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Correo Científico Médico de Holguín 2007;11(3)

 

Trabajo de revisión


Facultad de Ciencias Médicas “Mariana Grajales Coello” de Holguín

 

El cáncer una enfermedad genética.

 

Cancer, a  Genetic Disease.

 

Pedro Enrique Miguel Soca1, Alejandro Almaguer Herrera2, Delmis Ponce de León3, Hilda Sales Márquez2, Hermelinda Pérez Rodríguez4.

 

1 Profesor de Bioquímica Clínica. Especialista de Segundo Grado en Bioquímica Clínica. Departamento de Ciencias Fisiológicas. Facultad de Ciencias Médicas (FCMH).

2 Profesor de Bioquímica.  Especialista de Primer Grado en Bioquímica. Departamento de Ciencias Fisiológicas. FCMH.

3 Profesora de Bioquímica. Técnica de Laboratorio Clínico. Departamento de Ciencias Fisiológicas. FCMH.

4 Profesora Asistente. Especialista de Primer Grado en Fisiología Normal y Patológica. Departamento de Ciencias Fisiológicas. FCMH.

 

RESUMEN

 

El cáncer es una enfermedad genética producida por alteraciones múltiples en tres clases de genes: los oncogenes, los supresores tumorales y los de reparación del ADN. Estos cambios pueden ser genéticos o epigenéticos, causados por cancerígenos químicos, físicos o biológicos. El conocimiento de estos aspectos podría tener un favorable impacto en el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico de esta terrible enfermedad, segunda causa de muerte en el mundo.

 

Palabras claves: cáncer, oncogenes, genes supresores del tumor, genes de reparación.

 

ABSTRACT

 

Cancer is a genetic disease produced by multiple alterations on three types of genes: oncogenes, tumor suppressor genes, and repair DNA genes. These changes can be genetic and epigenetic caused by chemical, physical and biological carcinogens. The knowledgement of these topics may be favorable impact on the diagnosis, treatment and pronostic of these terrible disease, second cause of mortality on the world.

 

Key words: cancer, oncogenes, tumor suppressor genes, repair DNA genes.

 

INTRODUCCIÓN  

El cáncer es una enfermedad genética, aunque en la mayoría de los casos no es hereditaria. En estas últimas, el defecto se transmite a través de las células sexuales al cigoto. En contraste, los trastornos que originan la mayor parte  de los tumores malignos afectan el ADN de las células somáticas1. Esto provoca la proliferación celular incontrolable, con invasión del tejido adyacente sano y metástasis, diferencia principal entre el cáncer y los tumores benignos. La investigación básica sobre el cáncer se remonta a los inicios del siglo XX, cuando   Rous descubrió un virus causante de sarcomas en aves. Sin embargo, por limitaciones conceptuales y tecnológicas, solamente durante el último cuarto de siglo se han empezado a producir avances significativos en el esclarecimiento de los mecanismos moleculares que rigen estos procesos.

 

Su elevada incidencia y mortalidad, unida al sufrimiento que provoca en los pacientes, convierten al cáncer en un serio problema de salud mundial y un reto para los servicios sanitarios1. Todavía los tratamientos actuales como la quimioterapia y la radioterapia, presentan serios efectos indeseables, por lo que la comprensión de la genética molecular de esta enfermedad podría tener un favorable impacto sobre su diagnóstico, tratamiento y pronóstico2. En este trabajo se abordan los aspectos esenciales de la genética molecular del cáncer, temática de gran actualidad y aplicación, que abre promisorios caminos a la solución de esta grave enfermedad3. Este artículo  hará énfasis en los aspectos moleculares de la carcinogénesis, en especial sobre los genes4.

 

CARACTERÍSTICAS DE LAS CÉLULAS CANCEROSAS

 

La más importante característica de una célula cancerosa es la pérdida del control del crecimiento, cuando las células malignas crecen en cultivos forman grumos, a diferencia de sus contrapartes normales que originan monocapas. Es evidente que éstas no responden a las señales reguladoras que provocan el cese del crecimiento1. Las más notables alteraciones del núcleo aparecen en los cromosomas. Las células normales al dividirse mantienen su complemento cromosómico diploico, no así, las malignas, que presentan complementos aberrantes, una condición conocida como aneuploidia. Cuando se altera el complemento de cromosomas, se activa una vía de señalización, que conlleva a la autodestrucción de la célula o apoptosis1.

Otra importante propiedad de las células cancerosas es su incapacidad para sufrir apoptosis. Éstas presentan un núcleo que invade casi todo su volumen, sin embargo en la mayoría de las normales, el núcleo ocupa sólo una quinta parte de su tamaño. Los más significativos cambios del citoplasma de las células transformadas ocurren en el citoesqueleto, mientras que las normales contienen una organizada red de microtúbulos, microfilamentos y filamentos intermedios, el citoesqueleto de las cancerosas puede estar reducido o desorganizado1.

 

Las células normales exhiben una limitada capacidad para dividirse; es decir, cuando alcanzan un determinado número de divisiones, sufren un proceso de envejecimiento o senescencia que impide su proliferación5. Sin embargo, las cancerosas son inmortales y continúan dividiéndose de forma indefinida, lo que se ha atribuido a la presencia de telomerasa. La telomerasa es una enzima que mantiene los telómeros de los extremos de los cromosomas, lo que permite que éstos se dividan. El acortamiento de los cromosomas sirve para limitar el número de divisiones celulares. Cuando los telómeros se acortan a una longitud crítica, la célula es incapaz de replicar su ADN. En este punto las normales entran en envejecimiento o paro del crecimiento y no se pueden dividir más. Las neoplasias continúan su proliferación sin llegar al estado de envejecimiento. El gen que codifica el componente activo de la telomerasa, hTERT se considera un proto-oncogén5

 

Otra característica de las células cancerosas es el predominio del metabolismo anaerobio.  Sin suficiente oxígeno, éstas desarrollan la fermentación para suplir sus necesidades de energía, lo que causa la producción excesiva del ácido láctico. Consecuentemente, el ácido pirúvico, producto final de la glicólisis, se convierte en lactato, que llega al hígado por vía sanguínea, donde se transforma en glucosa, que retorna a las células transformadas6. Otro trastorno enzimático aparece en el tumor de próstata, donde las células epiteliales productoras de citrato sufren una conversión maligna a células oxidantes de citrato7. La reducción de la actividad de la aconitasa es esencial para la malignización7 

 

CAUSAS DEL CÁNCER

 

Los factores que producen el cáncer se agrupan en dos grupos: la genética y el ambiente. En la mayoría intervienen cancerígenos químicos, físicos y biológicos, relacionados con estilos  de vida. En 1775, Percival Pott, demostró la relación entre un agente ambiental y el cáncer cuando estableció que su elevada incidencia en la cavidad nasal y del escroto en deshollinadores de chimeneas se debía a la exposición al hollín. Posteriores estudios han señalado la existencia de numerosas sustancias capaces de provocar la aparición de tumores. Otros agentes son las radiaciones ionizantes y los virus y todos tienen una propiedad común: alteran el genoma o conjunto de genes de la especie. Los cancerígenos casi siempre actúan como  mutágenos1.

