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Correo Científico Médico de Holguín 2006;10(2)

Editorial

 

El síndrome metabólico: Nuevas consideraciones sobre un viejo problema.

 

Desde que hace más de 20 años, Reaven describió las principales características de un síndrome en el que coincidían fundamentalmente hipertensión arterial, hiperlipidemia, obesidad y diabetes, el mismo comenzó a tomar personalidad propia bajo la denominación de síndrome X, y desde muy temprano, se asoció con un incremento de las enfermedades cardiovasculares. Este conjunto de anormalidades ha transitado por múltiples denominaciones hasta nuestros días, siendo conocido en la actualidad con el nombre de síndrome metabólico. Mucho se ha  investigado al respecto en los últimos diez años debido a la reputación  tristemente célebre  que el mismo posee como factor de riesgo incuestionable de enfermedades cardiovasculares y muerte prematura. Este hecho es la causa principal de que durante los últimos años hayan sido propuestos diferentes criterios diagnósticos, los cuales se han sucedido uno tras otro, trayendo como consecuencia divergencias diagnósticas, dificultades para uniformar y evaluar las investigaciones realizadas, y en no pocas ocasiones cierto grado de confusión.

 

Ya en 1999, la Organización Mundial de la Salud, en un intento de unificación, propuso los criterios diagnósticos que desde un inicio parecía que traerían estabilidad sobre el accionar médico.  Transcurridos dos años, el III Panel de Tratamiento del Adulto propuso al mundo unos nuevos criterios que incluían como variables a la obesidad central, triglicéridos, HDL-colesterol, hipertensión, e hiperglicemia en ayunas. Estos nuevos criterios diferían de los preexistentes fundamentalmente por la inclusión de la obesidad de tipo central, acercándose así a un enfoque más epidemiológico del problema, toda vez que es un hecho comprobado que este tipo de obesidad representa el mayor riesgo para la salud cardiovascular. Dos años después, dichos criterios recibieron un intento de modificación por parte de la Asociación Americana de Diabetes, sustituyendo a la obesidad central por el índice de masa corporal ≥ 30, y estableciendo las cifras de la glicemia en ayunas al nuevo nivel de la tolerancia alterada a la glucosa. A pesar de todos estos intentos, continuó la confusión sobre éste síndrome y sobre su diagnóstico, pero algo que se mantenía sin ofrecer la más mínima duda era el convencimiento, basado cada vez más en evidencias científicas, del gran peso específico que posee el síndrome que nos ocupa en la morbilidad y mortalidad cardiovasculares, sobre todo en la época actual, en que la epidemia de la obesidad, unida al aumento de la prevalencia de la diabetes mellitus tipo 2 han llegado a adquirir ribetes de un gran problema de salud a nivel mundial. En estas condiciones, el pasado año, la Federación Internacional de la Diabetes logró reunir, procedentes de seis continentes, un panel de expertos en diabetes, cardiología, trastornos de los lípidos, salud pública, epidemiología, genética, metabolismo y nutrición, con el objetivo de llegar a un consenso y proponer al mundo unos criterios diagnósticos del síndrome metabólico que permitieran unificar los existentes, a la vez que eliminar todos los puntos discordantes de los criterios anteriores que constituían fuente de confusión.

 

De acuerdo a esta nueva definición, para que una persona sea considerada como portadora de un síndrome metabólico tiene que tener una obesidad central (definida como una circunferencia abdominal ≥ 94 cm en el hombre europeo y ≥ 80 cm en la mujer europea, aunque con valores que pueden especificarse para otros grupos étnicos), más 2 de las siguientes anormalidades:

 

  1. Niveles elevados de triglicéridos > 150 mg/dL (1, 7 mmol/L), o llevar tratamiento específico para esta anormalidad.
  2. Niveles reducidos de HDL-colesterol < 40 mg/dL (0. 9 mmol/L) en hombres y < 50 mg/dL (1.1mmol/L) en mujeres, o llevar tratamiento específico para esta anormalidad.
  3. Niveles elevados de tensión arterial: sistólica ≥ 130 mmHg o diastólica ≥ 85 mmHg, o tratamiento previo para la hipertensión.
  4.  Niveles elevados de glucosa en ayunas ≥ 100 mg/dL (5.6 mmol/L), o diabetes mellitus tipo 2 previamente diagnosticada. Si > 5.6 mmol/L  o > 100 mg/dL, está recomendado un test  de tolerancia a la glucosa, pero el mismo no es necesario para definir la presencia del síndrome.

A nuestro juicio estos nuevos criterios son mucho más abarcadores y pueden representar una ayuda de inestimable valor para el manejo del síndrome metabólico a nivel mundial, debido a su sencillez y a la posibilidad de su aplicación en la mayoría de los países. Su utilización por parte de nuestros profesionales debe convertirse en algo habitual, sobre todo en el nivel primario de atención, donde el perfil preventivo de nuestra medicina se pone de manifiesto en toda su magnitud. Es por eso que a partir de estos momentos deben convertirse en una herramienta de suma utilidad para ser utilizada en todos los pesquisajes de rutina y en aquellos dirigidos a estimar el riesgo cardiovascular de la población. Los mismos deben servir para centrar nuestra atención sobre aquellas personas con un alto riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes, permitiendo la intensificación de las modificaciones de los estilos de vida, así como la intervención farmacológica sobre los componentes individuales del síndrome.(8) Las intervenciones derivadas de la aplicación de los nuevos criterios para el diagnóstico del síndrome metabólico, deben resultar a mediano y largo plazo en una disminución de la morbilidad y la mortalidad debido a enfermedades cardiovasculares, las cuales constituyen hoy en día las primeras causas de muerte en la mayoría de los países del mundo.

 

 

Dr. Rolando Teruel Ginés.
Especialista de II Grado y Profesor Auxiliar de Medicina Interna. Hospital “V. I. Lenin”.

Correo electrónico: teruel@cristal.hlg.sld.cu

  

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