugares y cosas desconocidas, no se defiende de las agresiones de otros niños, aunque sean más pequeños que él, es más serio que otros niños de su edad. Las causas más frecuentes de la timidez son la sobreprotección, la rigidez en la educación, padres poco cariñosos y comunicativos, pobre estimulación desde el punto de vista social y otras. En resumen, si el niño se siente querido, aceptado y respetado; si se le proporcionan actividades sociales donde pueda compartir con sus iguales con creatividad e independencia; si la comunicación con él es agradable, fluida y abierta; si el adulto con sus actitudes se convierte en un modelo adecuado a imitar; si se le estimula a vencer los obstáculos propios de su edad; si al exigirle se tienen en cuenta sus características y posibilidades, con seguridad no aparecerá la timidez. Siempre es mejor prever. Es más difícil reeducar que educar.

   

Palabras clave: timidez, niño.

 

ABSTRACT

 

Shy children are usually inadvertent people are not born shy and the first years of life are most important, however parents and teachers do not always know to handle shyness and in stead of helping, they reinforce it. The most frequent manifestations of a shy child are: he doesn´t think he can behave the way other children do, he is out of groups of children when they play. He prefers to be alone, as it is difficult for him to play with other children, he creates an imaginary world full of fantasy, that is why he is seen alone and thinking, he speaks very little although he has very good development of language, he feels safe only with certain people, he is afraid of people, places and unknown things, he doesn´t defend himself against other children´s aggressions even though they are shorter than him, he is more serious than children of his age. The most frequent causes of shyness are overprotection, rigidity in education, parents who are not very kind and communicative, poor stimulation of the society and others. In brief , if the child feels that he is loved, accepted and respected, if he is given social activities where he can share with others with creativity and independence, if the communication with him is nice, fluent and open, if the adult is an adequate model to imitate, if he is stimulated to fight against the obstacles of age, if while asking him his characteristics and possibilities are taken into account, shyness will not appear. It is always better to prevent. It is more difficult to reteach than teach.

     

Key words: shyness, child.

 

DESARROLLO

 

Nadie nace tímido. Las personas se hacen tímidas y los primeros años de su vida juegan el papel más importante en ello, sin embargo, los padres y educadores en general no siempre saben manejar adecuadamente la timidez y lejos de ayudar, la refuerzan.

¿Cuándo estamos en presencia de una persona tímida?

Con frecuencia nos encontramos con personas reservadas, poco conversadoras y hasta “orgullosas” como las evalúan algunos y realmente, detrás de estas conductas se esconde la timidez.

Ésta posee tres comportamientos donde pueden predominar uno o dos de ellos. Estos son:

-    Escasa habilidad social. El individuo tiene dificultades para iniciar una conversación y mantenerla.

-    Angustia ante los contactos sociales. Este temor al establecimiento de relaciones sociales puede incrementarse y ocasionar angustia y tristeza, aumentando la seguridad en sí mismo. Esto provoca un aislamiento de las demás personas, llevando una vida social limitada y monótona.

-    Tener prejuicios acerca de las relaciones sociales y de sus características. Estas personas piensan en negativo. Si las relaciones sociales no son satisfactorias se culpan de ello, se torturan por su ineficiencia para comunicarse y entonces, pierden la esperanza de resolverlo y terminan apartándose de la vida social.

¿Esa timidez apareció de la nada? Evidentemente, no. Este comportamiento comenzó a gestarse en la niñez y con seguridad muchos padres no se dieron cuenta y hasta algunos  se sintieron satisfechos por tener un niño reservado, callado, educado, tranquilo y que “los hacía quedar bien delante de otras personas”.

En este artículo me remontaré a la niñez para reflexionar acerca de las causas y manejos de una conducta que tantos inconvenientes provoca en no pocas personas y que bien manejada puede evitarse o eliminarse tempranamente.

Un niño sano desde el punto de vista físico y emocional es un niño alegre, que ríe, que juega, que comparte con sus compañeros y con los adultos, que se adapta al grupo, que come y duerme bien.

No obstante, se observa con frecuencia a pequeños con alteraciones de conducta como: tristeza, timidez, agresividad, problemas en el sueño, falta de apetito y otras. Estos niños no están enfermos. Estas manifestaciones en su mayoría se deben a errores en la educación por parte de los adultos que los rodean. Pueden desaparecer con acciones educativas adecuadas por parte de los adultos.