 

Los virus ADN o ARN (ácido ribonucleico) pueden provocar la aparición de tumores malignos. Entre los virus ADN están el polioma virus, el  virus del simio 40, adenovirus y los herpes virus, capaces de inducir la transformación neoplásica, a través de la integración del ADN proviral y la activación de genes específicos del hospedero: los genes celulares se ponen bajo control de secuencias largas repetidas del virus o se fusionan a secuencias virales, con la consiguiente producción de proteínas noveles. Los virus ARN o retrovirus, similares en estructura al virus de inmunodeficiencia humana o VIH, presentan una enzima la transcriptasa inversa, responsable de la síntesis de ADN a partir de ARN.

 

Los retrovirus se dividen en dos clases: los virus transformantes agudos y crónicos8. En contraste con los virus transformantes crónicos, los genomas de los agudos contienen secuencias, adquiridas o transducidas de una célula hospedera como resultado de la recombinación genética. Las secuencias derivadas del hospedero, los oncogenes virales responsables directos de su actividad transformante, no son necesarias para la replicación viral8. Se han identificado más de 20 diferentes genes celulares transducidos por virus tumorales.  Los virus transformantes crónicos producen neoplasias sólo en hospederos donde el virus pueda replicarse, después de largos períodos de latencia y en sitios específicos.

 

 Los virus crónicos transforman células al integrarse al genoma de la célula hospedera. El provirus puede afectar los locus de la región del cromosoma huésped donde se integra. Si en esa región hay un proto-oncogén, la integración del provirus puede alterar su estructura y/o su expresión. Algunos proto-oncogenes se afectan por mutaciones somáticas en tumores8. Aunque los virus han sido una  herramienta para identificar numerosos genes involucrados en la génesis tumoral, sólo una pequeña fracción de virus se asocian a cánceres en  humanos y en la mayoría de los casos, éstos  incrementan el riesgo de desarrollar el tumor, en vez de ser determinantes exclusivos de la enfermedad. Esta correlación se ilustra con el papilomavirus (HPV) que está presente en el 90% de las mujeres con cáncer cervical, aunque la mayoría de las féminas infestadas no desarrollan el tumor9.

 

 Otros virus asociados a neoplaisas  son el de la hepatitis B vinculado al tumor hepático, el virus de Epstein-Barr con el linfoma de Burkitt, un herpes virus (HHV-8) con el sarcoma de Kaposi y el retrovirus HTLV-1 con la leucemia de célula T del adulto10.

 

Los seres humanos están expuestos a muchos cancerígenos con cambios en los patrones de exposición; también son difíciles de probar los datos relacionados con los estilos de vida. No obstante, se han establecido algunas relaciones importantes. Por ejemplo, parte del incremento del cáncer de mama en los países occidentales se atribuye a una mejoría en la dieta, con menarquías precoces y embarazos tardíos, dos factores de riesgo1. Los estrógenos pueden actuar como promotores  en neoplasias malignas como   el cáncer de mama, debido con probabilidad al rol carcinogénico de algunos de sus derivados11. Este tumor es raro en mujeres cuyos ovarios se han eliminado precozmente en sus vidas y no han recibido terapia hormonal de reemplazo.

 

 El tamoxifeno, que bloquea la acción de los estrógenos disminuye el riesgo de cáncer mamario al unirse a los receptores de estrógenos. Los estrógenos inducen cambios por diferentes mecanismos, que incluyen como aspecto esencial la unión de la hormona con su receptor, localizado en el núcleo12. Existe un consenso de que algunos ingredientes de la alimentación como la grasa animal y el alcohol, incrementan el riesgo de desarrollar cáncer, mientras que otros, presentes en frutas y vegetales pueden reducirlo. Los  antinflamatorios no esteroideos como la aspirina, reducen la probabilidad de tumor de colon, quizás por inhibición de las ciclooxigenasas, enzimas que sintetizan prostaglandinas1.

 

Algunos cánceres se producen por mutaciones debidas a carcinógenos. Un ejemplo, la aflatoxina B, es el principal contribuidor de la alta incidencia de cáncer de hígado en Asia. Esta sustancia produce una sustitución de guanina por timina en un par de bases del codón 249 del gen p5313

 

EL CÁNCER ES MULTIFÀSICO

 

El cáncer es una de las causas más frecuentes de muerte, por lo que es una enfermedad muy común. Sin embargo, a  nivel celular, un tumor maligno es un evento muy raro1. A diferencia de otras enfermedades que afectan un gran número de células, la neoplasia se origina de la proliferación  sin control de una célula, por lo que se dice que es monoclonal. El cuerpo humano contiene trillones de células, de las cuales billones se dividen diariamente y sólo cerca de un tercio de la población sufre de cáncer.

 

Una de las razones del gran número de células que no se convierten en malignas, es que la transformación necesita de varias alteraciones. El desarrollo de un tumor es un proceso en múltiples etapas, caracterizado por la progresión de afectaciones en genes de una línea celular, que provoca una menor respuesta a la maquinaria de regulación del crecimiento14. Después de malignizarse, estas células sufren nuevas mutaciones, que le confieren nuevas propiedades.  La inestabilidad genética de éstas también las convierten en más resistentes a la quimioterapia.

 

ALTERACIONES GENÉTICAS EN EL CÁNCER

 

Se han reportado unos 300 genes del cáncer que representan más del 1 % del genoma humano15. El 90 % de las mutaciones somáticas son dominantes, con predominio de las translocaciones en las leucemias, linfomas y sarcomas. En contraste, el 90 % de estas alteraciones en la línea germinal son recesivas debido, probablemente, a que muchas cuando tienen carácter dominante son letales. Hay, al menos, un gen capaz de actuar por mecanismos dominantes y recesivos: PRKARIA15.

