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Correo Científico Médico de Holguín 2007;11(2)

 

Trabajo de revisión


Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias Médicas “Mariana Grajales Coello” Holguín.

 

El temperamento. Sus características y manejo.

 

Temperament. Its characteristics and management.

 

María Antonieta Rodríguez Arce.

 

Psicóloga.

 

RESUMEN

 

El temperamento es una propiedad psicológica que le aporta dinamismo a la actividad del individuo. Su base fisiológica es la actividad nerviosa determinada por el tipo de sistema nervioso, que determina el tipo de temperamento y sus características: sensibilidad, reactividad, actividad, equilibrio entre reactividad y actividad, ritmo, plasticidad o rigidez, introversión o extroversión.

 

Existen cuatro tipos de temperamento fundamentalmente: sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. Ellos con frecuencia se hallan combinados. No hay temperamentos buenos ni malos, sólo tienen sus características, que son importantes conocer para saber manejarlas de manera adecuada y favorecer la influencia educativa en la formación de la personalidad sana, que aprenda a establecer sus intereses, aspiraciones y otros tipos de motivaciones dirigidas a actividades adecuadas con su dinámica de la actividad.

 

Palabras clave: temperamento / niño.

 

ABSTRACT

 

Temperament is a psychological property which gives dynamism to the individual´s activity. Its physiological base is the nervous activity determined by the type of nervous system, which determines the type of temperament and its characteristics: sensitivity, reactivity, activity, balance between reactivity and activity, rhythm, plasticity or rigidity, introversion or extroversion.

 

There are basically four types of temperaments: ruddy, choleric, phlegmatic and melancholic.

They are frequently combined. There are not good or bad temperaments; they only have their own characteristics. It is important to know them in order to manage them adequately and to favour the educational influence in the formation of a healthy personality, which will learn to establish interests, aspirations and other types of motivations directed to adequate activities with their dynamic of the activity.

 

Key words: temperament / child.

 

DESARROLLO

 

Cada persona es diferente a las demás, es irrepetible tanto en la dinámica de su actividad, como en el contenido porque no tiene el mismo sistema nervioso ni ha tenido las mismas experiencias sociales.

 

Existen muchas diferencias entre los sujetos tanto físicas, como psíquicas, pero me detendré en estas últimas, en las cuales se distinguen formaciones y particularidades psicológicas, que funcionan como un sistema y que regulan el comportamiento humano.

 

Las particularidades psicológicas conforman al temperamento.

 

En el lenguaje cotidiano oigo a las personas referirse al temperamento para valorar su incidencia en la forma de actuar de las demás y lo hacen incorrectamente porque desconocen en qué consiste y sus características, lo que por supuesto, influye, en un inadecuado manejo del mismo, con consecuencias perjudiciales sobre todo en la formación y desarrollo de una personalidad sana.

 

He atendido muchos niños y adolescentes en que por desconocimiento de las particularidades del temperamento se les ha tildado de irresponsables, desinteresados y hasta de incapaces y por ello, deseo reflexionar al respecto.

 

¿Qué es el temperamento?

 

Es un sistema de particularidades psicológicas individuales y estables que determinan la dinámica de la actividad.

 

Al estudiar la actividad nerviosa superior de los animales, I. Pávlov estableció que la base del temperamento está en los rasgos del sistema nervioso y ellos son: fuerza, equilibrio y movilidad.

 

Partió para ello, de los procesos de excitación e inhibición que ocurren en la actividad refleja condicionada.

 

La fuerza consiste en la capacidad de las células nerviosas para excitarse e inhibirse.

 

El equilibrio consiste en el balance entre los procesos de excitación e inhibición.

 

La movilidad consiste en el cambio de la excitación a la inhibición y viceversa con rapidez. No todas las personas tienen la misma movilidad, en algunas, pasan estos procesos de uno a otro con facilidad y en otros, es más lento.

 

La combinación de estos rasgos determina el tipo de sistema nervioso y por lo tanto, las particularidades individuales de la actividad refleja condicionada y el temperamento.

 

I. Pávlov destacó en sus investigaciones cuatro tipos de sistemas nerviosos: fuerte, equilibrado y móvil; fuerte, desequilibrado y móvil; fuerte, equilibrado y lento y débil. Ellos dan lugar al tipo de temperamento.

 

El sistema nervioso fuerte, equilibrado y móvil determina el temperamento sanguíneo. El fuerte, desequilibrado y móvil al colérico. El fuerte, equilibrado y lento al flemático y el débil, al melancólico, es decir, que la base fisiológica del temperamento está en el tipo de sistema nervioso.