Debo insistir en que si esta labor educativa no se lleva a cabo oportunamente, se corre el riesgo de que se conviertan en verdaderos trastornos psicológicos que son más difíciles de resolver y que necesitan la intervención de un especialista.

Tanto padres como educadores en general se preocupan ante niños intranquilos, desobedientes, agresivos, sin embargo, hay otros que por ser tranquilos y no molestar a los demás pasan inadvertidos, cuando detrás de esta conducta, generalmente, se esconden problemas emocionales.

En el niño tímido las manifestaciones más frecuentes son:

-  No se cree capaz de ejecutar conductas de otros niños de su edad.

-  Se mantiene fuera de los grupos de niños que juegan. Prefiere estar solo y se      aparta de los demás.

-  Como le cuesta trabajo jugar con otros niños, se crea un mundo imaginario, lleno de fantasías, por eso siempre se le ve pensativo y aislado.

-  Habla poco, aunque tenga un desarrollo del lenguaje adecuado, a no ser con personas con las cuales se siente seguro.

-  Tiene miedo a las personas, lugares y cosas desconocidas. En el hogar puede ser diferente porque está habituado a él. Cuando la educadora del círculo infantil o la maestra refieren a los padres esta conducta, estos últimos se extrañan porque en la casa es diferente.

-  No se defiende de las agresiones de otros niños, aunque sean más pequeños que él.

-  Es más serio que otros niños de su edad.

-  Con frecuencia se siente mejor con los adultos que con los niños, sobre todo cuando son cariñosos con él y se siente seguro.

¿Cuáles son las principales causas de la timidez?

-  No ofrecer al niño el cariño y la seguridad que necesita. Hay adultos que piensan          que si son cariñosos, lo van a malcriar y que no los va respetar. Esta manera de pensar es una gran equivocación, para el desarrollo de una personalidad sana, lo más importante es sentirse querido y seguro.

-  Otros adultos no tienen una relación afectiva con el niño de forma estable, es decir, un día son cariñosos, otro indiferente y hasta incluso, otro, agresivo. Esta inestabilidad en la comunicación es muy dañina para su salud mental, pues no tiene la seguridad de que es querido y lo hace inseguro y después, un adulto inseguro.

-  Otra causa frecuente son los adultos sobreprotectores que limitan al pequeño por temor a que corra algún peligro o los adultos rígidos que limitan al pequeño por temor a perder la autoridad. Ambos tipos de padres, aunque por móviles diferentes, reducen la iniciativa, decisión y creatividad. El niño tiene poca oportunidad de probarse, de saber en qué se equivocó y cómo puede rectificar. Todo esto ocurre, además, en un marco social muy limitado, lo cual sienta las bases de una persona que no sabe relacionarse con otros, insegura y que se tortura a sí misma por ello.

-  Desgraciadamente, existen adultos agresivos que pegan, ofenden, gritan, humillan a los niños, los cuales no se sienten queridos o por lo menos no tienen la seguridad de que se les quiere, provocando conductas similares o por el contrario, niños sumisos y tímidos que no saben defenderse y resolver situaciones de comunicación o de otro tipo.

-  Existen adultos que evaden responder preguntas de los pequeños y algunos lo hacen de una forma brusca y hasta humillante. Es evidente, que esta manera de enfrentar la comunicación, lejos de enriquecerla, la limita y puede repercutir en su estado emocional y apropiación de patrones inadecuados de interrelacionarse.

-  La educación conducida de manera inconsistente e inconsecuente contribuye a la timidez. Cuando no se mantienen las normas y reglas o cuando éstas no están acordes a la edad y características del niño, éste no sabe qué y cómo hacerlo, siente gran inestabilidad en la conducción de su vida y esto incide en su estabilidad emocional y la seguridad en los demás y en sí mismo.

-  La comunicación inadecuada que se establece con los pequeños es una causa importante del problema que estoy abordando. Con frecuencia los adultos no dejan a los infantes ejecutar acciones y esto es acompañado de frases negativas. Expresiones más comunes son: “no sabes”, “eres torpe”, “no lo harás bien”, “eres lento”, “eres tímido”, “siempre sales perdiendo” y otras. El hecho de limitarlos ya es un problema, como analicé anteriormente. Ahora agrego, el papel de la comunicación, es decir, el lenguaje verbal y extraverbal como sugerente de características negativas que pueden reforzarse de tanto decirlas y que inciden en la autovaloración que se está formando en el niño, donde la opinión del adulto en esas edades tiene el principal rol. Si le dicen torpe, tímido, lento lo están induciendo a que piense así de él, por tanto, esto puede repercutir en cómo regule su comportamiento.