 

Se han observado cinco principales alteraciones de los genes en las células cancerosas: alteraciones sutiles, cambios en el número de cromosomas, translocaciones cromosómicas, amplificaciones y secuencias exógenas.

 

Alteraciones sutiles: como en otras enfermedades, en las células del cáncer aparecen pequeñas delecciones, inserciones y sustituciones de pares de bases.  Las delecciones o pérdidas son comunes en los adenocarcinomas de colon, pulmón, mama y próstata. Estos cambios son más importantes en la inactivación de los supresores tumorales que en la activación de los proto-oncogenes16.

 

Cambios en el número de cromosomas: en los cánceres se ven pérdidas  o ganancias de cromosomas. Aunque la aneuploidia, en ocasiones provoca enfermedades hereditarias como el síndrome de Down,  en las células tumorales se observa en grado mayor. Según el cariotipo, las células neoplásicas pueden tener dos copias normales de un cromosoma, aunque los estudios revelan con frecuencia que ambos pueden ser del mismo progenitor como por ejemplo, dos cromosomas del par 17 de origen paterno. Esta pérdida de la heterocigosidad (LOH) afecta comúnmente a más de la mitad de los cromosomas de una célula cancerosa. La LOH es una eficiente manera para la inactivación de genes. Así, una célula con una mutación de una copia de un  gen supresor y una copia salvaje, mientras se mantenga el alelo normal, no prolifera de manera incontrolada17.

 

Translocaciones cromosómicas: son frecuentes en neoplasias epiteliales. Estas translocaciones activan proto-oncogenes en células hematopoyéticas de niños y adultos, lo que ha contribuido a que más del 50 % de estas neoplasias del tejido linfoide se hallan caracterizado molecular y citogenéticamente17. Por ejemplo, las leucemias promielocíticas agudas, tienen una t(15; 17) por la fusión de un gen del receptor del ácido retinoico del cromosoma 17 con el gen PML del cromosoma 15 y en las leucemias mielógenas crónicas (CML) aparece una translocación t(9; 22) por la unión del oncogén abl del cromosoma 9 q con el gen BCR (break point cluster region) del cromosoma 22 q. La nueva proteína quimérica resultante, BCR-ABL,  retiene secuencias activas de proteín quinasa del gen ABL, pero reemplaza sectores reguladores de ABL con secuencias de BCR. El resultado es una proteína quinasa con estructura y función alteradas8.

 

El cromosoma Filadelfia, descrito en 1960 por Nowell y Hungerford, se identifica en la mayoría de estos pacientes y en algunos sujetos con leucemia linfoide8. Otros alelos de oncogenes codifican factores de transcripción quiméricos con estructura y función anormales  como la leucemia aguda pre-B, con translocaciones 1q y 19p8. Otro ejemplo, en el linfoma de Burkitt el gen c-myc del cromosoma 8, se inserta en el cromosoma 14, cerca del locus que codifica para la cadena pesada de inmunoglobulina, lo que ocasiona la expresión excesiva del gen c-myc.

 

La mayoría de las translocaciones unen genes de factores de transcripción o de receptores de tirosín quinasa, a un gen no relacionado, lo que origina la síntesis de una proteína quimérica con propiedades oncogénicas. Un segundo mecanismo de malignidad es la implantación de genes de control transcripcionales cerca de facilitadores/promotores muy activos, como los genes de los receptores de las células T o de las inmunoglobulinas17. Entre los genes activados con frecuencia por translocaciones tenemos el MYCBCL2, TTG1, LYL1, SCL1, PRAD1 y  BCL1 o ciclina D18.

 

Amplificaciones: este proceso, poco común, provoca errores en la replicación. El resultado es que en vez de una copia de una región del cromosoma, se producen varias copias17. En ocasiones, existen tantas copias de la región amplificada, que se  forman pseudocromosomas pequeños, llamados dobles diminutos. Estos genes pueden ser transcriptos y traducidos, llevando a la sobreproducción de los ácidos ribonucleicos  mensajeros o ARNm y de sus proteínas. Si un oncogén está en la región amplificada, su sobreexpresión puede llevar al crecimiento celular incontrolado. La amplificación también contribuye a uno de los problemas más serios del tratamiento del cáncer: la resistencia a los fármacos. Un gen comúnmente involucrado es el MDR (multirresistencia a las drogas); su producto actúa como una bomba al sacar citostáticos.

 

La multiplicación de 5 a 100 veces de una pequeña región del cromosoma, generalmente en estadios avanzados, contienen los amplicones, cuya expresión puede favorecer la actividad proliferativa al incrementar el número de copias. Un caso se ve en la amplificación del gen MYCN, que ocurre en el 20-25 % de los neuroblastomas asociado a peor pronóstico17. Otros locus que sufren amplificaciones son EGFR, c-erbB2, GLI, MDM2, PRAD1, HST y INT28. Debido a que las amplificaciones involucran cientos de miles de pares de bases, en algunos tumores hay más de un proto-oncogén con secuencias amplificadas. Un ejemplo, se observa en sarcomas, donde la amplificación del cromosoma 12q activa la expresión de los genes MDM2, GLI y CDK48.

 

Secuencias exógenas: ciertos cánceres se asocian a virus tumorales, cuyos genes contribuyen al crecimiento anormal de las células (cánceres cervicales, linfomas de Burkitt y carcinomas hepatocelulares). Estos genes exógenos pueden considerarse como otra clase de mutación que favorece la carcinogénesis. En la transducción un retrovirus “secuestra” un proto-oncogén, que se incorpora al genoma y se convierte en un provirus. El provirus se inserta cerca del proto-oncogen; se produce la co-transcripción de la secuencia del proto-oncogén y de la secuencia viral. El proto-oncogén transcripto se comporta anormalmente cuando es reintroducidoen en el ADN de otra célula. En la mutagénesis por inserción un promotor viral se inserta cerca de un proto-oncogén, esta acción ocasiona  su transformación en un oncogén17.

