Trabajo revisión
Departamento de Salud Pública Facultad de Ciencias Médicas “Mariana Grajales Coello”. Holguín
Causas y manejo de la malcriadez.
Cause and managment of the impoliteness.
María Antonieta Rodríguez Arce.
Psicóloga. Profesora asistente. Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias Médicas.
RESUMEN
La malcriadez es una de las alteraciones de conducta más frecuente en los niños que por lo tanto ocasiona mucha preocupación a los padres que no saben qué hacer ante ella y visitan a menudo a los psicólogos buscando orientación al respecto.
El niño malcriado se manifiesta con desobediencia, con poca tolerancia a las frustraciones, con perretas, rebeldía, malas palabras u otras conductas.
La malcriadez como su nombre lo indica es mala crianza, mala educación, es decir, que ningún niño nace malcriado, ello es producto a la incorrecta conducción de la educación del pequeño por parte de los adultos que son los responsables de la misma.
Se maneja este problema mostrando al niño cariño y respeto a su individualidad, a las características de su edad. Cuando los adultos establecen los límites de forma objetiva y los mantienen respetándose entre ellos, cuando los adultos prefieren el estímulo, la independencia, la seguridad, el elogio, la explicación oportuna y adecuada, la corrección de la conducta, el ejemplo de ellos mismos entre otras decisiones podrán enfrentarla con resultados satisfactorios.
Palabras clave: malcriadez.
ABSTRACT
The impoliteness is one of the more frequently alterations of behaviour in the children, that cause serious preoccupations to parents that don’t know how to face it, cause of it they must visit frequently a psychologist searching for orientations related.
The impolite child shows disobedience, poor tolerance to frustrations, bouts of crying, rebelliousness, nasty words and other behaviours.
The impoliteness as its name point out, is nothing but the inadequate upbringing of a child. None child born impolite, it’s just the result of the behaviour underlined.
It is carried this problem showing to the child love and respect to his individuality ,and to the characteristics of his age.When adults establish the limits of objective form and keeping respect between them, when the adults prefer the stimulus , the independence and the security , the eulogy , the opportune and adequate explication, the correction of the behaviour , the example of themselves among other decisions will be able to face it with satisfactory results.
Kay word: impoliteness.
INTRODUCCIÓN
La malcriadez o malacrianza es una de las alteraciones de la conducta más frecuente en los niños y en ella están incluidas otras alteraciones de conducta. Constituye una de las preocupaciones que provoca más consultas a los psicólogos por parte de los padres y sin embargo, la bibliografía que existe al respecto es muy escasa.
El desconocimiento de los padres acerca de un manejo adecuado de la educación de sus hijos ocasiona problemas en el comportamiento de los mismos y en los padres desconcierto, inconformidad, preocupación y hasta culpabilidad.
Es una realidad que educar es una responsabilidad seria y difícil y llevarla a cabo es una urgencia social por las consecuencias que provoca en la formación y desarrollo de la personalidad. Por todo lo expuesto anteriormente me he sentido en la obligación de escribir este artículo.
Antes de comenzar a abordar la malacrianza pienso que sería fructífero exponer un caso típico del problema. Por supuesto, no todos los casos son así, hay casos menos complicados o que pueden exhibir otras combinaciones de comportamientos, pero su esencia es la misma en cuanto a causas y conductas fundamentales.
“Niño de 5 años que asiste a consulta llevado por sus padres “porque no pueden con él”, es agresivo, intranquilo, no obedece, se controla un poco cuando le pegan, no respeta a nadie en la casa, hace perretas y cuando se enfurece tira cosas y dice malas palabras. En el círculo infantil es inquieto, desobediente y con poca tolerancia a las frustraciones, no acepta un “no”. Los padres son de nivel de escolaridad medio, el padre es chofer y la madre secretaria de una empresa de la construcción. Viven con los abuelos paternos. El sujeto es el único niño de la casa, le complacen sus gustos, aunque son poco cariñosos y estimulantes con él, lo regañan frecuentemente. Los padres no tienen paciencia y le pegan para que obedezca. No se ponen de acuerdo en la educación del niño, los abuelos intervienen constantemente para protegerlo. Todos están preocupados por la conducta del niño y no saben qué hacer”.
DESARROLLO
La malcriadez se manifiesta con desobediencia, falta de respeto, poca tolerancia a las frustraciones que puede estar acompañada de intranquilidad, perretas, malas palabras, agresividad, dificultades en la atención, dificultades en el aprendizaje, dificultades en el sueño, en fin, desorden general.
Este comportamiento es muy molesto para los adultos que rodean al niño y está determinado por una inadecuada educación del mismo, que no nació bien o mal educado, sino que por desconocimiento de sus familiares cada cual hace lo que cree correcto y no se establecen normas y reglas de conducta estables y consecuentes con la edad del niño.