 

La personalidad está estructurada por distintas formaciones psicológicas, que aunque funcionan como sistema, cada una aporta al sistema su manera de regulación. Unas, propician la inducción, la dirección, el impulso a la realización de la actividad, otras, su ejecución. El resultado es la regulación de la actividad por la personalidad. Así, por ejemplo, los rasgos del carácter (responsabilidad, honradez, desorganización y otros) impulsan al individuo a actuar, le dan dinamismo a nivel psicológico.

 

No siempre existen temperamentos puros, generalmente, se combinan de acuerdo a las propiedades del sistema nervioso que se hayan heredado. Asimismo, aunque el temperamento es una propiedad psicológica estable por su base fisiológica, las condiciones de vida y educación influyen en los rasgos del mismo.

 

El temperamento tiene varias propiedades: sensibilidad, reactividad, actividad, equilibrio entre reactividad y actividad, ritmo, plasticidad, introversión y extroversión.

 

La sensibilidad consiste en la menor fuerza de un estímulo para que ocurra la respuesta psíquica.

 

Todos los sujetos no reaccionan igual a los mismos estímulos, unos no lo hacen y otros sí.

 

La reactividad consiste en la fuerza de la respuesta emocional ante influencias externas e internas.

 

La actividad consiste en la magnitud de energía con que los sujetos actúan en su medio y resuelven los obstáculos para lograr sus objetivos.

 

El equilibrio entre reactividad y actividad consiste en lo que en mayor o menor grado depende la actividad de las personas, es decir, de circunstancias internas o externas que les provocan estados emocionales fuertes o del logro de sus objetivos. Existen sujetos en que estas propiedades están en equilibrio, pero otras, tienen predominio de una de ellas.

 

El ritmo consiste en la velocidad de las reacciones o procesos psíquicos.

 

La plasticidad y rigidez son propiedades opuestas, consisten en la facilidad o dificultad de los sujetos para adaptarse a las influencias externas.

 

La extroversión consiste el manera en que las impresiones externas promueven la conducta de las personas: hacia fuera (extrovertidos), hacia dentro (introvertidos).

 

Un temperamento sanguíneo tiene un sistema nervioso fuerte, equilibrado y móvil. Las características de sus propiedades son: elevada sensibilidad, elevada reactividad, elevada actividad, equilibrio entre reactividad y actividad, ritmo rápido, elevada plasticidad y extroversión.

 

Veamos un ejemplo:

 

Xiomara es una niña vivaz, alegre, activa, comunicativa, pasa de una actividad a otra con rapidez y facilidad, intranquila, cuando le interesa una situación se concentra y se entrega a ella, sin embargo, si le resulta aburrida, se distrae y se entretiene conversando o en otras actividades. Sus estados afectivos son inestables, cambia con facilidad de estado de ánimo. Cuando la regañan o le prohíben algo, le cuesta trabajo controlarse y puede llorar, pero lo olvida en breve tiempo. Es impresionable y aunque, no se queda callada, si le interesa lo que hace, es fácil de disciplinar. Se adapta con rapidez a las nuevas circunstancias.

 

Con frecuencia, los niños y niñas con estas manifestaciones son acogidos con agrado por su manera de comunicarse y emprender acciones que les gusta, sin embargo, su reacción fuerte, su intranquilidad e inestabilidad emocional hacen que los padres y educadores los consideren difíciles de controlar, de mantener quietos y de complacer. Los regañan constantemente, les dicen que son “fuertes” y otras frases, que influyen en desorganizar su comportamiento, rebelarse, reaccionar con más fuerza, perder el interés, tratar de llamar la atención con su conducta y hasta obtener ganancias secundarias con sus estados emocionales.

 

El temperamento flemático tiene un sistema nervioso fuerte, equilibrado y lento. Las características de sus propiedades son: baja sensibilidad (reacciona a estímulos más fuertes), elevada actividad, baja reactividad, predomina la actividad respecto a la reactividad, ritmo lento, rigidez para adaptarse a nuevas circunstancias e introversión.

 

Veamos un ejemplo:

 

Juan es un niño callado, generalmente, no comienza las conversaciones y cuando lo hace prefiere los monosílabos, no expresa con facilidad sus estados emocionales. Cuando otros reaccionan, él se mantiene inmutable. Es tranquilo. Es lento en la realización de sus actividades y en sus respuestas a las preguntas que le hacen. Es paciente y aunque no siempre lo demuestra, le cuesta trabajo ajustarse a nuevas condiciones, se comprueba esto, por el desinterés o apatía que exhibe o resultados no esperados en las actividades que ejecuta.