 

CLASES DE GENES EN EL CÁNCER

 

Como las células tumorales provienen de una sola célula, esta anormalidad se transmite con dos posibilidades de herencia: por un cambio genético o epigenético. Las células de un organismo son estructural y funcionalmente  heterogéneas por la expresión diferencial de los genes. Alteraciones de esta clase son epigenéticos porque son heredables a corto plazo, pero no involucran mutaciones, donde participan dos mecanismos básicos: la metilación del ADN y las modificaciones de las histonas18.  Los genes del cáncer se agrupan en tres clases: oncogenes, supresores tumorales y de reparación del ADN.

 

Los oncogenes son versiones alteradas de genes normales, los proto-oncogenes, que son reguladores positivos de la proliferación celular19. En su mayoría son componentes de las vías de transducción de señales, responsables de la transformación de las señales extracelulares en intracelulares8. Un pequeño grupo se relaciona con la  supervivencia celular al funcionar como componentes del ciclo celular y de la maquinaria antiapoptótica, como CCND1 y CDK. Los supresores del tumor son reguladores negativos y los  de reparación son responsables de la detección y reparación del daño genético. La regulación coordinada de estos genes mantiene la homeostasis de los tejidos; el cáncer refleja una ruptura en ese equilibrio8.

 

ONCOGENES

 

Los oncogenes son alelos hiperactivos o desregulados de genes promotores del crecimiento normal, que actúan como aceleradores de la proliferación y cuando se mutan o se expresan a niveles altos contribuyen a que una célula se convierta en cancerosa. La activación de oncogenes juega un importante papel en la formación de los tumores20.  Se descubrieron en virus ARN, que transforman una célula normal en una maligna porque contienen un gen que codifica una proteína que interfiere con la actividad normal de la célula. En 1976    se descubrió que src, transportado por el virus del sarcoma aviario (ASV) se encontraba en el genoma de células no infestadas. Este oncogén, no era viral, sino un gen celular incorporado al  virus  durante una infección previa1. Se hizo evidente que las células normales poseían una variedad de genes, los proto-oncogenes, que tienen la capacidad de convertir una célula en maligna. Este descubrimiento le otorgó el premio Nobel  de 1989 a Harold Varmus y J Michael Bishop21.

 

Entre los mecanismos que convierten los proto-oncogenes en oncogenes se encuentran1:

 

1. La mutación del gen altera las propiedades del producto genético.

2. Una mutación en una secuencia reguladora, puede alterar la expresión del gen, con la producción de cantidades excesivas de su producto.

3. Un reordenamiento del cromosoma incorpora una secuencia de ADN de un sitio distante del genoma a la proximidad del proto-oncogén, lo que altera tanto la expresión como la proteína.

 

Estas alteraciones pueden provocar que una célula responda menos a los controles normales del crecimiento. Los oncogenes son dominantes, lo que significa que una sola copia puede causar que la célula exprese el fenotipo alterado, independientemente de la presencia de un alelo normal en el cromosoma homólogo. Aunque las mutaciones en la línea germinal son probablemente  letales, algunas aparecen en síndromes cancerosos familiares como en MET, RET Y CDK4, responsables del cáncer papilar renal hereditario, la neoplasia endocrina múltiple tipo 2 (MEN2) y algunos melanomas familiares respectivamente. Sin embargo, la mayoría de estos síndromes se producen por mutaciones en la línea germinal de genes supresores, donde en contraste a las alteraciones de los proto-oncogenes, la pérdida del alelo normal es un evento iniciador8.

 

Los proto-oncogenes codifican proteínas con funciones normales, como el control del crecimiento de la célula y la progresión del ciclo celular. Una variedad están involucrados en la regulación de la actina del citoesqueleto, la adhesión celular y de la matriz extracelular. El descontrol de estas vías, cuando se activan a oncogenes, promueve la migración celular y la independencia de sustratos, requeridos para la invasión y la metástasis. Otros oncogenes pueden tener un papel en la angiogénesis8.  Se han identificado más de 100 oncogenes diferentes, la mayoría como parte de los genomas de virus tumorales de ARN (tabla 1).

                       

                       Tabla 1: Algunos oncogenes

Oncogén

Función del producto

Ejemplo de tumor

Abl/bcr

Nueva proteína por fusión

Leucemia mielógena crónica

Af4/hrx

Fusión afecta producto del factor de transcripción hrx

Leucemia aguda

gli

Factor de transcripción

Glioblastoma

Akt-2

Proteín quinasa serina/treonina

Cáncer de ovario

alk

Receptor tirosín quinasa

Linfoma

ALK/NPM

Nueva proteína de fusión

Linfoma de células grandes

Aml1

Factor de transcripción

Leucemia mieloide crónica

Aml1/mtg8

Nueva proteína de fusión

Leucemia aguda

Bcl-2,3,6

Bloquea la apoptosis

Leucemia y linfoma de células B

c-myc

Proliferación celular y síntesis de ADN

Leucemia, colon, estómago

dbl

Factor de intercambio de nucleótidos de guanina

Linfoma difuso de célula B

egfr

Tirosín quinasa

Carcinoma de célula escamosa

erbB-2

Tirosín quinasa

Mama, ovario, glándula salival

Ets-1

Factor de transcripción de promotores

Linfoma

gip

Proteína G asociada a membrana

Carcinoma de ovario

Hox 11

Sobreexpresión de proteína de unión al ADN

Leucemia aguda de célula T

K-sam

Receptor de factor de crecimiento

Leucemia mieloide

Lbc

Factor de intercambio de nucleótido de guanina

Leucemia mieloide

Int-2

Factor de crecimiento de fibroblastos

Carcinoma de mama

jun

Factor de transcripción para API

Sarcoma

KS3

Factor de crecimiento

Sarcoma de Kaposi

mas

Receptor de angiotensina

Carcinoma de mama

Mdm-2

Inhibidor de p53

Sarcoma

MLH1

Reparación del ADN

Cáncer colorrectal hereditario

mll

Nueva proteína de fusión

Leucemia mieloide aguda

MLM

Codifica p16, regulador negativo del crecimiento

Melanoma

MSH-2

Reparación del ADN

Cáncer colorrectal hereditario

 

 A pesar de que las versiones virales de cada uno de estos genes derivan de los mamíferos, sólo una docena tienen algún papel en la carcinogénesis de humanos. El gen más mutado es ras, que codifica una proteína fijadora de guanosín-trifosfato o GTP (Ras). Los mutantes ras contienen información para una proteína sin actividad GTPasa, lo que origina una forma unida al GTP (activa), que envía señales continuas de proliferación1.

