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Correo Científico Médico de Holguín 2005;9(3)

 

Editorial

Resistencia  antimicrobiana.

 

Aida Pino Bermúdez, Leonor Crúz Lage, Larisa Peña Rojas, Lucy Parra Alonso.

 

Los  antimicrobianos descubiertos el pasado  siglo, significaron una revolución médica en el tratamiento de las enfermedades infecciosas. A partir de 1928, cuando Fleming descubrió la penicilina comenzó  la llamada época de los antibióticos y en las décadas siguientes se produjo un incremento de forma exponencial en la creación de nuevas clases  de estos agentes. La llamada “Edad de Oro” de los antibióticos comienza en 1940 con la producción a gran escala de la penicilina y su utilización con buenos resultados en ensayos clínicos. El uso de los agentes antimicrobianos  en la terapéutica de las enfermedades infecciosas, ha constituido un acontecimiento sin precedente, permitió modificar favorablemente el panorama de la morbilidad y  mortalidad por esta causa (1,2).

En el año 1942 se constató el fenómeno de la resistencia, ocurrió que mientras aumenta la salida de nuevos antimicrobianos cobra auge su utilización indiscriminada.Informes recientes plantean que la era antibiótica está llegando a su fin. Para la comunidad científica internacional la resistencia ha sido motivo de profunda preocupación, por lo que ella representa tanto en hospitales como en la comunidad.

A partir de la década de los años ochenta, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud fortalecieron sus actividades sobre la resistencia a los antibióticos y han  puesto en práctica acciones para prevenir y controlar su aparición.Las autoridades médicas en el mundo orientan a dar una mayor atención a las enfermedades infecciosas,a los antimicrobianos y a la resistencia en los planes de estudio de pregrado y postgrado,las prioridades incluyen una mayor sensibilización de los gobiernos, profesionales de la salud , industria farmacéutica y de la población para estimular acciones para un empleo racional de los antibióticos(3,4,5).

En 1990 casi todas las especies bacterianas patógenas comunes exhiben diversos grados de resistencia, la multirresistencia de muchos gérmenes marca esta década. La resistencia se define   como “Una condición microbiológica caracterizada por la capacidad natural o adquirida  por parte de una cepa microbiana de resistir a los efectos microbicidas omicrobiostáticos de un antibiótico mediante variados mecanismos defensivos empleados con el fin de disminuir o inactivar la acción destructiva del antibiótico” (2). 

La versatilidad y adaptabilidad  de los agentes infecciosos ha permitido que desarrollen diversos mecanismos para protegerse de la acción de los antimicrobianos, las bacterias adquieren la capacidad de resistir la acción de los antibióticos por medio de varios mecanismos como la variabilidad genética, la disminución de la permeabilidad hacia el antibiótico, la inactivación enzimática del antibiótico, la modificación química de la diana sobre la que actúa  el antibiótico o mediante la síntesis de una enzima resistente, la resistencia no solo se transmite verticalmente de generación en generación,  entre  una  misma especie, los mecanismos de transferencia horizontal a través de plásmidos, transposones, e integrones pueden trasmitir genes que confieren resistencia  entre diferentes géneros y especies microbianas, lo que constituye un mayor peligro. De esta forma una bacteria puede adquirir la resistencia a uno o varios antibióticos sin necesidad de haber estado en contacto con estos (1,2,5). Necesitamos disminuir el impacto ambiental de los antibióticos, cuánto menor sea la exposición a los mismos menores serán  la selección, transferencia y emergencia de patógenos resistentes.

Las transformaciones socioeconómicas y culturales ocurridas en los últimos años en Cuba han hecho posible la existencia de un amplio y competente sistema de salud que hace posible desarrollar programas de vigilancia, prevención y promoción de salud como acciones fundamentales de la medicina contemporánea y que involucra no solo a los profesionales de los centros asistenciales, sino también a los vinculados a la atención primaria en la comunidad, a través del programa del médico de familia, que se vincula además actualmente a la docencia médica en el proyecto policlínico universitario. En nuestro país están creadas las condiciones para priorizar las estrategias poblacionales de intervención dirigidas a transformar el estilo de vida, sin duda el médico y la enfermera de familia muestran nuevas perspectivas de trabajo que permitirán emprender acciones para la contención de la resistencia en la comunidad.

Se debe tener presente que cerca del 85-95% de los antibióticos se emplean de forma ambulatoria y más del  80% se utilizan para tratar infecciones respiratorias comunitarias. Se calcula que el 75% del uso de los antibióticos es de cuestionable valor terapéutico.

En Cuba, desde 1998 se han desarrollado estrategias para promover la prescripción y el uso racional de estos fármacos mediante el programa nacional de medicamentos, con énfasis en algunos grupos terapéuticos donde se destacan los antibióticos. Se han realizado intervenciones reguladoras como la restricción de la prescripción a determinados especialistas, listas limitadas, intervenciones de carácter gerencial a través de los comités de farmacia y terapéutica, y se han definido políticas de uso de antimicrobianos de forma empírica para los problemas de salud más frecuentes en el nivel de atención primaria(6). Las intervenciones educativas aún se realizan de forma limitada, existe insuficiente información sobre la magnitud real del problema. A todo lo anterior se adiciona el hecho de que se dispone de escasos datos sobre el comportamiento de la resistencia en la comunidad.

La creación de una red de laboratorios para la vigilancia de la resistencia de agentes causales de infecciones nosocomiales es una realidad, que permite definir la terapéutica hospitalaria más racional. Es indispensable la existencia de un programa de vigilancia de la resistencia, que posibilite conocer los patrones locales de susceptibilidad.

Por la magnitud del problema  se propone sensibilizar a los profesionales de la salud mediante la continua actualización sobre esta temática, estimular acciones educativas y señalar el camino para un enfoque más racional de la antibioterapia y detener  este flagelo que constituye una epidemia  silente para el presente siglo.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

1.   Fernández Riverón F, López Hernández T, Ponce Martínez lm, Machado Betarte C. Resistencia bacteriana. Revisión. Rev. cubana Med.Milit. 2003;32(1)

2.   Cordiés Jackson , l, Machado Reyes L A, Hamilton Cordiés M L, Principios Generales de la terapéutica antimicrobiana.  Acta Méd. 1998; 8(1): 13-27.

3.  OMS. Estrategia Mundial OMS de contención de la resistencia a los antimicrobianos [Monografía en  línea]. Washintong: OMS, 2001.  <http:// www.paho.org> [consulta: 4 Junio 2002].

4.Hart CA. La resistencia a los antibióticos. Un problema creciente? Br Med J  (Ed Latinoam) 1998; 6:147-148

5. Llop HA. La epidemia silente del siglo XX1.Resistencia antimicrobiana. En: Llop A. Microbiología y Parasitología  médica. La Habana. Editorial de Ciencias Medicas; 2001 p.91-99

6.Cires Pujol M, La resistencia a los antimicrobianos un problema mundial. Rev cubana Med Gral Int. (Ed.Ciencias Med) 2004.

 

Correspondencia: Lic.Aida Pino Bermúdez . Lic. en Microbiología. Prof. Auxiliar de Agentes Biológicos. Facultad de Ciencias Médicas. Ave Lenin   4, Correo electrónico: aida@cristal.hlg.sld.cu

 

 

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