La educación de los niños es un proceso complejo, responsable y largo, no es cosa de un día o de comenzar “cuando el niño esté más grandecito”. La educación debe comenzar desde el día que nace.
¿Cuáles son las causas de la malcriadez o malacrianza?
Una causa muy frecuente, como citaba anteriormente, es el hecho de comenzar la educación del niño muy tarde pensando que todavía es pequeño para aprender. Entonces, cuando ya el niño es un malcriado es más difícil la reeducación.
Muchos padres llegan cansados del trabajo y desean tranquilidad en el hogar y además, complacer a sus hijos que no han visto durante el día, entonces, van cediendo a las peticiones de los pequeños sin poner los límites de los comportamientos adecuados.
Para analizar las causas de la malcriadez es necesario comenzar por las tres reglas más importantes en la educación y que su incumplimiento dará lugar de una forma u otra a esta conducta desordenada.
Para educar a un niño lo primero que debe ocurrir es quererlo, aceptarlo como es y comprenderlo. Los padres quieren a sus hijos pero no todos lo demuestran, no todos aceptan a sus hijos como son. Son muchos los que con su rigidez o con su sobreprotección hacen sentir a los pequeños como objetos del capricho de sus padres.
No se puede estar conforme con querer por querer, es importante demostrarlo. ¿Cómo? Aceptando al hijo como es. No, no hay contradicción. No es lo mismo enseñar al hijo, corregir sus conductas inadecuadas porque lo quieren y desean que aprenda, aceptando que son conductas propias de su desconocimiento, de su propio desarrollo; que querer a al hijo y dejar que haga lo que desee según se entienda sin poner los límites a su conducta o porque se le quiere restringir sus posibilidades sin poner los límites de acuerdo a su edad.
El comportamiento del niño es en gran medida determinado por la forma en que se le educa.
El querer debe basarse en el respeto. Si al niño por ser pequeño no se le considera una persona, no se le respeta, no se tienen en cuenta sus derechos tendrá motivos para oponerse a los adultos, se sentirá molesto y no se comportará correctamente.
El querer debe basarse en la demostración de ese cariño. El niño que no es estimulado correctamente, que no se valoran sus progresos, sus éxitos y que sólo las personas que lo rodean se percatan de sus errores y lo regañan constantemente, se conducirá de forma rebelde con aquellos que lo atacan o por el contrario, se conducirá de forma sumisa por la impotencia que siente ante aquellos que son mayores que él. Demostrar el cariño es estimular y enseñar todo lo que él necesita, pues está ávido de aprender de acuerdo a sus posibilidades y necesidades.
Otra regla importante en la educación de los niños es la consistencia en la misma. La educación del niño es un proceso de socialización, donde él se apropia de toda la experiencia social, de lo que se debe y no se debe hacer, de lo que satisface o no sus necesidades. ¿Qué es ser consistente en la educación? Ella se refiere a que los adultos encargados de ésta se pongan de acuerdo en cómo la van a dirigir, dosificar y que además, se respeten entre ellos.
Cuando así no ocurre, la inconsistencia se convierte en una de las causas más frecuente de la malcriadez. Cada adulto exige a su manera y en el momento que crea necesario, muchas veces contradictoriamente en diferentes situaciones o ante la insistencia del pequeño, y lo peor, se oponen a los criterios y decisiones del otro delante del niño. Esto provoca una gran confusión en el pequeño. Si unos le permiten y otros no, si hoy le se dice que no y mañana que sí, si insiste y se cede, no sabrá qué hacer, se dificulta la apropiación que debe realizar de las normas sociales y su conducta se desordena. Por otra parte, si los adultos que lo educan no se respetan entre ellos es muy difícil que él aprenda a respetarlos.
La otra regla importante en la educación de los niños es la consecuencia en esa educación. ¿Qué es ser consecuente en la educación? Es enseñar y exigir al niño de acuerdo a sus características y posibilidades, de acuerdo a su edad y los progresos que haya tenido hasta ese momento y los que debe ir logrando.
Cuando así no ocurre, la inconsecuencia se convierte en otra de las causas más frecuente de la malcriadez. Los adultos exigen conductas no apropiadas a las posibilidades del niño. En ocasiones le exigen que tenga respuestas por encima de sus posibilidades. Por ejemplo: que esté sentado tranquilo mientras dure una visita de adultos, que cuide su ropa mientras juegue con otros niños, que no corra porque puede hacerse daño y otras.