 

PROTEÍNAS CODIFICADAS POR LOS PROTO-ONCOGENES

 

Estas proteínas son producidas por células que en condiciones normales no la sintetizan, se sintetizan en excesivas cantidades o en una forma activa no controlable2. Las más frecuentes son proteínas quinasas, la mayoría con mutaciones somáticas dominantes, aunque algunas alteraciones en la línea germinal predisponen a las neoplasias como los genes MET, KIT, STKII y CDK415. Las proteínas codificadas por estos segmentos de ADN  se pueden agrupar en 6 clases: factores de crecimiento, receptores de factores de crecimiento, proteín quinasas y proteínas que la activan, reguladoras del ciclo celular, participantes en la apoptosis y proteínas que se unen al ADN o factores de transcripción.

 

Factores de crecimiento  o sus receptores: la conexión entre los oncogenes y los factores de crecimiento se estableció en 1983 cuando se descubrió que el virus del sarcoma de simio causante de cáncer (SIS), contenía un oncogén (sis), derivado del gen celular para el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF). Las células infestadas con este virus se vuelven cancerosas porque secretan al medio grandes cantidades de PDGF, lo que provoca la proliferación incontrolable de las células. Otro virus oncógeno, de la eritroblastosis aviar, transporta el oncogén (erbB), que dirige la síntesis de un receptor de EGF alterado. Esta versión anormal del receptor estimula constitutivamente a la célula, independiente de la presencia del factor de crecimiento. Dentro de los cánceres que afectan los genes de receptores de factores de crecimiento, los más frecuentes presentan excesos de receptores en sus membranas, que las hacen más sensibles a los factores de crecimiento y por tanto, se dividen bajo condiciones que no afectan a las células normales. Estos  proto-oncogenes  también se activan por mutaciones y translocaciones, que causan un incremento de su actividad proteín quinasa1.

 

Oncogenes que codifican proteín quinasas: las proteín quinasas dominantes se activan por mutaciones como la amplificación de genes, la sustitución de bases, las inserciones, las delecciones y las translocaciones cromosómicas. Las tirosín proteín quinasas representan alrededor de un cuarto de todas las proteín quinasas y  2/3 de las proteín quinasas de genes del cáncer. Es interesante que las fosfatasas no son prominentes en el censo del cáncer15. Raf  es una proteína quinasa treonina/serina, que encabeza la cascada de la MAP quinasa, la vía de señalización primaria de control del crecimiento en las células.

El primer oncogén descubierto, src, también es una proteína quinasa que fosforila residuos de tirosina en proteínas. La transformación de una célula por un virus que contenga src, se acompaña de la fosforilación de una variedad de proteínas, con mayor probabilidad proteínas de transducción de señales, de control del citoesqueleto y de adhesión celular. Son raras las mutaciones de src en neoplasias humanas1.

 

Oncogenes que codifican factores de transcripción: después de las proteín quinasas, las proteínas más representadas están implicadas en la regulación de transcripcional, la mayoría codificadas por genes activados por translocaciones en las leucemias, los linfomas y los tumores mesenquimatosos15. Cuando una célula no se está dividiendo de forma activa puede entrar en un estado Go. La proteína Myc, codificada por myc, es una de las primeras proteínas que aparecen en una célula en estado Go. Al ser estimulada por factores de crecimiento, la célula se divide. Cuando se bloquea selectivamente la expresión de myc la célula no puede progresar a G1. El gen myc alterado se encuentra en cánceres humanos, frecuentemente amplificado o reordenado como resultado de la inversión o translocación cromosómica. Estos cambios evaden las influencias reguladoras normales sobre el gen myc y el incremento de su nivel de expresión, lo que provoca una excesiva síntesis de la proteína Myc. Un cáncer frecuente en África, el linfoma de Burkitt, se debe a la translocación de este gen cerca de un gen de anticuerpo.

 

Oncogenes que afectan la apoptosis: la apoptosis es uno de los mecanismos claves para eliminar las células tumorales en un estadio precoz.  El oncogén más vinculado con la apoptosis es el bcl-2, que codifica una proteína  unida a la membrana que inhibe la apoptosis1. El producto de este gen se vuelve oncogénico cuando se expresa a un nivel más alto, como ocurre cuando se transloca a un sitio anormal del cromosoma. Los linfomas foliculares de células B se relacionan con la translocación del gen bcl-2 próximo a un gen que codifica la cadena pesada de los anticuerpos. Se ha sugerido que la sobreexpresión del gen bcl-2 lleva a la supresión de la apoptosis en los tejidos linfoides  y la aparición del tumor. Este gen pudiera tener un papel en la menor efectividad de la quimioterapia1.

 

GENES SUPRESORES TUMORALES

 

Los genes supresores actúan como un freno para la proliferación celular22. Una mutación que inactive un gen antiproliferación, libera a la célula de las restricciones normales a la división y provoca una excesiva multiplicación. En una célula diploide normal hay dos copias o alelos de cada supresor tumoral; para la malignización se deben inactivar o perder ambas copias, ya que estos genes son recesivos y una sola copia del gen es suficiente para el control normal. En contraste, habitualmente se necesita una sola copia alterada de un proto-oncogén para producir el mismo efecto2. La existencia de estos genes se sospechó a finales de 1960 cuando Harris y colaboradores fusionaron células malignas de roedores con células normales y algunos híbridos de células perdían sus características malignas23. Estos hallazgos sugirieron que las células normales poseían factores que suprimían el crecimiento, lo que se confirmó posteriormente. La transformación maligna se acompaña de la pérdida de función de uno o varios genes supresores, de los cuales se han aislado alrededor de dos docenas  (tabla 2).