 

Los niños y niñas con estas manifestaciones son acogidos con agrado por su discreción, tranquilidad y paciencia, sin embargo, su lentitud provoca la irritación de los adultos que los/as rodean. Son muy criticados por ello y presionados, lo que puede provocarles tensiones innecesarias y rebeldía, que se perciben en un mutismo mayor, desinterés, resultados no esperados en sus actividades, mayor lentitud y hasta trastornos de hábitos como: tics, tartamudez, enuresis (orinarse en la cama), anorexia (falta de apetito), onicofagia (comerse las uñas) y otros.

 

He atendido niños y adolescentes tratados como incapaces por su lentitud, sin serlos. Los conocimientos, hábitos, habilidades y capacidades regulan la ejecución exitosa de las actividades, su resultado. El temperamento regula su dinámica, así como formaciones psicológicas que también regulan la conducta en forma de motivos. Si se maneja como incapaz por la velocidad de sus reacciones, no se tiene en cuenta su individualidad y se contribuye a que forme una imagen de sí mismo distorsionada, lo cual propicia la dependencia y la inseguridad.

 

También, he atendido a otros, que su pasividad no alarma a los adultos, todo lo contrario, se sienten tranquilos “porque no dan trabajo” y pasan inadvertidos. Cuando esta situación ocurre en un hogar, esos niños y niñas se sienten solos y poco estimulados. Cuando ocurre en la escuela, son abandonados pedagógicamente y ambos casos los llevan a refugiarse en sí mismos, a ser inseguros, desinteresados y no obtener los resultados esperados en sus actividades cotidianas escolares o de otra índole.

 

El temperamento colérico tiene un sistema nervioso fuerte, desequilibrado (predomina la excitación) y móvil. Las características de sus propiedades son: alta sensibilidad, aunque no tanto como el sanguíneo, alta actividad con predominio de la reactividad, ritmo rápido, rigidez y predominio de la introversión respecto a la extroversión.

 

Veamos un ejemplo:

 

Carlos es un niño impetuoso, con facilidad se excita, con poco autocontrol, interrumpe las conversaciones y la clase para ofrecer su opinión sin reflexionar en ella. Manifiesta permanencia en las actividades, sobre todo, si son activas. No siempre se adapta con facilidad y lo demuestra con irascibilidad e impaciencia, no es versátil, sus intereses son bastante estables.

 

Los niños y las niñas con estas manifestaciones son acogidos por su fuerza y entrega a las actividades, sin embargo, son cuestionados y hasta rechazados por su impulsividad. He atendido a muchos convertidos en “problemas” por el desconocimiento de sus características y son tratados de manera agresiva, lo que favorece a respuestas agresivas.

 

El temperamento melancólico tiene un sistema nervioso débil. Las características de sus propiedades son: muy alta sensibilidad (muy susceptible), baja reactividad y actividad, ritmo lento, rigidez e introversión.

 

Veamos un ejemplo:

 

Carmen es una niña tranquila, lenta, sus estados emocionales varían por hechos insignificantes, es muy susceptible, llora con frecuencia, se ofende con rapidez y su abatimiento es duradero, es poco comunicativa y cuando lo hace, tarda en entablar la relación con los demás, se desconcierta con facilidad, es reservada en sus opiniones y estados emocionales, no se mantiene en una actividad porque ante los obstáculos pierde el ánimo y le cuesta trabajo recomenzar y rectificar, pierde el control de sí misma ante su inseguridad, su adaptación a nuevas circunstancias es difícil.

Los niños y niñas con estas manifestaciones son acogidos por su tranquilidad y muchas veces, enmascarada aceptación de las exigencias, sin embargo, son juzgados por su exagerada sensibilidad, su falta de persistencia, sus movimientos lentos y monótonos.

 

He atendido niños y niñas que al igual que los que tienen un temperamento flemático son muy criticados y presionados, así, como ignorados afectivamente, lo que lógicamente, agrava su estado psicológico, para favorecer su exagerada sensibilidad e inseguridad. Con estos niños y niñas se usan con frecuencia, frases negativas para la formación de la autovaloración como: “Pobrecito, es muy llorón”, “No sabe hacer nada”, “Pierde el interés con facilidad”, “Es un inútil” y otras.

 

Ningún temperamento es bueno ni malo. La base de la dinámica de la actividad que regula está determinada por su sistema nervioso y es preciso conocer sus características para manejarla adecuadamente.

 

En las reflexiones que he hecho van implícitas las conductas correctas a seguir en la educación de los niños y niñas, no obstante, considero oportuno precisar algunas recomendaciones al respecto.