Por el contrario, en otras ocasiones le limitan o le prohíben conductas que sí deben realizar y hasta son beneficiosas para su desarrollo. Por ejemplo: le dan la comida, lo visten y desvisten, le resuelven sus obstáculos sin dejar que lo intente, lo defienden ante una riña con otro niño y otras.
Estos inadecuados manejos de la educación generalmente están incluidos en situaciones familiares inadecuadas que por supuesto, dan lugar al desorden en la conducta del niño.
Existen fundamentalmente tres situaciones familiares inadecuadas: sobreprotección, rigidez y permisividad. No siempre son excluyentes, en muchas ocasiones están combinadas de acuerdo a las situaciones, criterios y características de los adultos.
La sobreprotección ocurre cuando la educación familiar se basa en la limitación de las actividades y posibilidades del niño por los familiares porque estos temen que al pequeño le suceda algo, es decir, que corra peligro. Este temor de los adultos provoca en los niños inseguridad, dependencia, timidez, irresponsabilidad, algunos niños se rebelan y otros son sumisos. Frecuentemente estas familias tienen un manejo inconsistente y siempre inconsecuente.
La rigidez ocurre cuando la educación familiar se basa en la limitación de las actividades y posibilidades del niño por los familiares porque estos temen perder la autoridad ante el niño y entonces, asumen exigencias inflexibles que no tienen en cuenta las características del pequeño. Este comportamiento de los adultos provoca en los niños inseguridad, timidez, inestabilidad emocional, muchos niños se rebelan y otros son sumisos. Frecuentemente, estas familias tienen un manejo inconsistente y siempre inconsecuente.
La permisividad ocurre cuando la educación familiar se basa en permitir al niño hacer lo que desee, no por respetar su individualidad, sino para evitar problemas con él o sencillamente porque hay menos problemas. Por supuesto, a la larga los adultos están en una gran complicación porque el niño hace lo que quiere sin límites, se le dificulta el ajuste a grupos y tiene baja tolerancia a las frustraciones. Evidentemente, estas familias tienen un manejo inconsistente e inconsecuente que limitará un adecuado proceso de socialización en el niño donde no aprenderá qué se puede y qué no se puede, qué debe y qué no debe.
Una de las causas también de la malacrianza es el inadecuado ejemplo de los adultos. El niño aprende más lo que ve, que lo que se le dice. Si decimos al pequeño que no debe decir mentiras, pero luego nos excusamos delante de él para no realizar alguna actividad con argumentos falsos que el niño sabe que no son ciertos, él no comprenderá si realmente es malo o no decir mentiras.
Si se critica al niño por ser agresivo y él observa que los adultos se gritan, se manotean, no se respetan e incluso son agresivos con él mismo, esto será una causa importante de su agresividad porque aprenderá que es la forma de enfrentar a las personas, de exigir sus derechos, de comunicarse.
Otra de las causas, es el inadecuado lenguaje que se utiliza con el niño, que en su esencia más bajo o más alto, más suave o más crudo es agresivo y que lleva mensajes negativos que refuerzan las conductas negativas, porque le llegan al niño como reproches, rechazos, no aceptación y generalmente, sin que el adulto haya hecho una valoración profunda de la situación y sus causas. Por ejemplo: “eres insoportable”, “eres un malcriado”, “eres un agresivo”, “siempre haces lo que quieres”, “si sigues así no te querré”, “no quiero un hijo así” y muchas otras que se oyen a diario.
Otra causa es el uso inadecuado de los premios y castigos. En ocasiones “compramos” a nuestros hijos “si te portas bien te compraré...” El niño debe comportarse de acuerdo a lo establecido socialmente porque “debe”, no para obtener algo. Conducir la educación de esta forma lleva al niño a que posteriormente use el chantaje para lograr lo que desea y el mensaje educativo es negativo. A veces se premia lo que no se ha ganado, se premia y premia y el niño sigue comportándose inadecuadamente. ¿Tiene necesidad de cambiar?
Con mucha frecuencia se abusa del regaño, por todo se regaña al niño incluso, por actos sin importancia sólo porque el adulto está molesto. Esto crea un ambiente desagradable y el niño se irrita, pudiéndose rebelar de diversas maneras, tomando un comportamiento sumiso o sencillamente indiferente, hace lo que quiere “le entra por un oído y le sale por otro”.
Voy a delimitar dos tipos fundamentales de castigo: el castigo que consiste en la limitación de una actividad que el niño desea hacer y el castigo físico.
El primero tiene con bastante frecuencia un uso incorrecto. De hecho se abusa de él. Se castiga a niños pequeños que no tienen madurez para soportarlo y saber qué es, por lo tanto, es inconsecuente. Se castiga por conductas que son propias de la edad o de las circunstancias en las que está inmerso el niño. Se castiga sin antes haberlo enseñado a cómo debe actuar y por qué. Se castiga por un tiempo prolongado e innecesario. Se castiga exigiendo conductas que pueden complicar la situación, por ejemplo: ir a la cama, sentarse a estudiar. Se castiga y no se cumple el castigo.