 

 

Oncogén

Función del producto

Ejemplo de tumor

Abl/bcr

Nueva proteína por fusión

Leucemia mielógena crónica

Af4/hrx

Fusión afecta producto del factor de transcripción hrx

Leucemia aguda

gli

Factor de transcripción

Glioblastoma

Akt-2

Proteín quinasa serina/treonina

Cáncer de ovario

alk

Receptor tirosín quinasa

Linfoma

ALK/NPM

Nueva proteína de fusión

Linfoma de células grandes

Aml1

Factor de transcripción

Leucemia mieloide crónica

Aml1/mtg8

Nueva proteína de fusión

Leucemia aguda

Bcl-2,3,6

Bloquea la apoptosis

Leucemia y linfoma de células B

c-myc

Proliferación celular y síntesis de ADN

Leucemia, colon, estómago

dbl

Factor de intercambio de nucleótidos de guanina

Linfoma difuso de célula B

egfr

Tirosín quinasa

Carcinoma de célula escamosa

erbB-2

Tirosín quinasa

Mama, ovario, glándula salival

Ets-1

Factor de transcripción de promotores

Linfoma

gip

Proteína G asociada a membrana

Carcinoma de ovario

Hox 11

Sobreexpresión de proteína de unión al ADN

Leucemia aguda de célula T

K-sam

Receptor de factor de crecimiento

Leucemia mieloide

Lbc

Factor de intercambio de nucleótido de guanina

Leucemia mieloide

Int-2

Factor de crecimiento de fibroblastos

Carcinoma de mama

jun

Factor de transcripción para API

Sarcoma

KS3

Factor de crecimiento

Sarcoma de Kaposi

mas

Receptor de angiotensina

Carcinoma de mama

Mdm-2

Inhibidor de p53

Sarcoma

MLH1

Reparación del ADN

Cáncer colorrectal hereditario

mll

Nueva proteína de fusión

Leucemia mieloide aguda

MLM

Codifica p16, regulador negativo del crecimiento

Melanoma

MSH-2

Reparación del ADN

Cáncer colorrectal hereditario

 

Las funciones de las proteínas codificadas por estos genes caen en 4 categorías:

 

1. La represión de genes esenciales para el ciclo celular. Si estos genes no se expresan, no progresa el ciclo celular y la célula no se divide.

2. El acoplamiento del ciclo al daño del ADN. Cuando se daña el material genético la célula no se divide hasta que se repare el ADN.

3. Si el daño no se puede reparar, la célula iniciará la apoptosis.

4. Algunas proteínas involucradas en la adhesión celular evitan la dispersión de las células tumorales, bloquean la pérdida de la inhibición por contacto e inhiben la metástasis24.

 

Estos genes supresores codifican factores de transcripción como el p53 y el WT1, proteínas reguladoras del ciclo celular como el RB y p16, reguladores de las vías de señalización como el NF1, una fosfatasa de fosfoinosítido (PTEN) y una proteína que regula la elongación de la ARN polimerasa II (VHL)1. Aunque estos síndromes hereditarios son raros, proporcionan una oportunidad única para la identificación de los supresores del tumor.

 

GENES REPARADORES DEL ADN

 

La reparación del  DNA  es un  proceso continuo, esencial en la supervivencia porque protege al genoma. En las células de humanos las actividades metabólicas y factores ambientales pueden dañar al ADN, con unas 500,000 lesiones moleculares individuales por célula por día. Estas lesiones afectan estructuralmente al ADN y cambian, de forma dramática la lectura de la información codificada por los genes. Sin embargo, cuando las células envejecen el índice de reparación no se corresponde con el daño del ADN y la célula puede sufrir senescencia, muerte celular programada o convertirse en tumoral25. A semejanza de los genes supresores tumorales, la pérdida de la función de estos genes es el fundamento de su papel en la génesis de los tumores. Sin embargo, difieren de varias maneras8. Los productos proteicos de algunos  supresores pueden transducir señales inhibidoras del crecimiento, la activación de vías de diferenciación o mediar la apoptosis después de daño del ADN o perturbaciones en el ciclo celular. En contraste, la inactivación de los genes reparadores  no afecta de forma directa el proceso normal que controla el crecimiento; en vez de eso parece que incrementa la tasa de mutaciones de otros genes, que incluyen los proto-oncogenes y los genes supresores. Como la acumulación de mutaciones en estas dos clases de genes reguladores del crecimiento es la etapa limitante en la velocidad de formación del tumor, la inactivación de los genes reparadores, acelera la progresión del tumor. Los genes del cáncer que codifican estas proteínas actúan  generalmente de manera recesiva y son inactivados durante la carcinogénesis15. Si el cáncer es una enfermedad debida a alteraciones en el ADN de células somáticas, cualquier actividad que incremente la frecuencia de mutaciones con probabilidad elevará el riesgo. Cuando los nucleótidos se incorporan incorrectamente  durante la replicación  se produce la reparación por desapareado. Si alguna de las proteínas involucradas en este proceso se altera, la célula incrementa su tasa de mutaciones.

 

La primera evidencia de un defecto de este tipo en la aparición del cáncer, surgió en 1993 con el estudio de la forma más frecuente de cáncer hereditario de colon, denominada cáncer hereditario  no polipósico de colon (HNPCC). Los  genes  responsables de la HNPCC, MMR  (Mismatch Repair Genes), están presentes en alrededor del 0.5 % de la población  y representan  del 5-8 % de todos los casos de cáncer de colon1. Se han descrito 9 genes MMR en los mamíferos (MLH1, MLH3, PMS1-2  y MSH2-6)26. Las proteínas MMR interactúan unas con otras para crear un código combinatorio de complejos que median distintas funciones. Además de su papel en la reparación, estas  proteínas participan en mecanismos adicionales que podrían contribuir a la carcinogénesis, la más notable la apoptosis en respuesta al daño del ADN.

 

Los modelos en animales sugieren que las mutaciones de MMR causan cáncer primariamente por dos mecanismos: las células adquieren mutaciones en componentes de vías de genes supresores críticos, que le permiten proliferar y las células no inician adecuadamente la apoptosis. No está claro si estos mecanismos operan de forma secuencial o concurrentemente en los diferentes tipos de células. Las proteínas MMR también contribuyen a suprimir la recombinación homóloga, lo que podría favorecer el proceso de la carcinogénesis26.  El genoma contiene gran cantidad de secuencias de ADN muy cortas y repetitivas, nombradas microsatélites. Las personas con HNPCC contienen microsatélites con diferentes longitudes al de las células normales. La diferencia en las longitudes de las dos cadenas, genera una pequeña asa de ADN no apareado en el duplex hijo, que es reconocido por el sistema de reparación. La variación en la secuencia de los microsatélites en estos cánceres, sugiere una deficiencia del sistema reparador. Las personas con HNPCC  presentan delecciones o mutaciones en algunos de los genes del sistema de reparación por desapareado  y acumulan mutaciones secundarias con el tiempo. Los genes que contienen secuencias largas repetitivas en casos de HNPCC tienen afectado un gen del cromosoma 2p16 (hMSH2) y uno del 3p21 (hMLH1)8. Cuando estas mutaciones aparecen en supresores tumorales u oncogenes, las células elevan su riesgo de volverse malignas. De hecho, uno de los genes más vinculados al cáncer de colon, el gen APC, contiene una hilera de adenosinas que aparecen mutadas en cánceres familiares.