-  En muchas ocasiones observo a los padres caminando por las calles con sus hijos y existe un silencio mantenido entre ellos, incluso, a veces, uno va detrás del otro. También ocurre en el hogar. Esta incomunicación favorece a que se repita con los demás, a que no se sienta querido y seguro.

-  Al pasar por un parque o estar sentada en él, he observado cómo los padres visten a sus hijos con sus mejores ropas y entonces, los regañan constantemente para evitar su deterioro, privándolos de la independencia, decisión, iniciativa y actividad que necesitan.

-  Con bastante ocurrencia observo a padres y educadores en general presionando a un niño tímido a que se incorpore a actividades con otros y él se resiste o accede de forma sumisa quedando en actitud pasiva delante de sus iguales. Es de imaginar cómo se sentirá ante esta situación, varias emociones negativas aparecerán, lo que lejos de estimularlo, lo inhiben y hasta puede aparecer el temor.

-  El abuso del regaño contribuye a que el pequeño se sienta controlado, presionado y cuestionado constantemente contribuyendo a reforzar su inseguridad y aislamiento. Lo peor ocurre cuando de tanto regañar o criticar, los adultos se olvidan de lo importante que son los elogios, de percatarse de sus actitudes positivas, de sus éxitos.

Otro aspecto a tener en cuenta es el relacionado con el temperamento. Éste es una propiedad psicológica que le aporta dinamismo a la actividad del ser humano y en el que las características del sistema nervioso juegan un papel importante. En el temperamento flemático, por ejemplo, las características del sistema nervioso son el equilibrio, la fuerza y la lentitud. Esto propicia que el temperamento tenga propiedades psicológicas como baja sensibilidad, baja reactividad, alta actividad, predominio de la actividad respecto a la reactividad, baja plasticidad o adaptabilidad, ritmo lento e introversión. Las personas flemáticas necesitan de estímulos más intensos para reaccionar, son lentos y poco comunicativos.

Si un individuo tiene estas características y no es tratado adecuadamente de acuerdo a ellas, es decir, que las condiciones de vida y educación no responden a su individualidad se favorece la aparición de la timidez.

Son varios los casos que he atendido en mi vida profesional donde padres y educadores ante la lentitud de los educandos y su limitada comunicación, los han manejado como incapaces y hasta los ignoran, lo cual ha repercutido en sus intereses, autovaloración, aspiraciones y otras formaciones de la personalidad, que lógicamente, están en formación en los niños y el producto de ello es encontrar niños y adolescentes tímidos, con inseguridad y poca valoración de sí mismos.

¿Qué se debe hacer para manejar adecuadamente un niño tímido?

Es muy importante que se sienta querido siempre, aunque se le esté regañando. Una alerta ante un error cometido debe realizarse sentándose a conversar con el niño a solas para que no se sienta humillado delante de otras personas. Se debe analizar concretamente en qué consistió la falta cometida y por qué. Agregando cómo se le sugiere que se comporte y las ventajas que esto tiene.

El regaño es efectivo si se usa en circunstancias determinadas y con el debido respeto como ya expresé, si no el niño se muestra indiferente, como si no oyera y muchas veces continúa ejecutando lo que se le prohíbe.

La forma en que se logra que se sienta querido es demostrando ese gran amor que se le tiene y que algunos padres temen expresar por temor a no ser respetados. ¿Cómo demostrarlo? Lo más usual y necesario es decírselo, es besarlo, cargarlo, apretarlo entre sus brazos, es mirarlo con ternura.

 El cariño también se demuestra en la manera suave, agradable, ecuánime en que se comunican con él. El respeto es imprescindible, no se debe olvidar que ese niño aunque sea pequeño es una persona y que mientras más se le respete como tal, él respetará a los demás.

Dedicarle tiempo, compartir con él sus juegos y otras actividades lo hará sentir querido e importante. No se debe dejar que la presión del trabajo limite esa comunicación tan importante para el pequeño y para los padres.