 

¿Cómo manejar los diferentes tipos de temperamentos y sus combinaciones?

 

Los niños y niñas deben ser educados de acuerdo con sus características individuales y entre ellas están, las de su temperamento, determinado por los rasgos de su sistema nervioso, por ello, aunque se ofrezcan orientaciones generales, éstas deben apropiarse a cada niño y niña.

 

Considero que existen tres reglas de oro de la educación de los niños y niñas que deben tenerse en cuenta en todos los casos: ofrecer amor (debe sentirse querido y aceptado) ser consistente en la disciplina (los miembros de la familia deben ponerse de acuerdo en las normas de conducta que van a establecer, cumplirlas y respetarse entre ellos) y ser consecuentes en la disciplina (establecer las normas, las exigencias de acuerdo con la edad y las características del niño o niña).

 

Si es inquieto, no se le debe regañar, sí, adecuar su actividad. Mientras más pequeño sea, más inquieto se manifiesta porque el sistema nervioso está en maduración y la atención es involuntaria y breve. Es preciso, desviar su atención a actividades adecuadas con su edad y características. Se le regaña porque se sube en la escalera, en los asientos, en la cama, en la reja. En muchas ocasiones, con el regaño se le sugieren acciones en las que no había reparado y entonces, las hace y las repite. Deben proponerle actividades y tratar de que se mantenga en ella para fortalecer su atención. Éstas deben ser variadas, agradables, interesantes y educativas, que se desarrollen en lugares apropiados, sin peligros y con la presencia de otros niños y niñas. El adulto debe intervenir cada vez menos, para favorecer la independencia y la seguridad en sí mismo y hacerlo con el objetivo de enriquecerlas, ofrecer cariño y propiciar la solidaridad entre ellos. Cuidado con ser juez de una discusión donde respalde imparcialmente, a su hijo o hija.

 

Este tipo de niño o niña es castigado con frecuencia y también se usan en su educación, el castigo físico, las amenazas, las comparaciones y otros “métodos educativos” que no promueven un adecuado desarrollo psicológico. Escribí un tema relacionado con dichos “métodos”.

 

Los padres y el maestro deben tener previstas tareas para cuando terminen o se aburran de la que están ejecutando.

 

He escuchado frases que refuerzan esta conducta, la desorganizan más y provocan la rebeldía. Las más frecuentes son: “Es insoportable”, “No se está tranquilo un momento”, “No puedo con él o ella”, “Me tiene loca”, “Tengo que estar todo el día detrás de él o ella” y otras.

 

Los pequeños con alta sensibilidad son propensos a tener poca tolerancia a las frustraciones. Se debe favorecer a que resuelvan sus obstáculos solos o al menos, con poca ayuda. Por otra parte, no se deben satisfacer siempre sus caprichos, deben aprender que no siempre se puede.

 

Es necesario cuidar las manifestaciones emocionales exageradas, que puedan servir de patrones inadecuados para enfrentar las disímiles situaciones en las que estarán inmersos. La sobrevaloración de éstas los privará del ejemplo del manejo racional y natural con que deben conducirse en la vida.

 

Deben cuidar el uso de frases que refuercen su susceptibilidad y hasta que aprendan a obtener ganancias secundarias con ella. Frases como: “Eres un llorón”, “Cualquier cosa te hace llorar o ponerte bravo”, “Es difícil complacerte” y otras.

 

Esa alta sensibilidad debe canalizarse en el amor a la naturaleza, los animales, las personas, las diferentes manifestaciones artísticas, el estudio, el juego, el trabajo y otros.

 

Los niños y niñas con alta reactividad, sobre todo, aquellos con un temperamento colérico deben ser tratados con paciencia y respeto, como a todos, pero aún más, con ellos, por la impulsividad determinada por el predominio de la excitación en el sistema nervioso. No nacen agresivos, sólo fácilmente excitables. La excitación debe desplegarse en actividades activas con la combinación de actividades pasivas, éstas, sobre todo, antes y después de las comidas y antes del sueño.

 

Los pequeños con poca plasticidad en su sistema nervioso, lo cual favorece la rigidez al enfrentar nuevas situaciones deben ser tratados con ecuanimidad y aceptación de esa característica. Los adultos deben tener en cuenta que la asimilación de cambios es más difícil y que es necesario darles su tiempo para que lo logren paulatinamente, no tan rápido como se desea, espera o es necesario.