El segundo, nunca se debe usar.
Un aspecto que tiene relación con lo anteriormente planteado es el uso de las amenazas. Ellas en sí son incorrectas porque llevan el mensaje de un chantaje al niño, “si no haces esto, entonces, yo te haré...” y lo peor es que con frecuencia no se cumplen, entonces, el niño las oye y no le da importancia, al contrario, pueden incrementar su rebeldía. Ellas nunca deben utilizarse y si se usan deben cumplirse.
Con frecuencia se utiliza la comparación para tratar de corregir conductas negativas y lejos de ayudar, perjudica al niño. Reflexionemos.
Cada individuo es diferente a los otros, cada individuo es irrepetible, es una individualidad, por qué comparar entonces. Cada persona percibe, siente y enfrenta la realidad de manera distinta, la comparación puede provocar rebeldía, humillación, culpabilidad, desconcierto, minusvalía, en fin, respuestas no adecuadas. Cuando se compara a un niño o a una persona con otra, por ejemplo: “mira a ese niño como se está tranquilo”, “ese niño sí es bueno”, “ese niño no llora por gusto como tú” y otras comparaciones; se está dañando al pequeño comparado. Él no es el otro y le están pidiendo que se comporte como no le han enseñado y como no puede y no sabe hacer. Si el otro niño es el beneficiado en la comparación y lo oye, lo que ocurre con mucha frecuencia entre los hermanos, podrá sentirse superior y privilegiado, lo cual tampoco es saludable para éste.
La inadecuada organización de la vida del niño es otro problema a analizar. El no propiciar un horario de vida adecuado al niño de acuerdo a su edad, sus características y circunstancias en la que vive lo irritan e intensifican conductas incorrectas. Es muy importante partir de una organización de sus actividades, de sus comidas y de su sueño.
Con frecuencia los adultos no organizan previamente las actividades del niño y éste comienza a actuar como se le antoje y no siempre hace lo correcto a su edad o lo que desean los adultos. Por otra parte, el niño comienza a actuar y con anticipación no se precisan con él los límites que tiene, entonces, comienzan los regaños innecesarios, que pudieran haberse evitado si se le propicia un lugar de acuerdo a las condiciones para sus actividades y que no tenga peligros potenciales. Si se le colocan sus juguetes de forma sugerente para estimular sus actividades y más aún, si se favorece que se relacione con otros niños de una edad similar a la edad de él.
Asimismo, la organización del sueño reparador es importante. En muchas ocasiones los niños duermen mucho la mañana para que la madre pueda hacer las tareas del hogar y esto limita su desarrollo porque actuando es que aprende y mientras está durmiendo no lo está haciendo. En otras, se viola el sueño del día de acuerdo a su edad porque no quiere dormir o duerme excesivamente la siesta o sueño diurno y después se duerme tarde en la noche, desorganizándose su vida.
¿Qué hacer con un niño malcriado?
Antes de exponer orientaciones al respecto, deseo recalcar que la educación del niño debe comenzar el día que nace y aunque pueda no ser perfecta se debe tratar de conducirla lo mejor posible porque en ello va la formación de la personalidad del pequeño. Recordar que es más fácil educar que reeducar. Por otra parte, si ya está malcriado por desconocimiento, se debe buscar ayuda técnica porque no es tarde para rectificar.
Hechas estas aclaraciones generales precisaré a continuación las orientaciones más importantes para manejar la malcriadez:
Las frases estimulantes le favorecerán, por ejemplo: “tú puedes”, “lo lograrás”.
Es importante acentuar lo positivo, es decir, no reafirmar conductas negativas y sí reforzar las positivas, por ejemplo: no decir “no grites” es mejor decir “habla en voz baja”.
He abordado el problema fundamental: la malcriadez y no he ofrecido orientaciones concretas acerca del manejo de otras manifestaciones que con frecuencia acompañan a esta alteración de la conducta del niño como son las perretas, las malas palabras y otras. La conducción de la educación de una forma adecuada también eliminará esas conductas, sin embargo, se pueden realizar manejos de las mismas que pueden ser objeto de análisis en otro artículo.
BIBLIIOGRAFÍA
Correspondencia: Lic. María Antonieta Rodríguez Arce. Coliseo Edificio 1 Apartamento 2 / Narciso López y Morales Lemus, Holguín. Teléfono 461819. Correo electrónico: marian@cristal.hlg.sld.cu