 

CAMBIOS EPIGENÉTICOS EN EL CÁNCER

 

Las mutaciones de la línea germinal y más frecuentemente de células somáticas pueden causar el cáncer. Estas mutaciones, de forma anormal, favorecen la función de los oncogenes, producen pérdida de actividad supresores tumorales o afectan los genes de reparación. Sin embargo, se ha cuestionado si la iniciación y progresión del cáncer, se debe sólo a mutaciones o a cambios epigenéticos, no provocados por alteraciones en la secuencia primaria de bases nitrogenadas. En fecha reciente  se han confirmado ambos puntos de vista27.

 

El término epigenético se refiere a un cambio heredable en el patrón de expresión por mecanismos diferentes a las mutaciones, por  modificaciones secundarias de la cromatina  (remodelado de la cromatina) y por cambios en la metilación del ADN14, 28. Durante las décadas de 1980 y 1990 disminuyó el interés en los cambios epigenéticos, al demostrarse una gran cantidad de alteraciones en la estructura primaria del ADN. Ahora este enfoque ha cambiado con la demostración del anormal silenciamiento de genes en las células neoplásicas que involucra la metilación de regiones promotoras de genes, donde comienza la transcripción. La metilación de residuos de citosina en los di nucleótidos CpG facilita el silenciamiento de genes a largo plazo y confiere estabilidad al genoma a través de la represión de transposones y de elementos repetitivos del ADN29. Un importante aspecto del mecanismo de metilación es que inactiva genes supresores del tumor27.

 

NUEVAS ESTRATEGIAS PARA COMBATIR EL CÁNCER

 

El cáncer se está investigando intensamente30. Los enfoques tradicionales para combatir esta enfermedad como la quimioterapia y las radiaciones no eliminan todas las células malignas. Esto requiere un nuevo esquema, actualmente en curso, que comprende 5 grupos de terapias1: inmunoterapia, terapia genética, inhibición de las proteínas promotoras del crecimiento, reducción de la angiogénesis y inhibidores de las quinasas dependientes de las ciclinas o cdk31.

 

Inmunoterapia: El sistema inmunológico es capaz de destruir materias extrañas, pero los cánceres derivan de nuestras células y el sistema inmune falla en eliminarlos. Hasta ahora, la mayoría de las estrategias son  poco satisfactorias, aunque un protocolo parece promisorio1. La inmunoterapia representa un enfoque innovador sobre las modalidades convencionales de tratamiento y a diferencia de ellas, educa al sistema inmune del hospedero a reconocer los antígenos expresados por las células anormales, que se vuelva activo y erradique los tumores. La capacidad del sistema inmune para “recordar” un antígeno previo, le puede conferir un potencial antitumoral duradero, capaz de activarse cuando remite la enfermedad32.

 

Las células inmunes responden a fragmentos de proteínas presentes en la superficie de las células presentadoras de antígenos o APCs. Un tipo particular de APC, las células dendríticas o DCs son efectivos en la estimulación del sistema inmune para responder al antígeno, con la producción de anticuerpos y linfocitos T reactivo. Aunque presentes en muy pequeñas cantidades en la sangre, las DCs inmaduras pueden proliferar en cultivos si son expuestas a proteínas tumorales. De  manera alternativa, estas células, se pueden inducir cuando se fusionan con células tumorales y se producen células híbridas. En ocasiones, se modifican genéticamente para expresar una proteína en las células cancerosas. Esto es más fácil con la infección de las células con un virus que contiene el gen en cuestión. Bajo estas condiciones, las DCs producen la proteína en grandes cantidades y presentan sus fragmentos en su superficie. Una vez que han sido expuestas a las proteínas tumorales, las DCs se inyectan en el paciente para iniciar una respuesta inmune. Un riesgo de esta terapia es la autoinmunidad1.

 

Terapia de genes: Es la modificación del genotipo del paciente por la adición, la delección o la alteración de un gen específico. Una célula tumoral puede convertirse en una célula normal cuando se le introduce un gen salvaje como el p53, empleando un virus portador. Estos resultados han sido poco satisfactorios en ensayos clínicos en humanos.

 

En otro protocolo, se ha empleado un adenovirus modificado, ONYX-015, que codifica proteínas que interfieren con los mecanismos de defensa. La EIB es una proteína de los adenovirus, que se une a p53, lo que evita que se pare el ciclo celular o se afecte la apoptosis. Un adenovirus, alterado genéticamente, se replica dentro de una célula deficiente en p53, con destrucción de la célula tumoral y la liberación de partículas virales.  A diferencia de los virus vectores, estas partículas líticas pueden infestar tumores adicionales con la eliminación de la neoplasia. Pruebas preclínicas demostraron que estos virus son 100 veces más tóxicos para las células tumorales que han perdido p53. Se están llevando ensayos clínicos en pacientes con carcinoma de células escamosas de cabeza y cuello1.

 

La estrategia más atractiva para tratar el cáncer, pero probablemente la más difícil de llevar a cabo, es dar con las alteraciones genéticas  de las células malignas y corregirlas33. Un ejemplo es el gen p53, que está inactivado en muchos tumores y, como consecuencia de esto, se activa el crecimiento tumoral y aumenta la resistencia a la quimioterapia y la radioterapia. Teóricamente, si se transfiere la forma no mutada del gen p53 a las células tumorales que lo tienen inactivado se debería inhibir su crecimiento y aumentar su sensibilidad a los quimioterápicos. En animales la administración de un vector adenoviral que exprese el gen p53 inhibe el crecimiento tumoral. En los ensayos clínicos en los que se ha empleado la inyección intratumoral de este vector, la acción es segura y capaz de producir remisiones. Este producto se autorizó  en China, constituyendo el primer agente de terapia génica comercializado en el mundo33.