 

Por ejemplo: cambios de manera de pensar, cambios de conductas, ajuste a la escuela, a un nuevo grado escolar, la presencia de un nuevo hermano, la adaptación al círculo infantil, cambios en su cuarto y otros. Siempre que la edad y sus características lo permitan, deben valorar con ellos las posibles variaciones que se harán para que se sientan respetados y comprometidos.

 

Con los niños y niñas lentos deben partir de entender que esta característica no es un defecto, que no constituye un problema de capacidad o interés, sólo de dinámica de la actividad y es importante darles el tiempo que requieran para llegar a los resultados. Si tardan en ejecutar sus tareas, deben llegar a un arreglo con ellos de la distribución de su tiempo para que las hagan, también para jugar y otras actividades importantes. Asimismo, con responsabilidades, autoservicio (bañarse, cepillarse los dientes, comer, vestirse). Los adultos nunca deben hacerlas por ellos, deben levantarse más temprano, comenzar su autoservicio con mayor anticipación, salir con tiempo para la escuela, el círculo infantil, una visita, un paseo.

 

Con estos pequeños es muy importante lograr su interés, su motivación por las actividades que se les proponen o deben ejecutar para que ésta juegue su papel dinamizador a nivel psicológico.

 

En lugares donde llevan una vida colectiva deben ser los primeros en comer, dormir, orientar un examen para evitar que se sientan presionados y no pueda culminar su actividad satisfactoriamente.

 

Los adultos deben evitar frases negativas, que lejos de dinamizarlos, los desconcierte, se rebelen o pierdan el interés. He oído frases como: “Eres muy lento”, “Me vuelves loca con esa calma”, “Voy a mandar a buscar la muerte contigo”, “Apúrate”, “No te aguanto con esa calma”, “Eres igual que tu papá que me saca de quicio”. Nunca se deben hacer comparaciones.

 

Por el contrario, con ellos, se deben utilizar frases estimulantes para acelerar la velocidad de sus reacciones como: “Tú puedes”, “Lo lograrás”, “Sabes hacerlo muy bien” y otras.

 

Con todos, es muy importante ser amables y cariñosos, pero con aquellos que son introvertidos y al parecer, fríos afectivamente, hay que serlo más, porque al sentirse queridos y aceptados son impulsados a devolver lo que les ofrecen.

 

La comunicación debe ser constante, sin perder ocasión de llevarla a cabo. Para ello, se precisa buscar temas de conversación agradables, amenos, de acuerdo con la edad y sus características, donde se propicien preguntas abiertas para evitar las respuestas en monosílabos, que limiten una relación fluida. Siempre se deben satisfacer sus preguntas con naturalidad y veracidad.

 

Los adultos deben favorecer las relaciones con sus iguales y si no lo hacen espontáneamente, entonces, los adultos deben jugar con ellos e ir incorporando de manera paulatina a otros al juego.

Se deben evitar frases negativas como: “No hablas”, “Hay que sacarte las palabras”, “Pareces un mudo” y otras.

 

Para resumir, el temperamento es una propiedad psicológica que le aporta dinamismo a la actividad del individuo. Su base fisiológica es la actividad nerviosa determinada por el tipo de sistema nervioso, que propicia el tipo de temperamento y sus características: sensibilidad, reactividad, actividad, equilibrio entre reactividad y actividad, ritmo, plasticidad o rigidez, introversión o extroversión.

 

Existen cuatro tipos de temperamento: sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. Ellos con frecuencia se hallan combinados, aunque predomine uno de ellos. No hay temperamentos buenos ni malos, sólo tienen sus características, que son importantes conocer para saber manejarlas de manera adecuada y favorecer la influencia educativa en la formación de la personalidad sana, que aprenda a establecer sus intereses, aspiraciones y otros tipos de motivaciones dirigidas a actividades con su dinámica de la actividad.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Hernández G. Eduardo. Conozca el temperamento de su hijo. [Documento en línea]. 2005. < http://www.tupediatra.com/mnyy/adaptacion-conductas/mnyy33.htm>. [Consulta: 4 noviembre 2005].
  2. Medina Cevallos V. Comportamiento infantil. Temperamento de bebés y niños. [Documento en línea]. 2005. <http://www.guiainfantil.com/educacion/comportamiento/indie.htm.>. [Consulta: 4 noviembre 2005].
  3. Petrovski A. El temperamento. En: Psicología General. Moscú: Editorial Progreso, 1986: 374-386.

Correspondencia: Lic. María Antonieta Rodríguez Arce. Departamento de Salud Pública. Dirección particular: Coliseo edificio 1 apartamento 2 / Narciso López y Morales Lemus, Holguín. Teléfono: 461819. E-mail: marian@cristal.hlg.sld.cu

 

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