Voy a detenerme en la reflexión acerca de las actividades con los pequeños. Muchos padres se quejan de que no tienen tiempo para compartir con sus hijos. Considero que siempre hay tiempo en mayor o menor magnitud. Lo esencial es que aquel que se le dedique sea sentido como grande, profundo e inolvidable. Los minutos de que dispone deben ser llenos de amor, atención, estimulación y estrecha comunicación. Observo a padres que se les acercan y lo que hacen es señalarles errores cometidos, sólo hablan ellos, por lo que no provocan comunicación con sus hijos, dado que ésta es un proceso de intercambio, de interacción.

Las actividades que ejecuten juntos deben estar de acuerdo a la edad, intereses y características del niño. Hay padres que proponen actividades de su gusto o más apropiadas a adultos o a niños más pequeños, provocando que su hijo se aburra y pierda el interés por la actividad.

Es conveniente acercarse al niño a conversar acerca de aspectos que le interesen de acuerdo a su edad y compartir sus inquietudes. Es importante responder sus preguntas con seguridad, veracidad y naturalidad, nunca evadirlas o rechazarlas porque se relacionen con temas que el adulto considere que no son propias de su edad. Si pregunta es porque desea saber y la explicación es oportuna y debe hacerse con un vocabulario adecuado a su edad para que entienda. Si no se responden sus interrogantes puede dejar de hacerlo y se rompe la comunicación.

Mientras se hacen labores en el hogar se pueden llevar a cabo actividades de acuerdo a sus posibilidades y circunstancias como juego de palabras, pedir ayuda y otras que propicien que se sienta atendido e importante.

Cuando caminen por la calle es un momento apropiado para conversar acerca de lo que los rodea, estimular su observación de la naturaleza, de hechos sociales donde se puedan formar valores imprescindibles para su vida. No se debe perder esa oportunidad. Insisto en que se debe evitar el abordar inadecuados comportamientos que haya tenido, los cuales se deben dejar para un momento propicio en el hogar sin dilatar el tiempo de enfrentarlo para que no se le olvide.

Todos en el hogar deben ponerse de acuerdo en cómo van a dirigir su educación para que no ocurran contradicciones que lo pueden confundir y favorecer a la inestabilidad emocional. Los adultos deben respetar lo que otro haya propuesto y mantenerlo, aunque no estén de acuerdo con la decisión tomada. Posteriormente, lo deben discutir sin la presencia del pequeño. Si ellos no se respetan entre sí, no constituirán un ejemplo adecuado para el niño.

Es necesario, que las exigencias que se le hagan estén acordes a su edad y sus características. Con frecuencia, observo que le exigen conductas por encima de sus posibilidades y en otras ocasiones, le permiten conductas que no son correctas. En ocasiones llevan al pequeño a visitas de adultos sin prever esto y le exigen que esté sentado sin moverse. Evidentemente, es muy difícil para él. Los niños no tienen desarrollada la voluntad y sus actos no están controlados de manera consciente, por otra parte, su actividad fundamental es el juego. Si los llevan a un lugar donde no hay niños y los presionan a estar tranquilos, pueden aburrirse y llegar el momento en que exhiban conductas no deseadas, por las que son reprimidos y hasta castigados. ¿Es justo?

Otro aspecto a tener en cuenta, es no hacer comparaciones. Al compararlo se le hace sentir que otro es mejor que él, que está en desventaja y eso menoscaba su autoestima, lo cual favorece a que se aísle, que se aparte de los demás. Cada persona es una individualidad y se debe sentir aceptado. Para señalarle algún error cometido se le debe explicar concretamente y con tacto la conducta adecuada, sin hacer generalizaciones y sin poner a otro de ejemplo. Para educar es preciso comenzar por aceptar a la persona que se educa, si ella no se siente querida y aceptada se hace muy difícil conducir su formación y desarrollo.

Es importante cuidar la manera de comunicarse con el pequeño. Si ésta parte de la crítica, se cierra el intercambio, la apertura a la reflexión y por tanto, al cambio. Cuando se desea propiciar el perfeccionamiento del desarrollo de la personalidad se debe partir de los éxitos que tenga el niño y basándose en ellos sugerir cómo comportarse para lograr lo que desea y sentirse más satisfecho de sí mismo. Es preciso, evitar frases negativas que le refuercen una imagen inadecuada de él. Todo lo contrario, se deben utilizar frases que lo estimulen como: “tú puedes”, “lo lograrás”, “si lo haces así, te quedará mejor” y otras.