 

La eficacia de los citostáticos depende del equilibrio entre su actividad antitumoral y sus efectos adversos. Transfiriendo al interior del tumor genes que producen enzimas que transforman profármacos en sus metabolitos tóxicos, se consigue dar dosis altas de citostáticos con pocos efectos sistémicos. Un gen activador de profármacos es el de la timidín kinasa del virus herpes simple33. Esta enzima transforma el ganciclovir en una compuesto fosforilado que es tóxico para las células tumorales por inhibir la síntesis del DNA.  En animales, la transferencia de este gen a tumores, seguida de la administración sistémica de ganciclovir, produce remisiones tumorales34.

 

Desde el punto de vista clínico, la mayor barrera para esta estrategia es la obtención de una transducción tumoral significativa con la administración sistémica de los vectores, por lo que solo cabe aplicarlo en tumores  que no se puedan tratar por otros medios.

 

Inhibición de las células promotoras del crecimiento: Las células cancerosas contienen proteínas en concentraciones anormales o con actividad alterada. Si se bloquean selectivamente estas proteínas, pudiera controlarse la proliferación de las células. Con este objetivo, los investigadores han sintetizado un arsenal de compuestos que inhiben esta actividad. 

 

El más exitoso de los ensayos clínicos se efectuó en pacientes con leucemia mielógena crónica o CML. Un compuesto, STI-571, inhibe selectivamente a Abl quinasa al unirse a la forma inactiva de la proteína y evitar su fosforilación por otra quinasa, que se requiere para la activación de Abl. Los estudios iniciales han beneficiado a la mayoría de los pacientes con pocos efectos indeseables1.

 

Los anticuerpos también pueden inhibir a las proteínas. Un receptor que se une al factor de crecimiento y estimula la proliferación de las células del cáncer de mama es HER2. Aproximadamente el 30 % de los cánceres de mama sobreexpresan este gen, lo que las sensibiliza a la estimulación por el factor de crecimiento. Ensayos clínicos con el anticuerpo Herceptin, dirigido contra la proteína HER2, parecen efectivos. Ahora se están usando péptidos para inhibir específicamente oncogenes activados de forma inapropiada14.

 

Reducción de la angiogénesis: Cuando un tumor crece, estimula la formación de nuevos vasos sanguíneos o angiogénesis. Los vasos llevan nutrientes y oxígeno a las células tumorales y eliminan sus productos de desecho; además le permiten su diseminación.   En 1971, Folkman sugirió que los tumores podrían destruirse con la inhibición de su capacidad para formar nuevos vasos, idea que es ahora una promisoria estrategia anticancerosa1. Las células del cáncer promueven la angiogénesis cuando secretan factores de crecimiento que actúan sobre las células endoteliales adyacentes y las estimulan a proliferar nuevos vasos.

 

Otros inhibidores son los anticuerpos, los compuestos sintéticos contra los factores de crecimiento y sus receptores (VEGF o factor de crecimiento del endotelio vascular y VEGFR), la talidomida y proteínas naturales como la endostatina. La endostatina es una proteína de la membrana basal del endotelio de los vasos sanguíneos. En un estudio preclínico, Folkman et al, demostraron su efectividad para reducir la angiogénesis y los tumores en ratones, sin graves efectos colaterales y sin producir resistencia en tratamientos prolongados debido a que actúa sobre las células endoteliales normales y no sobre las cancerosas1. El factor de necrosis tumoral (TNF), importante en la inmunidad innata y adquirida, se secreta por macrófagos y linfocitos T activados y es capaz de provocar la apoptosis de las células endoteliales con la destrucción  de los vasos tumorales. Se han obtenido resultados satisfactorios con su uso, combinado con la terapia tradicional, para el tratamiento de la angiogénesis  en algunas neoplasias35.

 

El VEGF, un factor de crecimiento que estimula la angiogénesis y la permeabilidad vascular, también actúa como un factor de supervivencia de las células cancerosas al protegerlas de la hipoxia, la quimioterapia y la radioterapia. Este factor es una diana terapéutica en el cáncer, donde funciona como un agente que estimula la formación de nuevos vasos y la permeabilidad vascular36.

 

Inhibidores de las quinasas dependientes de las ciclinas: La primera generación de inhibidores no selectivos de cdk incluyó el flavopiridol, staurosporine y sus análogos UCN-01 y E7070; la siguiente generación fue más selectiva. El flavopiridol es un inhibidor de amplio espectro al interactuar con el sitio de unión del ATP (cdks 1,2,3,4,6 y 7). También bloquea el complejo ciclina T/cdk9, reprime la transcripción y reduce la expresión del ARNm de la ciclina D1, induce el paro del ciclo celular en G1 y es citotóxico para las células con síntesis activa de ADN37. Este compuesto inhibe, a altas concentraciones,  otras quinasas como la proteína quinasa C o PKC y la proteína quinasa A o PKA e induce la apoptosis 37.

 

CONCLUSIONES

 

El cáncer es una enfermedad que afecta tres grupos de genes: los oncogenes, los supresores tumorales y los reparadores del ADN. La mayoría de los cánceres no son hereditarios porque se afecta el material genético de las células somáticas.

 

La transformación de una célula normal en maligna se debe a cambios genéticos o epigenéticos provocados por agentes químicos, físicos y algunos virus. Se requieren múltiples cambios en los genes para que se produzca el cáncer, lo que protege al organismo de esta enfermedad y explica su mayor incidencia en ancianos.

 

Los oncogenes, derivados de los proto-oncogenes son dominantes; es decir, sólo se necesita la alteración de una copia del gen para que se produzca la transformación cancerosa.

 

Los supresores tumorales codifican proteínas que restringen la proliferación celular y evitan que las células se conviertan en malignas. Estos genes actúan de manera recesiva, pues ambas copias deben perderse o mutarse para que se exprese el fenotipo canceroso.

 

Las alteraciones en los genes de reparación del ADN incrementan la tasa de mutaciones y aumentan el riesgo de padecer de cáncer.

 

En la actualidad se ensayan nuevas terapias contra el cáncer como la inmunoterapia, la terapia de genes, la inhibición de las proteínas promotoras del crecimiento, la reducción en la formación de nuevos vasos sanguíneos, entre otros, que abren nuevos horizontales para el tratamiento de esta enfermedad  basados en el conocimiento de la genética molecular del cáncer.

 

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Correspondencia: Dr. Pedro E. Miguel Soca. FCMH, ave. Lenin, no. 4, Reparto Lenin, Holguín 80100. e-mail: soca@cristal.hlg.sld.cu

 

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