Se debe evitar el abuso del regaño. Si es necesario requerirlo se debe hacer a solas con él para que no se sienta avergonzado delante de otros.

Cuando esté aislado de sus compañeros, alguno de los padres, la maestra o la educadora debe jugar con él y cuando haya logrado su interés y participación entonces, atraer poco a poco a otros niños al juego, es decir, llevar el grupo a él y nunca lo contrario.

Propiciar actividades con otros niños en el hogar, en el círculo infantil, en la escuela, en parques y áreas abiertas. El intercambio con iguales favorecerá que aprenda a relacionarse, a defenderse, esperar, repartir, ceder, en fin, a saber desenvolverse en el medio social donde transcurre su vida. El jugar solo en la casa no resuelve su timidez, al contrario, la refuerza. Además, el jugar en la casa propicia las prohibiciones y los regaños. Por ejemplo: “no te subas en los muebles”, “no toques eso que se rompe”, “no desordenes” y muchas más, que lo van limitando.

Al respecto, muchos padres me manifiestan que en el lugar donde viven no hay niños y que por eso su hijo se mantiene solo en la casa. Se puede invitar a compañeros del círculo infantil o de la escuela. Se puede conversar con otros padres para ponerse de acuerdo en que sus hijos compartan un día en una casa y después en otra.

Generalmente, el niño tímido prefiere las actividades pasivas como: leer, ver libros, dibujar, ver la televisión y otras por el estilo. Estas actividades son también importantes para su desarrollo y sin sustituirlas totalmente, es importante propiciar aquellas que requieran de otros niños y más activas.

Las actividades en lugares abiertos favorecen la riqueza de movimiento, la creatividad, la iniciativa, la independencia. El adulto debe priorizar en el tiempo que disponga, de llevar a su hijo a estos lugares y no sólo llevarlo, sino no limitarlo. El adulto debe sentarse cerca para evitar algún peligro, pero dedicarse a alguna actividad que al parecer haga sentir al pequeño que tiene libertad y que se confía en él. Debe mantener la ecuanimidad y evitar continuas sugerencias que lo priven de la independencia que necesita. Con frecuencia oímos frases negativas como: “¡cuidado!”, “no corras”, “te caerás”, “no juegues con esos niños” y otras, que desgraciadamente, lo hacen sentir acorralado y reprimido.

A todo niño le es importante en su formación tener responsabilidades de acuerdo a sus posibilidades e intereses, pero en el niño tímido propiciar tareas lo es más. Cumplirlas, significa para él que se le tiene en cuenta, que es útil, que puede. Además, le da la posibilidad de moverse en su mundo social bajo la perspectiva de sentirse importante. Al inicio, las tareas deben ser sencillas e ir ganando en complejidad en la medida de sus características y aciertos.

Se debe elogiar sus éxitos aunque sean mínimos, lo cual favorecerá que gane confianza en sí mismo paulatinamente.

Cuando se camine a su lado o se esté en un lugar con él nunca se debe perder la oportunidad de la comunicación cariñosa, atenta y respetuosa. Cada minuto compartido de manera agradable es un regalo eficaz para su seguridad y felicidad. Por otra parte, el adulto debe cuidar cómo se comunica con los demás. El niño lo está observando, está atento a cómo habla, de qué habla, cómo se relaciona, cómo resuelve las situaciones que se le presentan. No se debe olvidar que la imitación es muy importante en la formación de la personalidad y los adultos que rodean a un niño tímido deben ser muy cuidadosos en este sentido.

En resumen, si el niño se siente querido, aceptado y respetado; si se le proporcionan actividades sociales donde pueda compartir con sus iguales con creatividad e independencia; si la comunicación con él es agradable, fluida y abierta; si el adulto con sus actitudes se convierte en un modelo adecuado a imitar; si se le estimula a vencer los obstáculos propios de su edad; si al exigirle se tienen en cuenta sus características y posibilidades, con seguridad no aparecerá la timidez. Siempre es mejor prever. Es más difícil reeducar que educar.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Correspondencia: Lic. María Antonieta Rodríguez Arce. Coliseo edificio 1 apto 2 / Narciso López y Morales Lemus Holguín. Teléfono: 461819. Correo electrónico: marian@cristal.hlg.sld.cu

 

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